martes, 2 de febrero de 2010

Deben ser los gorilas, deben ser. (Cuarta parte)


Llegamos a las vísperas de la elección que consagró a Arturo Illia como presidente de la Nación y como ya se repasara, son tiempos en los cuales los amigos endurecen sus posturas políticas: de un antiperonismo extranjerizante, forzadamente liberal, mutan a la reacción.

Es notorio el cinismo de Bioy Casares. Las manifestaciones brutales que se van a leer, las pone casi siempre en boca de Borges, a quien no contradice, presumiéndose su adhesión, aunque nunca es el glosador quien las profiere.

La cita del 5 de agosto de 1962 resulta elocuente respecto de lo que se dijo:

“Come en casa Borges. Dice ‘Yo soy partidario de la censura. Cuando hay censura la literatura es más viril, más sutil, más decantada. Esta es la interpretación de la censura como un estilo, como calzado que nos aprieta, nos incomoda, nos obliga a marchar derechos, a ser más correctos y más vigorosos. Pasa por alto las dificultades que supone la persona del censor; las injusticias que determina; las odiosas arbitrariedades y los abusos. En Borges gravita un secreto rencor contra la obscenidad. Dice también: ‘ahora en este país se peca por exceso de libertad. ¿Cómo pueden los peronistas, los comunistas decir lo que se les da la gana? ¿Los de la CGT opinan contra la representación proporcional? ¿Qué entienden de sistemas electorales tamaños brutos? ¿Por qué no opinan también sobre la ley de relatividad? Si hubiera un poco de buen sentido, bastaría que hubieran dado esa opinión para disolverlos’ (págs. 802/3).

Aunque no haga falta, resalto de la cita que acabo de transcribir las siguientes ideas-fuerza que Borges irá acentuando con el paso de los años: la censura es válida e incluso, necesaria; se peca de libertad al permitirle la voz a peronistas y comunistas; los sindicalistas por brutos no tienen aptitud para discutir cuestiones para las cuales no están preparados; postula la disolución de peronistas, comunistas y sindicalistas, si es que privara el buen sentido.

En el marco de una nueva charla acerca de las chirinadas patéticas entre militares denominados “azules” y “colorados”, se quejarán los amigos, según mi opinión, mediante reflexiones que vale la pena repasar.

Un Borges vehemente (el mismo que admitió que renunciaría si se lo pediría un bombero) reclama coraje a los militares argentinos, protagonistas de un evento que califica de brasileirada: “El clamor de la gente es las madres: ‘¡Que mueran esos muchachos jóvenes!’ Bueno, si todavía fuesen inmortales. Pero la opción es morir enfermo en un hospital. En cuanto a los muchachos que murieron jóvenes y madres desconsoladas, por qué no piensan en los norteamericanos peleando contra los japoneses y los alemanes, muriendo a montones para salvar al resto del mundo’. Bioy: ‘Y todavía hemos de creer que somos mejores y más valientes que los norteamericanos. ¿Qué nos pasó? No nos queda ningún impulso generoso, ningún heroísmo’”.

Se consuelan recurriendo al pasado, resumiendo una “lista de excelencias argentinas”: “la Guerra de la Independencia, las guerras civiles, Sarmiento, los unitarios, las páginas de Ascasubi, el Martín Fierro, el dulce de leche, el choclo, algunos tangos y milongas, el poncho de vicuña, el pejerrey (yo, el zapallo), el caballo criollo, la Revolución Libertadora, el truco. Entre las cosas peores: Rosas, Perón y los peronistas, los nacionalistas, algunos tangos (…) En cuanto a Yrigoyen y los radicales (consigna Bioy), por cortesía no se los nombro: en algún tiempo Borges creyó en ellos” (págs. 814/5).

Se aproximan las elecciones y Borges, según lo anticipado se inscribe en el partido Demócrata Conservador, que define como: “un partido liberal, quizá el único. Es claro que el país, arruinado y dividido como está necesita más que nunca un gran gobierno; pero ante el peligro peronista no tiene tiempo ni ocasión para grandes exigencias. Hay que votar por los conservadores. Al fin y al cabo los momentos de mayor grandeza que tuvo el país fueron siempre bajo gobiernos conservadores, yo les dije: ‘ustedes son el único partido razonable. Napoleón estaba en contra de los ideólogos. Ustedes lo son’”. Remata el comentario con una lucidez que corresponde reconocerle: “estudio inglés antiguo, escribo versos medidos y rimados, me gustan los films norteamericanos, estoy inscripto en el partido conservador: soy un viejo de mierda, estoy perdido” (págs. 917/8).

Se entusiasman con el inicio del gobierno de Illia, quien representaba el partido de Balbín y de alguna manera suponían (infiero) que se rescatarían los valores de la Libertadora. Motivos no les faltaban, el Dr. Alconada Aramburú, que fuera ministro del Interior de Aramburu y Miguel Zavala Ortiz (ideólogo de la “gesta libertadora” de la Marina contra Perón en junio de 1955) integraban el gabinete del nuevo presidente.

Sin embargo, a poco de andar el gobierno se desencantan.

Les preocupaba un nuevo fenómeno, que no sólo se sumaba a sus temidos peronismo y comunismo, sino que era más inquietante aún: el terrorismo.

En junio de 1964, departen acerca de la aventura del “Ejército Guerrillero del Pueblo”, al mando de Jorge Masetti, en el norte del país, que se supo más tarde se proponía como una avanzada de la intentada por Ernesto Guevara en Bolivia, que ocurriría tres años más tarde. La Gendarmería, reprimió con dureza al foco guerrillero, estando su líder a la fecha, desaparecido.

Los amigos se ocupan del tema, luego de despotricar a gusto contra el gobierno.

Opina Borges acerca de los muertos en el contexto señalado arriba, mediante el desarrollo de hipótesis que se escucharían demasiados en los años por venir: “lo de estudiantes muertos es mentira. No se sabe como murieron: si fusilados por sus camaradas o en acción. En todo caso no murieron por estudiantes sino por guerrilleros. Hay gente que tiene esa idea absurda de que hay profesiones que son como un salvoconducto (…). La gente tiene un matete en la cabeza. Esos muertos, si los hubo, murieron tanto como estudiantes como si hubieran cruzado la calle y los matara un automóvil. Murieron quizá como guerrilleros, quizá como traidores. Menos como estudiantes que como políticos, que como seres humanos, que como mamíferos, que como vertebrados.” (pág. 1029).

A dos meses de esa cita siniestra, Borges sube la apuesta, en este caso contra los radicales a quienes irá denostando cada vez con más ímpetu a la vez que se acentúan en él un racismo desembozado, denigrante y bobo.

“Sábado, 14 de agosto: Hablamos con Borges de los negros de los Estados Unidos: de cómo donde hay negros y blancos ahora se suscitan situaciones desagradables y de que pasará bastante tiempo hasta que la convivencia fluya sin prevenciones. Bioy: ‘por todo esto en medio de nuestras dificultades, es una suerte que no haya negros en la Argentina’. Borges: ‘están los radicales, que son nuestros negros honoris causa’” (pág. 1074).

En septiembre de 1965, Borges visita a un referente suyo, el Alte. Rojas, no obstante su color de piel le había generado en el pasado alguna desconfianza: “El almirante Rojas recibió a Borges. Habló un rato de bueyes perdidos y después dejó caer un consejo para un próximo discurso de Borges en homenaje a la Revolución Libertadora. ‘No diga nada que dé asidero para que los revolucionarios de ahora, para los golpistas contra el gobierno’. Le explicó que Illia es comunista (¡¡!!); que Onganía lo sabe y que está dispuesto a salirle al paso, que según sea el gobierno de Onganía, él (Rojas) le prestará apoyo o no; que Onganía es un cuartelero honesto y que probablemente haga el mismo papel que el general Rawson el 4 de junio de 1943: dar un golpe para que otro se quede con el gobierno; ese otro sería un ideólogo, apoyado por Rusia. Con él ya tendríamos el comunismo en la Argentina. Por último habló de un asunto serio –ficticiamente- le preguntó por el estado de la Universidad, sin mayor interés, porque estaba ya informado” (págs. 1076/7).

Illia y Onganía, comunistas.

Llega junio de 1966 y al bolche de Arturo Illia lo derroca, en efecto, el bolche Onganía.

Consigna Bioy: “ante el golpe contra Illia, los Borges dicen: ‘Viva la Patria’” (pág. 1111).

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