jueves, 29 de agosto de 2013

Abogado Alberdi

"El crimen de la guerra. Esta palabra nos sorprende, sólo en fuerza del grande hábito que  tenemos de esta otra, que es la realmente incomprensible y monstruosa: el derecho de la  guerra, es decir, el derecho del homicidio, del robo, del incendio, de la devastación en la  más grande escala posible; porque esto es la guerra, y si no es esto, la guerra no es la  guerra. Estos actos son crímenes por las leyes de todas las naciones del mundo. La guerra los  sanciona y convierte en actos honestos y legítimos, viniendo a ser en realidad la guerra el  derecho del crimen, contrasentido espantoso y sacrílego, que es un sarcasmo contra la civilización. Esto se explica por la historia. El derecho de gentes que practicamos es romano de origen como nuestra raza y nuestra civilización."



Juan Bautista Alberdi es el autor de las líneas que se han transcripto, puntapié de "El Crimen de la Guerra", su trabajo más importante, cuyas primeras líneas hemos transcrito escrito como defensa del Paraguay contra la conjura del Brasil de Pedro II y de la Argentina de Mitre, yunta que despedazaría al pago de Solano López.

Más allá del coraje que tuvo Alberdi al oponerse al poder de quienes afrentaban a la Provincias (a sus pueblos y caudillos) tras la defección de Urquiza en la batalla de Pavón, orondos en un poder omnímodo y brutal, es admirable el sentido ético de su prosa, anticipándose, previendo quizás el horror que le depararía la guerra a los seres humanos del siglo siguiente.

Le costó caro ese libro a Alberdi: moriría en absoluta soledad, lejos del país un 19 de junio de 1884, exiliado por el odio de Bartolomé Mitre quien, en un acto propio de José Stalin, impidió que el nombre del tucumano fuese publicado en las letras moldes del diario que dejó como guardaespaldas, al decir de nuestro siempre presente Homero Manzi. Interdicción que se levantaría, recién en 1970. 

En su homenaje, todos los 29 de agosto se celebra el día del abogado, contradiciendo la habitual necrofilia nacional, en este caso se privilegia la fecha de nacimiento del homenajeado.

Privilegio a su vez, de quien escribe, que por esos caprichos de la vocación es abogado. 

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