domingo, 25 de abril de 2010

Jodita



Acabo de terminar la nota: “Un susto que fue jodita”, publicado en la edición de hoy, domingo 25 de abril en Página/12 (http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-144563-2010-04-25.html).

Comienza la nota destacando que en la isla de Apipé, al norte de la Provincia de Corrientes: “Ese martes, a mediodía, llegaron unos supuestos empresarios canadienses que les comunicaron que las 237 familias que viven allí tienen que irse el martes próximo, porque ellos habían comprado las tierras. Y si no se iban, los iban a desalojar por la fuerza, además de derrumbar con topadoras sus casas y la escuela del pueblo”.

Esa faena estuvo a cargo del tal Matías Alé –pretendido actor, parásito autodidacta- quien interpretó a un inversor canadiense que hacía saber a los habitantes de esa isla que serían desalojados, por haber sido adquiridas las tierras ocupadas por la humilde población, de ascendencia indígena en su mayor parte.

El evento, sobre el cual poco puede comentarse, es una nueva evidencia de la pobreza estructural que asuela a una sociedad gravemente enferma, de la cual no me excluyo.

Sólo así puede entenderse que un sujeto de la abyección y ausencia de valores y de elemental ética como Marcelo Tinelli sea un exponente insoslayable de la propuesta cultural de este país postrado desde sus referenciales elecciones.

Puesto que, más allá del elevado tono de esta bajeza, no se diferencia en substancia de la bazofia que siempre propuso Tinelli: la burla humillante a quien se supone inferior.

Todavía lo recuerdo, cuando ahogado de risa, presentaba a un pobre tipo que fue a hacer el ridículo a su programejo con la consabida gracia de su claque de alcahuetes. El pobre tipo iba a hacer una gracia o algo así y se lo veía muy perturbado mentalmente, desde sus rasgos, su traza, su discurso incoherente e incluso, su mirada bizca.

Tinelli se le reía en la cara y el pobre tipo que había ido a hacer el ridículo sufría por eso.

Por ende, que ahora este prospecto de hijo de puta pergeñe lo que refleja la nota no debe asombrar a nadie, dado que responde a su lógica hecha de perversidades de este tipo.

Lo penoso es saberse parte de una comunidad que parece solazarse auto flagelándose en la elección de referentes de la inmunda estofa del ex comentarista deportivo, constituido en potentado merced a una carrera constituida desde bajezas, miserias y canalladas del mismo estilo de aquella que refiero que, luego de su lectura, me ha arruinado el domingo.

jueves, 22 de abril de 2010

Psicosis y simbolismos.


Los términos de la entrevista que el presidente de la Convención de la UCR, Dr. Hipólito Solari Yrigoyen, reflejada en el sitio web del diario “Clarín” (http://www.clarin.com/diario/2010/04/22/um/m-02185758.htm), expresan un estado de cosas que entiendo, debe preocuparnos.

Advierte Solari acerca de un eventual atentado contra el Ing. Cleto Cobos sobre la base de la disputa generada por ese dirigente que voluntariamente desistió del proyecto al que se sumara en 2007 una vez que desistiera del que integrara hasta entonces en el seno de la UCR, que motivó una expulsión que ese Partido revisó una vez que el otrora desertor desertase.

La anomalía (también destacada en este ámbito) de que un Vicepresidente enfrente abiertamente al gobierno que integra, oposición que subraya cada más, al calor de las encuestas que parecen beneficiarlo al perseverar en su imposible rol, parece no conmover a los dirigentes del centenario Partido, no obstante se erijan en custodios de la institucionalidad, apañando en cambio audaces interpretaciones constitucionales, afrentas abiertas a sus atribuciones (por caso, intervenir en debates en el Senado, cuando la Constitución expresamente se lo impide) y –detalle nimio, admito- haber estafado a un portentoso electorado que lo votó para que acompañase un proyecto que entorpece –casi nunca- con nobles artes.

En primer lugar, me permito empardarlos con los reflejados en este espacio de parte de Pino Solanas, quien enancado en una prédica de franca ruptura con el gobierno nacional propuso que la “persecución” de la que un colaborador del bloque de Diputados que preside es víctima, proponen un escenario nuevo, incluso en comparación con los años de Carlos Menem.

Decía que relaciono ambas declaraciones por el valor simbólico de ambos impugnantes, en cuanto a esas desdichadas declaraciones, siendo que como dijimos, Solanas fue víctima de un atentado en tiempos de Menem y Solari, del primero que se atribuyó la Triple A, quien meses más tarde, producido el golpe militar y luego de una cruel detención en las mazmorras de la dictadura, hubo de exiliarse en Francia.

Por ende, que esos dos referentes adviertan sobre atentados y persecuciones las subrayan desde el lugar desde las que se pronuncian.

Lo dicho no supone justificar muchas torpezas o “errores no forzados” del sector político identificado con el gobierno nacional en su puja contra el multimedio “Clarín” o el propio Cobos, aunque advierte acerca de un estado de cosas que advierte sobre retrocesos o sobre un estado de psicosis política sea esta real, o ficticia.

Aunque a poco de reparar en ambos me pregunto –inútilmente- qué pensarían respecto de sus estrategias referentes de ambos en tiempos no tan remotos, como aquel que pronuncia un discurso en la foto que ilustra la entrada o arriesgaría la hipótesis más realizable de averiguar qué pensaba, qué postura adoptó el Vicepresidente que Solari Yrigoyen defiende con tanto ahínco en aquellos años turbulentos.

Creo que todos arribamos intuitivamente a la misma hipótesis.

miércoles, 21 de abril de 2010

Pino, carriotizado.



Son días de enfrentamiento entre el espacio de “centroizquierda” que viene a liderar Fernando “Pino” Solanas y el gobierno nacional.

De un tiempo a esta parte, superado cierto coqueteo entre Solanas y Kirchner (evidenciado en las producciones documentales que dirigiera en coincidencia con el inicio de la Presidencia de Néstor), supo erigirse en un opositor irreductible, en especial desde 2009, cosechando como consecuencia de ello, un torrente electoral tan auspicioso para su fuerza como inesperado.

Mirada censitaria al gobierno que supo subrayar desde un rechazo destemplado y explícito a las felicitaciones que la presidenta Fernández le tributara al día siguiente de la leve derrota electoral de junio de 2009.

Como repasamos en este espacio, a medida que las semanas transcurrieron Solanas, y parte de lo más granado de la dirigencia que lo acompaña, abonaron la oposición irreductible al esquema de gobierno kirchnerista, ora injuriando dirigentes de la oposición que no militaran en esas intransigencias, ora contribuyendo a la articulación del espacio parlamentario opositor tributario del espíritu de Carrió y afanes de De Narváez.

Ayer, nos enteramos de los cruces entre Pino y Claudio Lozano con el ministro Boudou a causa de la detención de un asesor de ese bloque (Larrosa o Larosa), en razón de haber sido encontrado deambulando por diversos despachos del Ministerio de Economía.

Se dijo que el hombre había trabajado en ese ámbito entre 1975 y 1993 (dato que me arroja alguna inquietud respecto de las convicciones ideológicas del fulano) y que por ello era contertulio habitual de funcionarios de rango medio de esa Cartera, argumento que utilizó Lozano en rueda de prensa para evidenciar la “persecución” de la que él y su espacio son víctimas a manos del gobierno nacional, explicación que me pareció sino insustancial, insuficiente.

Esta mañana, entrevistado por la Guiñazú, el abogado del detenido dijo menos de lo que se le preguntó, amparándose en cierta estrategia defensiva, aunque hizo saber que había aconsejado a su cliente “abstenerse de prestar declaración indagatoria” cuando fue convocado a tal evento por el Juez. Preguntado que fue, por otra parte, no apareció airado como los responsables políticos de su cliente, sino cauto y si bien lo que digo resulta inaceptable desde que quien escribe es abogado (y para más datos, penalista), el hecho de haberse negado a declarar ante el Juez cuando se lo convocó autoriza a desechar la hipótesis de una actitud incólume del asesor en el curioso episodio que se investiga.

Como fuere, lo que me ha llamado la atención ha sido la reacción de Pino, bien que subida de tono.

Aludió a una “Argentina de escraches”, en la que se “armaban” operaciones de esa índole desde el poder político para: “llevarse puesto” a quienes lo desafiaran. Dijo además que ni siquiera en tiempos de Menem había vivido una persecución de ese tipo, lo que me llamó la atención desde que en esos años el propio Solanas sufrió un atentado contra su persona, al recibir una ráfaga de ametralladora, que lo dejó postrado por un generoso lapso.

El olvido de ese evento, configura el estado de carriotización de Pino, que lo acerca a un electorado que demoniza a los Kirchner con la insensatez propia de los demonizadores, como lo aleja de una propuesta genuinamente nacional y popular.

Me sincero y vuelvo sobre los dichos de Pino. Personalizó su enfrentamiento con Aníbal Fernández, imputándole instar a 200 o 300 militantes a la gestión de blogs que sostengan al insostenible gobierno que integra.

En eso tiene razón y debo admitirlo, sobre lo que me explayaría un poco más, pero me acaba de llegar el cheque de Aníbal y me cierra el banco.

lunes, 19 de abril de 2010

Guasca



Perseverando en su prédica fundamentalista e ilustrativa de un desequilibrio mental preocupante, o de su simulación, leemos en la edición digital del diario “Clarín” una declaración de la Dra. Elisa Carrió:

"Yo digo que Dios castiga pero no con guasca, porque lo peor que podemos hacer con este tipo de ingreso es clientelizarlo. Y tuvieron como resultado esto", sentenció CARRIÓ, que aclaró que no involucraba a toda la conducción católica porque "muchos obispos estuvieron y están en contra de lo que hace Casaretto".

Carrió advirtió que "tuvimos una durísima discusión con la gente de Justicia y Paz que estaba acordando con el gobierno. Yo le rogué a Casaretto que esperara, que habíamos luchado 14 años por esto, que el gobierno iba a ser un uso clientelístico. Y Casaretto me dijo: 'No podemos esperar'. Y pactaron con el gobierno
"
(http://www.clarin.com/diario/2010/04/19/um/m-02184235.htm)

Profundiza así, su mirada intransigente, agonal, a todo lo que provenga del gobierno, anatemizándolo todo, censura que alcanza a todo actor político o social que no elija imbricarse en la directriz que predica con esas ínfulas aboslutistas.

Quien –en la mirada extraviada, imposible de Carrió- no se oponga irreductiblemente al gobierno nacional será más pronto que tarde execrado no ya por la política, sino por Dios, habitual interlocutor de la diputada.

Mientras, seguirá proponiendo desastres y catástrofes, instando a que una cámara legislativa cumpla un rol reservado por la Constitución a los jueces (tales las declaraciones de nulidad que propone), que los jueces cumplan el rol que les corresponde a los legisladores y políticos (hacer política) con ese encanto hecho vaya uno a saber de qué siendo que la voluntad popular le ha sido esquiva en la última elección y es de esperar que sea aún más categórica en lo sucesivo.

Que de una vez por todas nos liberemos de esta insensata peligrosa e insoportable, a quien el pueblo debe castigar definitivamente, pero no con guasca.

sábado, 17 de abril de 2010

¿Pasos en falso?


Ayer nomás conversaba con Sebastián, queridísimo amigo, talentoso músico, sensible y sensato ciudadano acerca del gobierno y los días que corren.

En un intercambio privado, “Lúcido”, amable seguidor de este espacio me interpelaba acerca de algún encuadramiento mío ante la coyuntura que se vive.

No creo que tenga que explicarme. Mis opiniones, apresuradamente formuladas en el espacio no admiten –a mi juicio- tanta vuelta.

Sin embargo tomo el guante que me arroja “Lúcido”, vuelvo sobre la charla con Sebastián, barrunto las pretensiones de “Av. El Cano”, las de mi querido amigo Arturo, por qué no, las de Gonzalo (silente, aunque decisivo), la lectura silenciosa de Fuertes, la necesidad expectante de Noemí y perpetro una nueva entrada.

Este gobierno lleva a cabo la agenda más ambiciosa (políticamente hablando) de 1983 a la fecha.

En realidad, a poco de escribirlo, infiero que el más ambicioso, el proyecto más eficazmente llevado a cabo fue el de Menem, aquel que llegase al poder para hacer lo contrario a lo propuesto, dado que –según asumió el aludido- en caso contrario no hubiese sido votado.

Podemos decir (pienso en Alfonso, querido amigo que cree en lo que cree y sostiene en la evocación una propuesta en la que depositó su confianza y militancia y por qué no, en Amílcar) que ha sido ésa, la de Menem, en términos de eficacia en la transformación socio económica, la más exitosa y definitiva: nada será como entonces desde la implementación del proyecto vertebrado a partir de 1989.

En mi parecer, fueron años de transformaciones, aunque regresivas. Excluyentes. Muchos quedaron al margen de ese modelo que en mi mirada, vino a (intentar) sepultar el pergeñado por el general Perón a mediados del siglo que se fue, cuyo conflicto hacía pie en su cariz inclusivo.

Era necesario dar por tierra con esa rareza latinoamericana de la distribución de la riqueza por mitades entre el capital y el trabajo. Se amasó un país desigual.

Impensado para aquellos que en los ’70 luchaban (equivocadamente o no) por una sociedad más justa. No sólo no sería más justa esa sociedad, sino que los niveles de desigualdad del país –amasados durante un cuarto de siglo de políticas en ese sentido- dieran por tierra con esa rareza: Argentina se “latinoamericanizaría” desde esos años, consecuencias que se aprecian con un apurado recorrido por la capital de ese país devastado.

Por eso es que considero a la experiencia de la presidenta Fernández como la más ambiciosa en transformaciones, vistas como una reacción a la propuesta retractiva ensayada desde 1975, con algún breve intervalo.

Las novedades que presenta el proyecto, impensadas en 2003 admiten su defensa y sostenimiento: rol del Estado y primacía de la política sobre la economía, reparación sindical y previsional (abolición de la infame ley de jubilaciones privadas, paritarias, Consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil, movilidad de las jubilaciones, incorporaciones de cientos de miles de Viejos al sistema previsional) políticas de inclusión social, discusión política del poder (retenciones, ley de medios, entre otras), política internacional latinoamericanista y digna, políticas de Derechos Humanos (no sólo hacia el pasado –que es presente- sino en la voluntad ilevantable de no reprimir ninguna protesta social o política, alternativa que determina que este proyecto es el único que en 25 años de sistema democrático no carga con ninguna muerte en la resolución de tales conflictos), etc.

Es mucho lo que debe defenderse e incluso algunos dirigentes ajenos al espacio gobernante lo sostienen desde estas conquistas sólidas e inesperadas.

Ahora, desde mi lugar advierto algunas torpezas imperdonables en el marco de lo que se discute.

Por caso hoy (ayer, en verdad), Buenos Aires apareció empapelada de afiches que denostaban a periodistas que militan en el multimedio “Clarín”, adosándoles su connivencia con su directora, acusada de un delito aberrante.

Me pregunto y les pregunto: ¿era necesario? ¿Vale la pena erigir como adalides de la libertad de prensa a grisuras como Bonelli, Biasatti y Sylvestre?

Por otra parte: ¿es propicio en estos días decisivos en los cuales esa directora está entre las cuerdas, empapelar la ciudad con afiches sin firma, al mejor estilo de las operaciones de inteligencia más pueriles?

Y a propósito de todo esto: cierto sector afín al proyecto arremete contra Cobos.

Creo que es claro para muchos que el Ing. Cleto es indigerible desde la ausencia palmaria de lealtades a lo largo de su breve –aunque intensa- trayectoria política.

Por lo que vuelvo a preguntarme: ¿no se está agrandando a un personaje descartable? ¿No se le ofrece la alternativa de constituirse en custodio de la "institucionalidad republicana"? ¿No es demasiado grosero el error?

Sólo me resta desear que don Néstor sea designado en UNASUR y deje gobernar en paz a esa mujer de Estado, que aunque sea su esposa, lo supera en aptitudes, propuesta y actitud.

domingo, 11 de abril de 2010

El Nacional B como posibilidad.


La culpa la tiene Gerbino, un amigo que pulula por estos lares y me tiró de la lengua.

Soy, más que hincha, amante de River Plate, como tantos que nos identificamos con esa divisa a fuer de una tradición nacida de nuestros mayores: imposición o sugerencia (del padre, en general) o reacción contra esa sugerencia (el padre, una vez más).

Por ende, mal que les pese a los Sebrelis, el fútbol es mucho más que un divertimento en este país que transpira ese deporte lo juegue en cancha de once, sobre el pasto sintético del fútbol 5, las baldosas del papi o en la “Play Station”.

Dice mucho de nosotros el fútbol, para bien o para mal, y creo que a esta altura el dato es incontrovertible.

Era de libro, al inicio del profesionalismo, que los denominados “grandes” del fútbol se quedaran con todo, en especial, los “grandes” entre los “grandes”: River Plate y BJ.

No era el panorama más alentador desde la práctica de un deporte que supone el riesgo esencial de exponerse a un eventual revés, dado que los “grandes” casi nunca perdían. A punto tal que los organizadores de aquellos primeros campeonatos, tuvieron que importar árbitros ingleses, a fines de los ’30, para que por lo menos a los equipos chicos le cobraran un penal.

Mucha agua corrió bajo el puente y las corruptelas de este país corrompido alcanzaron a los “grandes”, que hoy por hoy dan lástima.

En mi caso, dolor.

Con o sin aquellos favoritismos, habiendo atravesado épocas duras (18 años sin campeonar, por ejemplo) nunca River Plate atravesó instancias tan penosas como ésta. No sólo desde lo futbolístico (da asco ver jugar a River) sino desde lo institucional: han desmantelado al club no sólo financieramente –lo cual es grave- sino (evoco a la Mujer Araña) moralmente.

River Plate es una institución sin moral. Sin amor propio. Sin vergüenza.

La hemos perdido, sí y sólo sí hay gente que va a la cancha a ver esos espectáculos abominables que ni siquiera tolero desde la pantalla de la televisión, mediante una propuesta empardable (en mi recuerdo) a la del River del 82/83, con Bulleri, Berrueta, Messina y Giudice, entre otras glorias.

Pero lo de ahora es peor. Desde que aquellos jugadores eran simplemente malos y estos, además de malos, son impunes, son unos canallas. Unos hijos de puta para hablar clarito.

Soy injusto con 3: Vega, el arquero, Almeyda y Paulo Ferrari. El resto son una porquería, que privilegian las noches en Esperanto u otro cabaret (sufragadas con las jugosas primas que paga tan generosa institución) a los entrenamientos y salen a la cancha a proponer la bazofia que siempre ofrecen, como la que ofrecerán hoy, ya ni me interesa con quien, sé que van a perder y mal.

Porque además de incapaces, de mediocres, son unos hijos de puta. Hay que verlos jugar con la lentitud y el error de cálculo de quien se recupera de varias noches de excesos.

Por eso, lejos de temerle al descenso, lo espero. Va a suceder el año que viene y espero eso a una “manito” de la AFA que nos hundiría en una humillación peor -si es posible caer más bajo en la dignidad de lo que se ha caído con tanta inmundicia-.

Si descendieron grandes como Racing, San Lorenzo, Huracán, por qué no nosotros. Por qué no, si hasta hace poco, estuvieron allí Estudiantes, Lanús y Banfield, campeones indiscutidos de recientes campeonatos y copas internacionales.

Tenemos que ir a jugar el Nacional B y resurgir desde el pozo. Que tal vez no se detenga allí si es que vamos a jugar en segunda división con algún Funes Mori, un Affranchino o algún Ferraro, caeremos más bajo aún.

Propongo que la temporada que viene, River juegue con la tercera, o con la cuarta.

Mezclándolos a los pibes con los tres que rescaté, a los que habría que mejorarles la prima, porque vendrán tiempos difíciles, pero participarán de una gesto refundacional.

Al resto, se les rescinde unilateralmente el contrato y que litiguen: quiero conocer al juez que le reconozca alguna paga al “Burrito” cuando se le pruebe el dosaje de alcohol en sangre o a tanto soretito que anda esquilmando al club.

Jugar con los pibes.

Con esos que vienen del interior y que juegan con el pecho inflado al vestir la camiseta más gloriosa del fútbol argentino. Que ponen garra, huevo, corazón. Para que nos volvamos a emocionar de verlos sufrir, pelear por esa casaca, que nos ayude a olvidar la mierda que vienen proponiendo Gallardo, Rosales u otro fracasado que anda de prestado (aunque a muy buena paga en River).

Por supuesto que con Astrada. Sería muy cruel sacar de la dirección técnica a quien se está enfermando en esa condición.

Hermanos gallinas: vámonos al Nacional B.

Con los pibes, que descendemos cantando.

domingo, 4 de abril de 2010

La palabra y el poder.


Acabo de repasar en el Canal “Encuentro” del Ministerio de Educación de la Nación, el discurso pronunciado por Raúl Alfonsín en la sociedad rural, en agosto de 1988, en el marco del programa “Especial Raúl Alfonsín: la palabra que enfrentó al poder”.

Ponderarlo a Alfonsín desde sus atributos oratorios es ya demasiado obvio, no obstante el repaso íntegro de esa improvisada arenga de barricada ha vuelto a conmoverme como entonces. Otro tanto me ocurre cuando evoco su igualmente improvisada respuesta a las provocaciones mediante las cuales Ronald Reagan lo aguijoneara en los jardines de la Casa Blanca, como al repasar el enérgico mensaje que pronunció en el Vicariato Castrense como respuesta a las insolencias del extinto (creo y deseo) Monseñor Medina, reconfortador de la psique de los represores del terrorismo de Estado.

En esos tres casos, en especial en el que acabo de refrescar, renace en mí la admiración hacia ese político impar, con sus menos a cuestas, ante los energúmenos que con una irrespetuosidad baratísima, se daban el lujo de insultar a un presidente/político, cuando poco tiempo antes se llagaran las palmas de las manos ante las visitas de unos cuantos presidentes/generales.

Al volver a verlo, recordé cómo había sucedido todo; el suspenso antecedente respecto de la actitud que tendría ante una concurrencia que se mostraba de antemano hostil, siendo que el Secretario de Agricultura de su gestión había sido ya prolijamente insultado, algo menos que el propio Presidente a su llegada.

Incluso durante la alocución del presidente de la sociedad anfitriona, un sorete que sería años más tarde diputado nacional en el partido fundado por Domingo Cavallo, las menciones a Alfonsín eran coronadas por un rosario de agravios.

No se amilanó: enfrentó insultos y silbidos y los planchó. Los mató el gallego, a política pura.

Cito textual:

Quiero poner de relieve el espectáculo al que asistimos en la Sociedad Rural. Estos hechos no se producen en tiempos de dictadura, aunque parece que algunos comportamientos no se consustancian con la democracia, porque es una actitud fascista no escuchar al orador. No creo realmente que sean productores agropecuarios los que tienen este comportamiento , son los que muertos de miedo se han quedo en silencio cuando han venido acá a hablar en representación de la dictadura y son también los que se han equivocado y han aplaudido, a los que han venido a destruir la producción agropecuaria”.

Más adelante realizó alguna precisión acerca de los cuestionamientos que había puntualizado el sorete en su ponencia, para enfatizar más adelante, ante la persistencia de insultos, silbidos e incluso, elementos que le arrojaban desde las tribunas que: “este espectáculo no me avergüenza como radical ni como Raúl Alfonsín, este espectáculo me avergüenza como Presidente de la República”.

De un tiempo a esta parte, otras humillaciones fueron planeadas por los guapos de la SRA, con o sin aquel inolvidable u otro sorete en la presidencia, abortadas ora por algunos guapos de veras (en los tiempos en los cuales Carlos Menem los engañaba bajo su apariencia populista o los condenaba a la miseria en la que estuvieron –algunos de ellos- sumidos durante más de una década) ora a causa de la ausencia de todos ellos en eventos de ese tipo, sin excepción, de Eduardo Duhalde en adelante.

Quiero quedarme, más allá de las particularidades de ese momento, con el rescate que desde este proyecto se hace de la figura Alfonsín, dado que el único evento rescatado íntegramente –además de los discursos inaugurales de su Presidencia, en el Congreso y en el Cabildo- ha sido esa arenga excepcional.

No puede dejar de leerse en ello, la construcción de una memoria, aunque tributaria coyunturalmente al encono del gobierno a uno de los sectores de la producción más aborrecidos por este proyecto, que pone el acento en el político que se para ante los intereses corporativos, en sintonía con la esencia de la propuesta de la presidenta Fernández.

De hecho, el programa terminaba con un popurrí de imágenes y alocuciones del evocado, que presentaban con equilibrio luces y sombras, con la imagen final de la Presidenta inaugurando el busto con el que se lo homenajea en la Casa Rosada y una toma de ambos, departiendo amablemente en esa ceremonia.

De lo que dijimos, tal vez, se evidencien las razones de la relevancia que se le diera al evento de Alfonsín en la sociedad rural, cuanto la precisión del significado histórico de ese ex-presidente aunque adversario, exponente de una ostensible ligazón política e ideológica con el modelo gobernante por estos días.

viernes, 2 de abril de 2010

Evocaciones.


Nuestro discurrir supone –verdad de Perogrullo- virtuosismos y canalladas; altiveces honradas, bondades varias, miserias y cotidianeidades inconfesables.

Esas particularidades, de escasa relevancia respecto de quienes no la tenemos, tienen un sentido bien diverso, al repasar la trayectoria de una personalidad pública.

Ese inventario vital, cuando la existencia de la persona que se trate ya no está, involucra lateralidades varias: supone generalmente una mirada indulgente hacia el ausente y en el caso de aquellas que tuvieron relevancia pública, un sentido no siempre pretendido por el ausente.

Aunque pueda ese recuerdo, su construcción, ser acordes con lo que se supone ha querido significar esa persona pública, la hipótesis nunca podrá ser definitivamente corroborada desde precisamente, su ausencia.

Hablamos de Alfonsín y de los homenajes celebrados con motivo del primer aniversario de su fallecimiento.

Lo dije, y aunque tenga relevancia mínima, reitero que quise mucho a Alfonsín en vida. Que le creí, que lo seguí y que tuve el privilegio de tratarlo con intimidad al final de su vida; privilegio hecho de diálogos a solas (tres, para más datos) que pude entablar con uno de los dirigentes políticos más relevantes del país y la región en los últimos veinticinco años.

A partir de haberlo tratado, admito, lo quise más y le creí menos, desde tal vez, la sensatez de quien a determinada edad (aunque tardía en mi caso) deja atrás la inocencia, sentimiento que hacia Alfonsín me pudo y me embargó desde el heroísmo de esa figura tonante que sacudió erse pibe que fui, que siguió arrobado, anhelante, su campaña presidencial de 1983.

Con 30 y pico, me encontré ante la persona de Alfonsín, quien tuvo la deferencia de darme un lugar en su intimidad, que me permitió conocer al político en persona, sus dobleces, su discurso amañado, sus medias palabras, sus guiños de viejo zorro, de dirigente bichoco, no siempre claro, nunca cristalino. Pero a su vez, ratifiqué intuiciones que tenía sobre él y que lo diferenciaban del resto: su honestidad personal, esa dulce y auténtica campechanía, ese sentimiento que algunos definen como patriotismo, desde una devoción por el país resaltada desde una preocupación constante.

Decía de las contradicciones del ser humano, de sus opacidades, que desde luego vi en Alfonsín, sin que eclipsaran otras cualidades ponderables y trascendentes.

Esta evocación íntima que comparto con los amigos del Encuentro no tiene más relevancia que el recuerdo mismo; preludio de aquellas otras que se suscitaron el pasado 31 de marzo, muchas de un patetismo demasiado obvio, desde su artera utilización.

Arriesgo que Alfonsín se hubiese sentido confortado con algunas, aunque diré para mí que no le hubiere gratificado tanto, el servicio de su recuerdo para beneficio de esa grisura indefinible y por ello temeraria que es el Ing. Cleto.

Para Alfonsín el partido Radical era algo mucho más trascendente que un ámbito común de identificaciones ideológicas, lo era todo.

De allí su mirada hacia la política y al país, su resquemor ante rectificaciones o desagravios que ese partido le debe a la Nación, desde una vigencia que supuso renuncios y miserias, inevitables, con más de un siglo de existencia.

Lejos de haber contribuido a un repaso autocrítico de momentos ciertamente censurables de la dirigencia radical durante su extensa intervención en la vida nacional, Alfonsín optó por el silencio.

Nada dijo acerca de las matanzas acaecidas durante el primer gobierno de Hipólito Yrigoyen, la participación activa de la UCR en la trágica: “Revolución Libertadora”, la decidida militancia de Ricardo Balbín en la caída del gobierno constitucional de Arturo Frondizi, el auspicio de aquél a la llegada de Arturo Mor Roig al Ministerio del Interior de la dictadura de Lanusse y por fin, los compromisos y la aceitada relación de Balbín y otros dirigentes con los jerarcas de la última dictadura militar, determinante de la ocupación por parte de militantes de la UCR de gobernaciones, intendencias y otras reparticiones públicas.

Demás está decir que no responsabilizo a Alfonsín por todas esas calamidades, sería por demás injusto, siendo que –en lo relativo a lo acaecido a partir de 1966- supo ser un consistente adversario interno de Balbín sólo resalto su identificación personal y política con la UCR y el consecuente acomodamiento de su discurso o la deliberada elusión del tratamiento de esas cuitas.

Por caso, al cumplirse cincuenta años del bombardeo a la Plaza de Mayo de junio de 1955 le propuse que instara una suerte de rectificación respecto de la postura sostenida por ese partido, dirigido entonces por Frondizi, cuya declaración aparecía responsabilizando al propio Perón por la masacre desatada por sus encarnizados enemigos. Al confiarle que mi abuelo, tan radical como él y el Dr. Frondizi, había sido víctima de esa matanza, entrecerró los ojos, tomándome del brazo.

“Cuántas tragedias asolaron a este país, querido amigo”, recuerdo que me dijo. De la rectificación no dijo, ni diría, una palabra.

Con todo lo que vengo expresando, no pretendo enlodar una figura que pondero y rescato desde el afecto y la consideración política, procuro poner de relieve sus contradicciones, sus frenos, sus impedimentos y ante todo humanizarlo por sobre la prédica de tanto carancho suelto que lo endiosa por estos días con aviesa y calculada precisión.

A propósito y como cierre de la entrada, recuerdo un diálogo que tuve con él.

Terminaba uno de los cursos que daba en la Facultad de Derecho al que asistía puntualmente.

Solía caminar por los pasillos de esa Facultad, acompañado por alguien que designaba, tomándolo del brazo a la salida del aula. Muchos, lo seguíamos a prudente distancia, a fin de disuadir a alguno que quisiera hacerle pasar un mal rato: no eran los tiempos del “que se vayan todos”, pero estaba fresco el recuerdo del indigno escrache que le organizaran en la puerta de su casa muchos de esos vecinos que llorarían lágrimas de cocodrilo pocos años después.

Contaba que una vez me eligió a mí.

“Venga cumpa”, me dijo.

Estaba convencido –o por lo menos me lo decía para aguijonearme- que yo era peronista: “a ver qué opina el peronista”, decía con picardía una vez que terminaba su alocución al frente del curso. Molesto, no porque fuese afrentosa la identificación, sino porque me consideraba (y sigo considerándome muy a pesar mío) radical, se lo aclaré:

“Don Raúl, yo no soy peronista, toda mi vida he sido radical”. “Por qué lo disimula tanto, entonces”, me preguntó.

Lo cierto es que me tomó del brazo y recorrimos los pasillos de la Facultad, él y yo. Me sorprendió que de todas las mesas de agrupaciones políticas se lo saludara con un respeto cariñoso, en especial desde las de las izquierdas.

Presumiblemente, ante su satisfacción por esos discretos, aunque significativos, homenajes, dibujaba una sonrisa ancha y discreta, le pregunté cómo se vivía un procerato en vida.

“No diga macanas, cumpa”, me contestó.

“No me aleje del mundo, que todavía ando por acá y aún cuando me vaya quiero que se me recuerde como un hombre de carne y hueso, que es lo que he sido siempre. Los próceres son héroes y yo de eso no he tenido nada”.

Concluyó: “sólo pretendí ser una buena persona”.

Y como siempre, al rematar una ocurrencia, al igual que Perón, guiñó un ojo.

Tuve el impulso de darle un abrazo y un beso, pero temía que me malinterpretase. Quería hacerlo como ratificación de su pretensión, para hacerle saber que a mi juicio Raúl era entonces y quedará en mi recuerdo y en el de muchísimos, como un gran tipo, como una buena persona.