lunes, 28 de octubre de 2013

Medio término.

Voy a dejar por escrito (no por nada retomé la escritura de este diario íntimo virtual) las impresiones que me han dejado las elecciones de ayer nomás, por las que se renovaron bancas en la Cámara de Diputados y en el Senado, de alcance más amplio, desde que (según se mire) miden la temperatura política del electorado de cara a las elecciones que siguen, las de 2015, cuando se elegirá quien suplante a Cristina Fernández de Kirchner.

Detesto las medias tintas, no obstante anoto que descreo en la sensatez de leer la elección como una catástrofe para el Gobierno Nacional, aunque tampoco considero sostenible el festejo de lo sucedido ayer por parte del FPV.

La nota distintiva a mi modo de ver de estas particulares elecciones es el predominio de nadie sobre nada: no han habido elecciones que hablasen tanto de la realidad cotidiana de cada provincia, sus electorados votaron según la coyuntura (aunque no estrictamente) predominantemente local. Y allí fincan las razones del contento de la alianza gobernante: no hay un líder opositor que se yerga como indiscutido aunque, tampoco hay un sucesor capaz de reunir en torno de sí, el portentoso 32% de los votos que a escala nacional supo cosechar el FPV tras diez años seguidos en el poder. Todo un prodigio.

Quizás porque resido por estos lares, considero a Cuyo la región que determina el signo del comicio, con resultados bien que repartidos en cada Provincia. Si en Mendoza el inexplicable Julio Cobos ratificó su predominio (con fuerte color local: fue Cobos quien en la mirada de tantos desafió la diKtadura del FPV -y la hizo tambalear-, había sabido antes gobernar aceptablemente Mendoza); los Rodríguez Saá volvieron a ser profetas en San Luis; en tanto lo sanjuaninos votaron con el corazón puesto en el último caudillo de la Provincia, ausente en las mesas electorales mientras lucha por su supervivencia. Triunfos, amplísimos todos, de cada uno de los referentes de organizaciones, frentes o alianzas bien distintas las cuales, es de prever, marcharan separadas dentro de dos años.

La Ciudad Autónoma de Buenos Aires también votó parecido: mirándose el ombligo, premiando a un administrador que se juzga eficaz (a diferencia de quien escribe, con poca compañía en su convicción) aunque ese líder menosprecie de un modo tan subrayado a ese electorado que lo acompaña con tanta fidelidad. Basta reparar en los patéticos festejos de esos triunfos (coreografías mediante) con destinatarios poco apreciados en su intelecto por parte de quien los viene urdiendo desde hace muchas (demasiadas) elecciones ya.

O quizás, las razones del voto a los candidatos de ese sector haga pie  en la abominación de ese electorado al kirchnerismo, ámbito en la cual hace carne -evidentemente- la prédica del principal enemigo del Gobierno Nacional, el multimedios Clarín, prédica que contribuyó a la importante derrota de Daniel Filmus a manos del pragmático Solanas, que debe sentirse satisfecho con la opción que tomó cuando tiró por la borda cierta coherencia ideológica que supo sostener por décadas, con un premio por el que había perseguido tanto del brazo de aliados a los que siempre abominó. Como sea, al advenedizo Solanas, un electorado que siempre le desconfió lo premió (y cómo), aunque en verdad lo haya elegido para evitar un mal mayor.

Es notable el desempeño de los candidatos del FPV en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, siempre pobre, desde 2005, incluso, cuando Néstor Kirchner reunía adhesiones en la capital por encima del 85%; siempre se lo confinó en elecciones locales o nacionales, con la excepción de 2011. La sorpresa parte de que no hay argentinos que se hayan beneficiado tanto con el modelo kirchnerista como los de la Ciudad de Buenos Aires, cuyos vecinos (entre tantos beneficios) desde 2003 (¡!) pagan chauchas y palitos por el gas, el transporte, la luz y el agua; a diferencia de quienes no cuentan con dos de esos servicios (en especial el del gas) que deben sufragar costos altísimos por las garrafas que consumen, electores que supieron acompañar, paradójicamente, al FPV. Privilegios que esperamos, se acaben  más pronto que tarde. No es cuestión de privarles (nuevas) razones para oponerse al Gobierno Nacional.

Al igual que en el resto del país, en ese distrito, los sectores menos favorecidos son los que más leales al proyecto gobernante, lo que se desprende de los resultados discriminados en comunas que puede consultarse en "resultados.gob.ar". En el rubro "Diputados Nacionales": "Union PRO" y "UNEN" se repartieron las comunas, prevaleciendo la Cochonga (hizo una gran elección, parece haber recuperado el voto delarruista que supo serle esquivo). Se impuso en las Comunas Nº 5,  (Boedo y Almagro); 6 (Caballito), 7 (Parque Chacabuco y Flores), 10 (Floresta, Versailles, Montecastro y Villa Luro), la 11 (Villa Devoto, Villa del Parque y el pago de Omar Ferrari); Bergman, en cambio, prevaleció en las más acomodadas y en Liniers y La Boca. El FPV, fue relegado al tercer lugar en todas, menos en dos: la comuna 4 (La Boca, Barracas, Parque Patricios, Pompeya y más allá la inundación) y en la comuna 8 (Villa Lugano, Soldati y Villa Riachuelo), donde peleó un primer lugar que perdió por poco.

De sur a norte, los candidatos del FPV fueron perdiendo votos progresivamente según el ascenso cardinal. En la categoría "Diputados Nacionales", en la Comuna 8 (la más pobre de la Ciudad), la lista encabezada por Juan Cabandié obtuvo el 34,30% de los votos; Comuna 9 (Mataderos, Parque Avellaneda): 26,88%; Comuna 10 (Liniers): 22,26%; Devoto (comuna 11): 20,15%; Comuna 12 (Saavedra, Urquiza y Coghlan): 19,69%; Comuna 13 (Belgrano, Núñez y Colegiales): 13,91%; recupera pocos votos en Palermo (Comuna 14): 15,10% y cae a un piso de 12,11 % de los votos en la Comuna 2, Recoleta.

Curiosidades de la composición del voto al margen, nada parece sencillo al momento de evaluar qué nos ha dejado la elección de hace unas horas nomás, quizás se pueda coincidir en que nos deja incógnitas abiertas hacia lo que viene: nadie puede arriesgar (sin exponerse al ridículo) qué pasará a partir del 10 de diciembre de 2013, cuando asuman los electos, se vayan los que no han podido renovar sus bancas (en lo personal lamento la salida de Filmus, pena que se neutraliza con la salida -esperemos que por siempre- de una inmundicia de apellido Olmedo, oriundo de Salta) y sigan los que están.

Si seguirán ocupando los espacios políticos que hasta el 26 de octubre venían integrando, en especial dentro de las tiendas del peronismo.

De ello dependerá lo que viene, si es que Cristina gobernará una transición (sí que lo es) ordenada de cara a la Presidencia que suceda la suya o, en cambio, si la oposición en el Congreso, cuchillo y chaira en mano, nos depara un bienio insoportable.

La entrada se ha hecho larga, la Provincia de Buenos Aires (los soprendentes resultados electorales de esa Provincia, por lo menos para quien escribe) merecerán alguna que otra reflexión en una próxima.

Como sea, no deja de ser relevante y grandioso que se haya votado una vez más.

Que sigamos con esa feliz y sana costumbre de votar cada dos años, ininterrumpidamente desde 1983.
Por más que el resultado le deja a quien escribe un sabor demasiado amargo.

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