sábado, 21 de agosto de 2010

Elogio del perejil.



“Te extraño”, primera ficción de Fabián Hofman, es una película que propone ante todo, una refutación a cierta opinión –sino instalada, corriente- que postula la saturación en la filmografía local de producciones relacionadas con el terrorismo de estado de los años ’70.

“Javi” (a cargo del debutante Fermín Volcoff), personaje sobre el cual gira la trama, transita el duro tiempo del inicio de la adolescencia eclipsado y subyugado por su hermano mayor “Adrián” (Martín Slipak), de unos 20 años a quien admira –sino algo más, según parece sugerir la lente de Hofman-, secuestrado a poco de producirse el golpe de estado de marzo de 1976.

La paradójica lateralidad del personaje central en su entorno, aparece como la arista más lograda del filme, así como los límites que, en cuanto al relato, aparecen demarcados por la percepción de “Javi” de los acontecimientos que van configurando la íntima tragedia en cierne.

Nada más que lo sabido por el adolescente protagonista de la película conocerá el espectador, lenguaje que me permito asociar con el utilizado por Marcelo Piñeyro en: “Kamchatka” (producción de 2002), que abordó la misma temática.

Es, a su vez, la primera expresión que hace foco en el segmento menos apreciado (por propios y extraños) de la militancia montonera: los “perejiles”, designación de los adherentes cuya participación no suponía un involucramiento con las armas, manejo que –ante un pedido concreto de parte de “Javi”- su hermano mayor considerará inconveniente, relegándolo a tareas, aunque riesgosas en el contexto de la represión creciente, menores.

Impuesto el exilio mexicano, durante el cual “Javi” se reprochará íntimamente la reciente desaparición de su hermano, al recordar cada detalle de la última noche que ambos compartieran, cuando “Adrián” le confía su pálpito del desenlace trágico al que se enfrentaría la mañana siguiente. Durante su estancia en México padecerá a su vez al desprecio de dos compañeros de militancia de "Adrián", quienes le ratificarán su calidad de “perejil”, al carecer del coraje (las “bolas”) del ausente.

La convincente actuación de Fermín Volcoff presenta, desde una inexpresividad acentuada, la traducción de la confusión de su personaje, como de un cinismo asordinado: si “Adrián” se enfrenta a la muerte cantando (la lente de Hofman registra en esa secuencia un primer plano de su rostro, en procura de contener hasta el menor detalle), en el hermano menor todo es abulia, sea al realizar una pintada política en el baño de la escuela, fuera durante sus primeros escarceos sexuales en Buenos Aires y en México.

La producción de Hofman, asimismo, propone la reflexión (y el recuerdo, en este caso en clave personalísima) de aquella etapa cruel mediante un discurso claramente influenciado por los paradigmas establecidos en estos tiempos en el tratamiento de una retrospectiva de ese tipo.

El viraje discursivo político verificado en materia de revisión de lo acaecido durante los ’70 a lo largo de los años transcurridos desde 1983, resulta tan pronunciado como el contraste que puede verificarse entre el discurso de: “La noche de los lápices” de Héctor Olivera, filmada a poco de iniciado el gobierno de Raúl Alfonsín, con el que propone: “Te extraño”.

Si aquélla omitía el involucramiento de las jóvenes víctimas de la policía de Camps con las militancias armadas, en procura (tal vez) de forzar la empatía de una audiencia entonces refractaria de todo tipo de violencia política; la de Hofman, en cambio, desde el vamos da cuenta de un compromiso de ese tipo por parte de los jóvenes hermanos protagonistas.

Constituida por un discurso potente, con méritos ostensibles desde la dirección y una ambientación cuidadísima de la época reflejada, cimentada en un elenco sólido, en el que se destaca una sorprendente Edda Díaz en el rol de la bove de la familia judía sumida en la tragedia, “Te extraño” merece ser vista y repasada, posibilidades que aparecen acotadas desde que su exhibición se encuentra circunscripta exclusivamente a una sala de Buenos Aires.

Particularidad ésta, que da cuenta de la resistencia de las cadenas de exhibición en una revisión como la que auspicia “Te extraño”, que viene a ratificar a su vez la necesidad de futuras producciones destinadas a repasar un pasado demasiado presente.

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