sábado, 4 de septiembre de 2010

Firmenich. La Biografía.



Finalizada la ardua lectura de: “Firmenich. La historia jamás contada del jefe montonero”, en la que me embarqué por sugerencia del querido “Chino” Navarro, y en el trámite de comenzar el comentario de mis impresiones requerido por el amigo, comienzo por destacar que advierto un denuedo por parte de los autores, Felipe Celesia y Pablo Waisberg, a quienes conocí a partir de la notable biografía de Rodolfo Ortega Peña (“La ley y las armas”), en procura de un equilibrio, una ecuanimidad (cierto, que imposible) en el análisis de una trayectoria ostensiblemente desafortunada, demasiado funesta.

Ese esmero, paradójicamente, conspira contra su eficacia, debilita un trabajo que debió haber dicho más, que debió ahondar sobre una personalidad y una época tan desgraciadas. Impera, pues, un medio tono que no sabe a chicha ni a limonada y que en la mirada de quien escribe estos disparates que –anticipo- abomina a Mario Eduardo Firmenich, se traduce como una justificación algo piadosa a su pasado (y muy especialmente) a un presente condigno de su trayectoria.

Nada de censurable tiene ello, por cuanto Waisberg, Celesia o cualquiera que se lo proponga se encuentra legitimado para vindicar a Firmenich, sólo que el relato aparece demasiado amañado como para lograr aquella ecuanimidad, débil a su vez, en el contraste del coro compacto de quienes contribuyeron a construir el personaje abominable que los autores describen –en clave provocativa y bien que en este caso, eficaz- al inicio del trabajo que se comenta.

Leemos en la introducción: “El líder de Montoneros Mario Eduardo Firmenich carga la impronta de un hombre maldito. Su cara evoca el demonio bifronte. Su aliento despide azufre. Sus manos son garras ensangrentadas. Por donde camina, ya nada crece. Traidor, miserable, cobarde, entregador, cuadrado, elitista, militarista, déspota, cruel. Ningún adjetivo le es ajeno. Firmenich es la bestia negra de la política argentina del siglo XX”.

Con ponderable honestidad intelectual, los autores anticipan su hipótesis de trabajo: Firmenich, la imagen que ha venido construyéndose de él se explica a causa de su fracaso político-militar, de haberse impuesto, la mirada actual sería otra y aunque no corresponda desecharla de plano, a poco que se baraja y terminada la lectura de la obra que transita esa senda, se desbarata, cae por su propio peso.

Por caso: Mario Santucho ¿no fracasó con parejo estrépito? Se ha escrito, discutido, debatido, acerca de esa frustración y se ha concluido en su responsabilidad. En sus errores de cálculo, en su militarismo extremo y (por qué no) suicida. En su correspondiente responsabilidad.

Sin embargo, no campea en el terreno de los militantes de la organización que dirigió, incluso entre quienes lo combatieron o meramente disintieron gravemente con él, las sospechas aberrantes que pesan sobre Firmenich: su calidad de doble agente, de entregador, de cobarde, de miserable; caracterizaciones propuestas –algo se dijo- en boca de un colectivo insospechado: se reproducen en el trabajo dicterios fulminantes de Adolfo Pérez Esquivel, Hebe de Bonafini, Nora Cortiñas, Miguel Bonasso, Mario Wainfeld, Horacio Verbitsky, José Pablo Feinmann entre otros.

Volvemos al texto introductorio, donde los autores proponen un nuevo un eje a partir del cual evaluarán al personaje objeto de su estudio, denuncian que respecto de Firmenich se ha “invertido la carga de la prueba”, esto es: si toda persona es considerada inocente, hasta que se demuestre lo contrario, el líder montonero, en cambio, ha tenido que probar esa inocencia presumida, lo cual motiva un nuevo disenso de mi parte. En política, la carga de la prueba suele (debe) estar invertida.

Sí que son certeros en cambio, al proclamar que muchos de quienes le abominamos, lo hacemos a partir de su supervivencia, juicio tonante, poderoso, desde que aparece derivar la prédica insidiosa de los terroristas de Estado, en especial los del aparato comunicacional, perversidad –una entre tantas- que involucran el repaso de los años funestos durante los cuales intervino el biografiado como personaje central.

Es este el sentido de mi observación más crítica a un trabajo que tan poco me gustó. Se desechan con demasiada ligereza aspectos demasiado turbios en la trayectoria de Firmenich: sus detenciones durante el auge de la represión de la Triple A; las condiciones de detención de su esposa en la cárcel de Devoto durante la dictadura; las sospechas edificadas en torno a su relación con el Ministerio del Interior de Juan Carlos Onganía; la versión de su calidad de doble agente del 601 de Inteligencia del Ejército; el desdén ante las advertencias de los cuadros más lúcidos de la organización frente a la carnicería inminente; su acuerdo parisino con Emilio Massera, cuyo develamiento habría costado las vidas de Elena Holmberg y Marcelo Dupont; la sospechada delación y la condigna muerte de Santucho, entre tantos.

Aunque se lo propongan, la anotada ligereza en descargo del biografiado de los autores, en mi mirada al menos, acentúa certezas preconcebidas antes de la lectura del tabajo que se comenta.

A poco de repasar las escasas fotografías con las que se ilustra el trabajo, comencé a transitar la ratificación de mi fastidio. En el marco del capítulo dedicado a los años de la dictadura militar consignan los autores una fotografía con el siguiente pie: “Firmenich trabajando en la Comandancia. Así llamaban a la casa donde funcionó la Conducción de Montoneros entre 1978 y 1982. Era una construcción de dos plantas, ubicada en el barrio Miramar, La Habana, a cinco cuadras del Teatro Carlos Marx”, que refleja al biografiado con aire socarrón, como conteniendo una sonrisa. Se lo ve suscribiendo o redactando algo, ataviado con un uniforme militar, flanqueado por un retrato del Libertador San Martín.

Otra fotografía consignada en el mismo capítulo, ilustra al biografiado, una vez más en uniforme, con boina calada, acompañado de otros tres uniformados, dos de ellos cuadrados militarmente, el otro, estrechándole la mano, una vez más según se consigna al pie, en la sede de la “Comandancia”.

Recuerdo un artículo -¿de Piglia, de Saavedra, de Olguín?- demoledor de otra personalidad de nuestro pasado violento: Leopoldo Lugones, otrora escriba paniaguado del roquismo, que a partir de los años ’20 abjuró de la poética insufrible por la que se lo bien recuerda, para transitar el camino sin retorno del fascismo patético de “la hora de la espada” y otras insentaces a la vera de Félix Uriburu.

El artículo que evoco con torpeza destroza con justicia a Lugones, desde la descripción de una fotografía suya, ataviado de esgrimista. Parecía, glosaba el autor que mi desmemoria no supo contener, el integrante de una comparsa de Carnaval, a despecho del refinamiento que la fotografía proponía.

Algo parecido me pasó al ver a Firmenich disfrazado de militar, en La Habana, cuando –tal como le había anticipado Walsh y tantos otros- su aventura estaba condenada al desastre. Para empeorarlo todo, se dibuja una sonrisa en su rostro contenida, aunque divertida.

La secuencia no puede proponer sino una escena pantomímica, trágica y risible, si no cargase Firmenich en su conciencia, con tantos renuncios, tantos requiebres, tantas preguntas sin respuesta, tantos crímenes inconfesables desde que sus víctimas fueron quienes siguieron la comandancia de quien, infinitamente lejos de la altura que esas circunstancias imponían, fungió de patético monigote.

20 comentarios:

  1. No entiendo eso de que en política se "debe" invertir la carga de la prueba. ¿Entonces Perón era de la Logia P2, se cogía colegialas y su fortuna personal era incalculable?
    ¿Firmenich era doble agente porque lo dice un agente encubierto del FBI y ¡el general Valín!? Usted lleva la agenda de los enemigos de Firmenich que son francamente mucho más deplorables que él: agente de inteligencia, militares corruptos y la derecha más recalcitrante.
    Pero quédese tranquilo que ahora tiene mucha literatura que busca y rebusca. Ahí lo tiene al Tata Yofre o a Reato, que seguro acuerdan con su perspectiva.
    Ahora bien, no le pida a esos pibes que se inscriban en esa corriente. O haga usted el trabajo sucio de mentiras y distorsiones que ya lleva 35 años.
    Saludos. Pésima su crítica.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Había escrito una entrada larguísima a su comentario que se borró (será el Pepe).

    Se ha tomado el trabajo de escribir y aunque la respuesta es agraviante e injusta, la acepto y le contesto

    1. Inversión de la carga de la prueba en política.
    Ratifico el concepto. Ciertamente ante infundios como los que cayeron sobre el Gral. Perón (pequeña su comparación), aunque en el caso de Firmenich es propia tropa la que abona buena parte de las durísimas acusaciones que se le dirigen o dejan caer sospechas terribles.

    2. Trabajo sucio de mentiras y distorsiones. Yofre y Reato.
    Macarteo al margen, aunque inaceptable, le admito, me ocupé de un trabajo de periodistas (de unos 35 años como yo, por lo que de pibes tenemos poco) honorables en mi concepto desde la lectura que hice de la biografía de Ortega Peña. Hay un campo entre ese libro y éste.
    Nunca me ocuparía de comentar los trabajos de personajes como Yofre y Reato. Me resultan ética e ideológicamente indigeribles.

    3. Crítica pésima.
    Tiene Ud. razón. Escribí en caliente, me embalé con el personaje y dejé de lado muchas aristas del libro que hubiera querido comentar, el cual me parece demasiado endeble, desde la expectativas que tuve al encarar su lectura.

    Sin ironía, le agradezco el aporte, desde que renueva incertidumbres sobre un tiempo que me ocupa y ante el cual a veces me paro mal, y lo invito a continuar el intercambio siempre que se transite la senda del respeto mutuo.

    Le retribuyo los saludos.

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  4. Usted reclama un respeto que no tiene por Firmenich, llamándolo "monigote".
    Le pregunto: ¿quién de la "tropa propia" abona esas operaciones? No lo he escuchado a Perdía o Vaca Narvaja acusar a su ex compañero, al contrario. Hablemos con nombre y apellido.
    A usted siempre le parecerán endebles los argumentos que los autores esgrimen para descartar las mentiras porque su subjetividad está apuntada a CREER que Firmenich es lo que sus enemigos dicen. ¿Por qué lo odia? Explique eso y la discusión se aclarará.
    Le sugiero leer el buen debate que se ha armado en torno al libro en artepolitica.com. Ahí el usuario "Pancho" hace una descripción muy directa de todas esas versiones que tan preocupado lo tienen.
    No veo diferencia entre la rigurosidad de este libro y el anterior de los autores de Ortega. No visualizo ese "campo" que usted dice entre uno y otro, más allá que la complejidad y el desafío entre ambos libros es incomparable.

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    1. coincido totalmente con tu respuesta Eduardo....el chivo expiatorio de los taridores y los vendepatria sigue siendo el Pepe

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  5. Varios pasajes de su mensaje calan hondo, Eduardo.

    Comienzo por una disculpa: malamente pido respeto si titulo el comentario de una manera agraviante, ofensivo.

    Me hice el gracioso con torpeza y este reconocimiento espero que lo lea como un reconocimiento hacia Ud. que me ha hecho reflexionar sobre el punto.

    Desde su respuesta a la entrada, me quedé masticando cuitas.

    Por todas las que más me laceró, la que me dejó peor parado ante mí mismo, es la conclusión de que mi desprecio a Firmenich (en contraste con mi rescate a Santucho) radica en su supervivencia.

    Y créame, Eduardo (escribo estas líneas muy sentidamente) me siento muy miserable por ello. Sin llegar a reconciliarme con Firmenich, el verme, el leerme de esa manera me incomodó.

    Siento estar repitiendo un libreto, aunque a poco de volver sobre Firmenich el repudio continúa, bien que tamizado por su comentario.

    En el marco de la sinceridad que transito (ansío que crea en ella, entre tanta mierda de uno u otro espectro en ámbitos como éste) me permito ir al grano y confiarle mi reproche central a Firmenich: su desprecio a la vida.

    Me dirá, con razones de sobra, que ello no lo distinguía de una sociedad parejamente desaprensiva de ese valor, aunque perdura mi exigencia hacia él. Firmenich nunca fue Videla, nunca podría haberlo sido. En su formación, en su militancia, en la de sus compañeros, hay otra argamasa, otro sentido.

    La instrucción de la pastilla de cianuro.

    Waisberg y Celesia tratan el tema con rigor, con pena incluso, arguyendo que el proyecto colectivo campeaba sobre lo personal, que el objetivo era evitar la delación. Que en definitiva la ingesta cianuro procuraba mitigar humillaciones y dolores infinitamente peores.

    Pero, créame y luego de leerlo barajo todo con más prudencia, a poco de reflexionar sobre el punto, renace el reproche.

    ¡Carajo! Es una historia demasiado cruel y tal vez -en sintonía con el libro que nos convoca- sea tranquilizador depositar toda la mierda en Firmenich. Tal vez sea, incluso, políticamente correcto hacerlo.

    Me ha hecho pensar, Eduardo y se lo agradezco.

    Aunque ahora, todo sea más confuso.

    Permítame despedirlo con un abrazo.

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  6. RECIN TERMIME DE LEER EL LIBRO , Y DEJANDO EN CLARO QUE DESDE HACE 7 AÑOS VENGO JUNTANDO LA BIBLIOGRAFIA SOBRE LA GUERRILLA TERRORISTA EN LA ARGENTINA DSDE LOS UTURUNCOS HASTA LOS PINGUINOS DE HOY ( GUERRILLEROS DE NEGOCIADOS) ES PRACTICAMENTE NULA INFORMACION QUE BRINDA ESTE LIBRO........ ESPERABA ENCONTRAR TEMAS QUE NOCONOCIERA POR OTRAS FUENTES.

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  7. "GUERRILLA TERRORISTA", "GUERRILLEROS DE NEGOCIADOS". ¡Qué pedazos de fachos visitan este blog! Encima son semi analfabetos.

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  8. Curioso.

    Se me macartea comparándome con Ceferino Reato y a poco de ese intercambio un anónimo aparece empatizándose con lo que había escrito, aludiendo a los "Pingüinos Guerrilleros", para que otro le conteste que es un facho y un semi analfabeto.

    Quien querría de alguna manera acercarse a mi pensamiento se quedó con la lectura de esta entrada: un vuelo de pájaro por el blog inhabilita toda presunción de una empatía mía con idearios de esa clase.

    Por otra parte, es parejamente curioso que mi cuenta de google identifique como de igual procedencia a quienes se agreden: el que habla de los "pingüinos guerrilleros" es el mismo -o usa la misma cuenta- que el que lo trata de "facho". Penoso, de vuelo demasiado bajito.

    Tendría la potestad de borrar ambos mensajes, pero los conservo como prueba de -por decirlo de alguna manera- la idiotez humana.

    Ahora sí: sepa el anónimo que será de ahora en más puntualmente censurado (de facho que soy nomás) dada mi escasa tolerancia a la imbecilidad.

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  9. Ando con ganas de joder y jodo, nomás.

    Leemos de boca de Leonardo Favio en (http://www.lavidadefavio.com.ar/politica.htm):

    "Firmenich podía hacer una misa para rezar junto a Videla como símbolo de reconciliación. Reconciliación, después de que mandó a la muerte a lo más bello, ingenuo y heroico de nuestra juventud.

    Reconciliación, después de masacrar a nuestros más lúcidos dirigentes obreros, después de entristecer, para jolgorio de la oligarquía, las últimas horas del General.

    Reconciliación... a paraguazos lo sacaron de la marcha que se hizo en memoria del padre Mugica, hace unos meses. Esa gente ensucia nuestras cárceles. Yo no sé cómo puede seguir viviendo. Y hasta sueñan con la política... Y bueno... todo puede ser.

    ¿Sabés cómo lo llamo yo a Firmenich?

    Comandante en retiro afectivo, porque nadie lo quiere. Y los primeros que se alejaron de él fueron los poetas. Después también se le fueron otros pillos, que son iguales que él.

    En fin... Por eso creo que el respeto que me tiene la gente que políticamente no piensa como yo, tiene que ver con que siempre tuve una línea de coherencia en mi pensamiento.

    Por eso me quiere Horacio Verbitsky, y me quiere Osvaldo Soriano. A pesar de su postura 'dónde hay un peronista que lo mato', Osvaldo tiene debilidad conmigo, es más fuerte que él. Lo que ocurre es que -salvo que se trate de los Videla, de los Firmenich- por su forma de pensar jamás le cerré mi corazón a nadie."

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  10. Este es el mismo q locutaba al servicio de la derecha criminal en Ezeiza? Un gran director de cine y cantante...

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  11. Y muchas otras cosas más ha sido, ha venido siendo, Leonardo Favio. Hizo mucho más que "locutar" ese acto lamentable, luctuoso.

    Se postula irónicamente que es un gran director de cine, ironía que por tal, desmerece el comentario, por caprichoso.

    Más allá de las diferencias que puedan plantearse respecto de la actuación y el involucramiento político de Favio durante esos años, poner en tela de juicio su talento como director, aparece además de caprichoso, risible.

    Además, Favio hizo mucho más. Gestó una obra que le ha permitido trascender como una figura respetada -y ante todo querida- por cientos de miles, anche millones.

    Supo expresar con talento y ante todo con sensibilidad desde su conocimiento, sobre las expectativas, los temores, las frustraciones del pueblo, porque desde ahí él proviene.

    Pueblo al que supo interpretar y traducir porque como decíamos nunca se sintió vanguardia de ese colectivo sino que siempre supo que a él pertenecía.

    Como pretendió serlo el sujeto indefendible de rescate humano y político IMPOSIBLE desde la mediocre biografía comentada y desde ciertas entradas, como la que contesto, para mi sorpresa y preocupación, ante el silencio en este espacio de tantas y tantos que me confían la coincidencia con mi mirada -desde espacios genuinamente democráticos y populares- que por molicie, timidez o vaya a saber uno qué motivación dejan el campo expedito a los reivindicadores del personaje abyecto que nos convoca.

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  12. Mario Eduardo Firmenich es un patriota y un argentino admirable.
    Bueno sería que se discuta con altura su libro Eutopía y sus propuestas de hoy.
    Quienes lo critican hablan desde el desconocimiento o por boca de ganzos repitiendo las infamias de los enemigos del pueblo argentino difundieron durante los años de terrorismo de Estado o los tiempos de la teoria de los dos demonios.
    Quienes acusan deberían preguntarse ¿ Qué hacía yo por mi Patria cuando los montoneros luchaban?.

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  13. No había nacido, anónimo, cuando comenzó la "lucha de los montoneros".

    Aunque tango claro cuánto daño han hecho ciertos montoneros, en especial Firmenich, a quien considerarlo patriota me genera una curiosidad enorme desde la desproporción, la afrenta al término.

    Creo que está claro lo que pienso sobre el personaje, por lo que, me remito a lo anterior.

    No lo critico a Firmenich, lo deploro, porque es deplorable. No me importa lo que pueda escribir, carece de valor desde su ausencia palmaria de la menor autoridad moral, incluso intelectual.

    Su campaña está teñida de lo peor: proliferación de pastillas de cianuro entre sus combatientes, entrega de militantes, pactos inconfesables.

    Creo que este blog es el único ámbito en el cual pueden concitarse tantas opiniones favorables al sujeto que tal vez sea una sola, como pude corroborar al leer una entrada anterior.

    Mi rechazo lo comparto con Pérez Esquivel, Nora Cortiñas, Hebe de Bonafini, Leonardo Favio, quienes militaron con el padre Mujica entre tantísimos.

    Ninguno de los cuales merece ser calificado de ganSo.

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  14. Pibe, vos sos un boludo que no entiende nada y tiene el discurso del peor gorilaje. Así q sos jóven? Por tu prosa parecés un viejo choto: por lo rebuscado y pelotudo...

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  15. Anónimo.

    Andate a la recalcada concha de tu madre, cagón. Chupaculo de un entregador, ortiba.

    Para que no digas que soy rebuscado.

    La próxima, te borro el comentario, así que no escribas más.

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  16. Vaya, vaya... vamos conociendo el pensamiento profundo del señor Galván. Creo que Firmenich es pasible de juicio político pero no creo que el tribunal pueda estar constituído por Cortiñas, Pérez Esquivel, Bonafini o Favio. Son nombres impertinentes, con autoridad moral (en el caso de Bonafini y Favio se puede discutir) pero sin altura política. Yo creo que son todas mentiras y me extraña que un tipo formado como el bloguero compre esas operaciones.

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  17. Arturo:

    Celebro el tono, lo agradezco y en consecuencia contesto.

    Mi "pensamiento profundo" como anota en su comentario y aunque creo que adolezca de interés analizarlo, vengo expresándolo con soltura y elocuencia desde el vamos: soy un radical (a pesar mío) que adhiere al proyecto popular iniciado en mayo de 2003.

    En ese sentido -y me remito a lo anteriormente escrito- veo un riesgo enorme en la reivindicación de Firmenich. Firmenich es mi límite,infranqueable, por si quedan dudas, como el de tantísimos. No hay contradicción ideológica ni política entre aquella adhesión y este rechazo.

    Confieso la sorpresa que viene generándome la cantidad de comentarios encontrados con el mío los cuales -agravios personales al margen, como el que contesté entrando en el juego de un provocador- y el condigno silencio de conocidos que saben de este debate piensan parecido a mi (me anticipo a alguna chicana y aclaro que están muy lejos de Reato y Yofre, tanto como lo estoy yo)y callan.

    No participan, quedando a cargo mío el peso de sostener esta postura que creo, mayoritaria.

    Desde ya, Arturo, ello no supone que deba descartarse de plano toda defensa política al personaje, aunque ponga en juego mi capacidad de asombro.

    Cuando menté a las personalidades que cita (obvia a Bonasso, a Verbitsky, a Feinmann, a Wainfeld, a la hermana del cura Mugica) nunca los postulé para integrar tribunal alguno, sólo que desde el espectro político afín a la propuestas sostenida por Montoneros en los '70 -excepción hecha de Favio- tienen hacia Frimenich un juicio no demasiado ajeno al mío.

    Puede haber aludido a Cristina Zucker, a la protagonista de la película de Andrés Di Tella "Montoneros" y a tantos que participan de mi opinión.

    Nacido de mi pensamiento profundo, de un humanismo que desecha y advierte acerca del riesgo que supone rescatar a un cultor de la muerte, incluso -y esto es lo más grave- de quienes lo siguieron y creyeron en él.

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  18. Hola Andrés, cuánta intolerancia! Pensar que hay gente que dice que hay que olvidar el pasado! Que tono! los insultos descalifican al que lo dice y más siendo "anónimo". No he leído mucho acerca de este personaje, pero siempre me dejó pensando cómo hacía para zafar. Por mi edad, que no pienso revelar, viví la época y, recuerdo un copamiento, creo que por el lado de campo de mayo donde perdieron la vida unos cuantos chicos y en los noticieros decían que Firmenich se encontraba allí, que estaba rodeado, que por el único lugar que podría salir de allí sería por debajo de la tierra y sabés que? Salió. Nunca me lo expliqué. Como verás no tengo muy buena imagen de este patriota. La soberbia armada dijeron alguna vez no?Un saludo muy grande,Noemí.

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  19. Che Galván, leíste lo que dijo Zucker de tus teorías en Ñ?
    Andrés Di Tella? Estás hablando en serio?
    La hermana del cura Mugica? Es un chiste?
    No se te ocurren mejores fiscales, porque esos no alcanzan ni para empezar. De todos tu comentarios no se desprende una sola denuncia con entidad, mucho menos probada.
    Firmenich tuvo groseros errores políticos, que se pagaron con sangre, pero con la sangre de militantes dispuestos a entregar su vida. No deberíamos ser funcionales a los que pretenden deprestigiar referentes revolucionarios a los solos fines de intimidar a quienes creen en el cambio.

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