miércoles, 21 de abril de 2010

Pino, carriotizado.



Son días de enfrentamiento entre el espacio de “centroizquierda” que viene a liderar Fernando “Pino” Solanas y el gobierno nacional.

De un tiempo a esta parte, superado cierto coqueteo entre Solanas y Kirchner (evidenciado en las producciones documentales que dirigiera en coincidencia con el inicio de la Presidencia de Néstor), supo erigirse en un opositor irreductible, en especial desde 2009, cosechando como consecuencia de ello, un torrente electoral tan auspicioso para su fuerza como inesperado.

Mirada censitaria al gobierno que supo subrayar desde un rechazo destemplado y explícito a las felicitaciones que la presidenta Fernández le tributara al día siguiente de la leve derrota electoral de junio de 2009.

Como repasamos en este espacio, a medida que las semanas transcurrieron Solanas, y parte de lo más granado de la dirigencia que lo acompaña, abonaron la oposición irreductible al esquema de gobierno kirchnerista, ora injuriando dirigentes de la oposición que no militaran en esas intransigencias, ora contribuyendo a la articulación del espacio parlamentario opositor tributario del espíritu de Carrió y afanes de De Narváez.

Ayer, nos enteramos de los cruces entre Pino y Claudio Lozano con el ministro Boudou a causa de la detención de un asesor de ese bloque (Larrosa o Larosa), en razón de haber sido encontrado deambulando por diversos despachos del Ministerio de Economía.

Se dijo que el hombre había trabajado en ese ámbito entre 1975 y 1993 (dato que me arroja alguna inquietud respecto de las convicciones ideológicas del fulano) y que por ello era contertulio habitual de funcionarios de rango medio de esa Cartera, argumento que utilizó Lozano en rueda de prensa para evidenciar la “persecución” de la que él y su espacio son víctimas a manos del gobierno nacional, explicación que me pareció sino insustancial, insuficiente.

Esta mañana, entrevistado por la Guiñazú, el abogado del detenido dijo menos de lo que se le preguntó, amparándose en cierta estrategia defensiva, aunque hizo saber que había aconsejado a su cliente “abstenerse de prestar declaración indagatoria” cuando fue convocado a tal evento por el Juez. Preguntado que fue, por otra parte, no apareció airado como los responsables políticos de su cliente, sino cauto y si bien lo que digo resulta inaceptable desde que quien escribe es abogado (y para más datos, penalista), el hecho de haberse negado a declarar ante el Juez cuando se lo convocó autoriza a desechar la hipótesis de una actitud incólume del asesor en el curioso episodio que se investiga.

Como fuere, lo que me ha llamado la atención ha sido la reacción de Pino, bien que subida de tono.

Aludió a una “Argentina de escraches”, en la que se “armaban” operaciones de esa índole desde el poder político para: “llevarse puesto” a quienes lo desafiaran. Dijo además que ni siquiera en tiempos de Menem había vivido una persecución de ese tipo, lo que me llamó la atención desde que en esos años el propio Solanas sufrió un atentado contra su persona, al recibir una ráfaga de ametralladora, que lo dejó postrado por un generoso lapso.

El olvido de ese evento, configura el estado de carriotización de Pino, que lo acerca a un electorado que demoniza a los Kirchner con la insensatez propia de los demonizadores, como lo aleja de una propuesta genuinamente nacional y popular.

Me sincero y vuelvo sobre los dichos de Pino. Personalizó su enfrentamiento con Aníbal Fernández, imputándole instar a 200 o 300 militantes a la gestión de blogs que sostengan al insostenible gobierno que integra.

En eso tiene razón y debo admitirlo, sobre lo que me explayaría un poco más, pero me acaba de llegar el cheque de Aníbal y me cierra el banco.

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