sábado, 20 de febrero de 2010

Víctor Hugo Morales y los incorregibles.



Me permito transcribir el mensaje que sigue, enviado por un gran amigo a mi casilla de correo personal dado que, según se desprende del texto, quiere, mas no puede intervenir en este espacio, lo que motiva mi atrevimiento (con la debida reserva de identidad del queridísimo amigo) a plasmarlo.

Ante todo porque reproduce -con más tino y mejor modo- otros tantos que recibo por esa vía de conocidos que andan cabreros o desorientados con lo que vengo plasmando en este espacio.

Aclaro, antes de trancribir el texto, que evito las generosísimas consideraciones del amigo hacia el espacio, por esas cosas del pudor, que sin embargo, mucho agradezco.

Ahí va:

"Querido Galvan:

Lamentablemente sigo sin poder enviar comentarios al blog seguramente por ignorancia mia. Por eso te molesto por mail.

(...) te cuento que ayer terminé de leer el libro de Victor Hugo quien vuelve sobre el asunto del peronismo y los intelectuales que de algún modo define de una manera mucho más eficaz que la propia, la opinión que a veces tengo de los incorregibles.

Si bien es un libro muy sencillo, me impactó porque nunca me había sentido tan identificado en lo ideológico con ningún personaje público. Es emocionante los párrafos que le dedica a Raúl (Alfonsín) y a otros correligionarios. Te lo recomiendo sinceramente.

Sería bueno, como humilde sugerencia, que contemples la posibilidad de analizar sus reflexiones en el blog, ya que me parece que por la actualidad y mesura que tiene Victor Hugo, está menos expuesto a anacronismos y a exabruptos, que el amigo Georgie.

Debo reconocer que si bien las opiniones de ABC y Borges resultan en muchos casos atroces, (ej. Lo de Massetti y los estudiantes, fusilamientos, etc) no lo es menos que criticarlos desde el peronismo me parece que es un poco injusto.

Me permití un rápido ejercicio -ya que como a vos el tiempo no me sobra- para ver qué frases acuñaba el viejo líder en épocas mas o menos cercanas a aquellos años en que Borges comía –y nunca cenaba- en lo de los Casares.

Previsible hallazgo que transcribo tan solo como un ejemplo de los miles que descarto habrá:

Habría dicho el General “…en Nüremberg se estaba realizando entonces algo que yo, a título personal, juzgaba como una infamia y como una funesta lección para el futuro de la humanidad. Y no sólo yo, sino el pueblo argentino. Adquirí la certeza de que los argentinos también consideraban el proceso de Nüremberg como una infamia, indigna de los vencedores, que se comportaban como si no lo fueran. Ahora estamos dándonos cuenta de que merecían haber perdido la guerra. ¡Cuántas veces durante mi gobierno pronuncié discursos a cargo de Nüremberg, que es la enormidad más grande que no perdonará la historia!…”

Admitamos que al lado de estos muchachos que se sentaron en Nuremberg, Rojas Lonardi y el propio Videla, son mas buenos que (una amiga en común). Por supuesto que hay que confrontar la cita (pero si no es vero…)

A lo que voy: me cuesta un poco caerle tan duro a un tipo indudablemente valioso como Borges (sobre todo cuando inmediatamente luego de leerte a vos, repaso el poema de los dones o alguna otra genialidad similar) desde la victimización de los peronistas, cuyo máximo líder a la hora de elegir a su hombre de confianza, eligió a Lopez Rega. NO JODAMOS GALVAN¡¡¡. ¿se entiende?


Veamos.

En primer lugar, reitero mi gratitud ante el aporte, no sólo porque enriquece el espacio, permitiéndome a su vez explayarme sobre cuestiones que en algún momento afrontaré en el análisis que vengo haciendo de las raíces del pensamiento antiperonista, o gorila.

Ello, como dije no supuso nunca un rescate per se y sin beneficio de inventario a a expresión popular respecto de la que se constituyó -sin desmedro de que como anotamos la anatema de ese espacio no encontraba exclusivamente como centro al peronismo-, sólo que a mi juicio las ocurrencias, aberraciones, ideas, fobias, tics, de Borges y Bioy supieron traducirse en alternativas políticas empardabales con las perpetradas por los condenados en Nüremberg.

Perón. Qué decir de él que no se haya dicho ya.

Comienzo por algo que he elaborado desde un sector político ajeno al peronismo (por esas cosas de la costumbre, la genética, o lo que fuere, no podré ser peronsita nunca, aunque lo quisiese): el aporte Perón ha sido positivo, desde su cariz inclusivo.

Más allá del respeto y por qué no, el cariño que siento por Víctor Hugo Morales desde la consideración que reconozco a la honradez con la que sobrelleva una profesión en la cual ese atributo es más que escaso, y sin haber leído la obra, no me seduce el método de analizar críticamente a Perón desde su opinión acerca de los juicios de Nüremberg, que ambos lo sabemos, merecen críticas análogas a las manifestadas por Perón.

Aunque no se me escapa que Morales al recuperar esa opinión propone el supuesto "nazismo" de Perón, hipótesis abonada por Georgie y Adolfo hace más de medio siglo y siempre reactualizada por escribas del piné de Hugo Gambini o Uki Goñi, caballero de simpático nombre, dicho sea de paso.

Perón no fue nazi. Cometemos un error conceptual al calificarlo así, más allá de que se lo rescate o censure. Parafraseando a Osvaldo Bayer (de imposibles simpatías nazis o totalitarias), Perón fue un militar mitrista. Y un mitrista no sería nazi ni en un millón de años.

Cierto es que coqueteó con ciertos elementos de esa fuerza que se desmantelaba cuando él empezaba a gobernar, con no menos avidez que los insospechados de nazismo Stalin y Truman, aunqe tal vez que Uki Goñi pueda proponer lo contrario.

López Rega.

Sobre el punto viene escribiendo José Pablo Feinmann domingo a domingo en Página/12 y me remitiría a él, tal vez para gambetear un juicio demasiado severo hacia Perón, que no quiero formular, para eludir un enfoque personalizado en la persona Perón, en línea tal vez, con la idea de David Viñas que plasmé en otra entrada.

Juan Perón no me interesa tanto desde el análisis psicológico de su persona (mucho se ha escrito sobre su padre, hermano, madre, Nelly Rivas, Archie Moore, Gina Lollobrigida, las chicas de la UES, los sombreros "Pochito", las motonetas, su próstata y López Rega y ese repertorio que seduce tanto al bueno de Gambini) sino sobre el significado y efectos de su obra.

Me quedo con la transformación social (que con otros argumentos podrá ser tachada de deformación) que significó su movimiento como bisagra del siglo XX y la íntima relación que aquel tuvo con la tradición popular y democrática, sí democrática, de nuestra Argentina, encarnada por todos, por Yrigoyen o por Alfonsín.

Con los matices propios de las épocas y sus mentores, en todos estos eslabones hay una pretensión, una voluntad, popular. Un afán -más o menos resulto- de contribuir a un esquema inclusivo desde lo político y/o lo social.

Georgie y Adolfo y en especial, quienes eran alentados por ellos, apostaron a un proyecto excluyente, cuya reverberación ha sido la última dictadura tejida, esbozada, en esos los años de apogeo del paradigma gorila.

Si bien, querido amigo, anotás con picardía que Lonardi, Rojas y Videla, eran nenes de pecho al lado de los acusados en Nüremberg (a quienes, reitero, Perón desde su crítica a ese juicio, no rescata), diré que eran (y soy injusto con Lonardi), la misma mierda, con distinto olor o para decirlo con menos vehemencia, no tuvieron la ocasión de perpetrar en esa escala, las atrocidades del nazismo, pero insisto, eran de la misma hechura.

Por otra parte ratifico el sentido de mis comentarios reivindicativo de los peronistas, del pueblo peronista, al cual -despojado de todo giro demagógico- tributo un sentido respeto, desde el sufrimiento que le fuera infligido.

Por fin, no obstante el cariño, la identificación y el rescate que siento hacia Raúl Alfonsín, ciertos "homenajes" bien que extemporáneos me hacen ruido. Dejo a salvo a Morales, infiero que él quiso bien a Raúl, pero los cagatinstas de "La Nación", los de "Clarín" (así definidos por el propio Gallego), lo despreciaron y lo desprecian.

Lo usan a Alfonsín, ahora que está muerto y ya no jode. Lo despreciaron en vida, apostaron a su fracaso, auspiciaron su claudicación.

Como a tanto radicalito que en estos días usan para exhibir en sus páginas y señales televisivas (el módico Gerardo Morales, por todos), para ensañarse con un gobierno que aunque de malo tenga muchísimo, se lo ataca por lo bueno o dicho de otro modo, por la continuación que en la tardición democrática y popular que menté, significa.

Te agradezco el aporte y la seguiremos, porque la entrada, creo que se ha extendido demasiado.

6 comentarios:

  1. Mi gran amigo contesta la entrada de la siguiente manera en mi casilla de correo privada:

    "¡¡¡Galvan querido!!!
    La frase de Nuremberg no era de Víctor hugo sino que la saque de Internet. Releyendo el mail advierto que mi redacción es confusa.
    Quiero difundir tu blog entre varios personajes que acaso podran generar debates mas ricos que los que yo propongo. ¿Te jode?
    Como ultima gorilada otra vez reflexiono y te digo que comparto plenamente tu inquietud y asco frente a lo que es una nueva y lamentable ola destituyente contra este gobierno de la que nos arrepentiremos y mucho si es que surte algún efecto, sin embargo los únicos golpes de estado que presencie en mi vida fueron intentados y o consumados por quienes se autoproclamaron justicialistas (Ej: Aldo Rico, la CGT con sus trece paros, los saqueos de Duhalde, etc).
    Por eso: ¡¡No jodamos con la eterna victimizacion peronista!!"

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  2. Contesto a mi amigo, en varias partes porque la extensión de los comentarios debe ser reducida (hace media hora que intento participar, por lo que entiendo a quienes se refugian en el silencio).

    Eficaz, agudo estiletazo, que voy a intentar responder instando desde ya al amigo a que persevere en su intervención, desde ya que abriendo el espacio a todo aquel que quiera intervenir.

    Me impone la intervención del amigo el abordaje de una cuestión que aún no he definido bien, que maduro a medida que vivo, para ser puntual.

    No me considero apto, para ser quien lo defienda, aún cuando siento un enorme respeto hacia buena parte de sus líderes y a la masa que la integró, en especial porque según la etapa histórica, fue la que encarnó lo mejor de nuestra breve historia de apenas 200 años.

    O, en todo caso, fue víctima (en ciertas etapas lisa y llana) del odio de aquella que representaron Georgie y el amigo que le deba de comer.

    Los masacraron, de allí mi respeto.

    Cierto es que podemos desarrollar perversidades varias edificadas en los años de campeo peronista, pero entonces nunca se ha llegado a la sistematización verificada cuando mandaban sus enemigos.

    Salvo, tal vez, en tiempos del último Perón (el peor, por varias razones que viene desarrollando José Pablo Feinmann domingo a domingo en Página/12) aunque me permito inferir que precisamente -por esos desencuentros crueles de la historia- esa violencia la encarnaron los "infiltrados" del movimiento peronista, que no eran otros que los integrantes del ejército de criminales acaudillados por López Rega (por el mismo Perón, si querés), filosas espadas del gorilismo más duro y puro: el Crio. Villar, por todos.

    Porque más allá de esa reflexión, y como lo dijo hace poco uno de los peronistas que más quiero, don Antonio Cafiero, el peronismo ha dado para todo.

    Fuera por esa idea movimientista que encarnó Perón desde el vamos (muy parecida a la pretendida por Yrigoyen, dicho sea de paso) que incluyó de todo un poco, temperamento abrevado en esa figura que propone que a los ladrillos, además de agua y tierra, también se los hace con bosta.

    Y vaya si la hubo.

    Ahora, por esa tendencia mía a mirar al amigo tuerto del ojo derecho desde el perfil izquierdo, me cuesta, tal vez me sea inposible a esta altura del partido, reducir al peronismo -con su complejidad, riqueza y provecho en eso que denomino "tradición democrática y popular" de nuestro país- la mierda que proponían Adolfo y el impenitente comensal de su mansión.

    Diré, como colofón y aproximación a una idea que manejo con alguna tosquedad y tal vez en homenaje a ese talentoso de talento equívoco, que el peronismo ha sido el Aleph de nuestra historia reciente: todo estuvo allí.

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  3. (Sigue la respuesta al comentario del amigo)


    Insisto que, tal vez caprichosa, arbitrariamente, me quedo con lo mucho de bueno que tuvo, porque admite la construcción (o reconstrucción) desde su legado de algo mucho mejor que este panorama ruinoso que dejaron -en mi lectura- sus enemigos.

    Referís a ciertos episodios y personajes que a despecho de la profesión de fe democrática proclamada por estos peronistas, emprendieron aventuras "destituyentes" contra los dos últimos presidentes radicales: Alfonsín y De la Rúa.

    ¿Por qué Aldo Rico comulgó con este proyecto pretensamente progre, habida cuenta su estilo, ideario y prontuario?

    Cierto que es muy complicado contestar eso. Se me ocurre, como alternativa insuficiente al eficaz hachazo que propinás, proponer que en la concepción de Néstor Kirchner, la posibilidad de dar sustento al proyecto debía hacerse sobre la base de la estructura montada por Eduardo Duhalde en la provincia de Buenos Aires, teniendo muy presente el antecedente de De la Rúa.

    Y Rico estaba ahí. La mirada de Sabbatella, propone que ese tipo de maridaje conspira per se con la posibilidad siquiera de esbozar un proyecto de esa naturaleza.

    Digo, que aún con Rico a su lado, han sabido los K recuperar banderas apreciadas y necesarias de la mejor tradición progresista y popular, no obstante advierta la pobreza de la respuesta que propongo y confluya de alguna manera con la propuesta "posibilista" de Néstor Kirchner.

    Fue feroz la CGT con Alfonsín. Excesiva, irresponsable, durísima. Ahora, no ha sido golpista o destituyente. Cierto es que apostó al fracaso del gobierno radical (lo que no es poco), pero supo estar al lado de Alfonsín en sus horas más duras, en las cuales el sistema peligraba, precisamente, durante la chirinada de ese infame de Rico.

    El año pasado, los medios se solazaron con la propuesta que la presidenta Fernández hizo no bien se terminaron los comicios del 28 de junio, al proponer que la derrota no habían sido tal, o por lo menos no del estrépito que se proponía desde los medios y la oposición.

    En octubre de 2001, cuando una elección demolía al proyecto de De la Rúa, ese presidente dijo no haber perdido, porque el candidato no había sido él, cerrándose a toda opción de cogobierno con alguna de las versiones del peronismo triunfante o reformulando su gestión.

    Se refugió ni siquiera en su partido, sino en su hijo mayor.

    Me pregunto: ¿habilita una situación como esa, las maniobras cocinadas desde la provincia de Buenos Aires?

    Aunque también anoto que ese proceso tuvo carnadura desde el campo fértil que ese gobierno había habilitado.

    La seguiremos, amigo.

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  4. querido Galvan, como siempre lo suyo emociona por lo erudito.
    hago votos por que tengas razón en tus apreciaciones,.
    salud amigo.
    PD. hubo una silla vacia....
    fdo: Lúcido

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  5. Querido y lúcido anónimo:

    En estos días hubo otra silla vacía, parece que en eso hay una profesión de fe.

    Le agradezco la ponderación, desde el afecto común.

    Lo saluda con afecto,

    Galván.

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  6. Muchas gracias por su reflexión. Saludos.

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