domingo, 21 de junio de 2020

Diario de la curentena. Día 93.

El día 93 vino siendo tan o más pesado, querido diario, que los que le antecedieron por una razón esencial: el tiempo será veloz como escribió un poeta contemporáneo, ma non troppo.

Todos y cada uno de los síntomas que anticipé al inicio de la escritura en tus páginas, cuando calculaba que el encierro duraría un mes y medio, pesan sobre cada uno de nosotros, sufridos mortales, a poco más de tres meses de cuarentena.

¿Qué hacer, entonces, todos nos andamos preguntando, superados ya los tres meses de encierro?

Entre esos todos, está presi salva-vidas a quien hace algo menos de tres meses critiqué fulero. Lo hice cuando se cantaban loas a su mandato desde las tiendas menos pensadas, o aquellas...

Qué buena noticia: te dejás de joder con Mariano Rosas, Mansilla, Zeballos y la cajeta de las madres de todos ellos. Un alivio, Garcete, para todos, empezando por mí. Te quedó grande el sayo, parece...

Puede ser, querido diario. Para que no sea tan plena tu alegría: sólo por hoy freno la retrospectiva. 

No tengo tiempo, o al menos no sé cómo administrarlo. 

Sabés que hoy tuve que consagrar cuatro horas a la lectura de un texto que me hicieron llegar para que hiciese una devolución. También sabés que mientras escribo, un conocido me hace llegar 42 (cuarenta y dos) fotos con capturas del chat con su novia-amante para que opine no sé qué. 

Conocés también mi manía de preparar cada una de las clases que dicto como profesor del CBC; que quiero reescribir un relato y no hallo la inspiración necesaria (estoy como para); que la espalda cada vez es menos tolerante conmigo; que el tele-trabajo destroza mis nervios y mi salud física y mental y miles de etcéteras que me imposibilitan sentarme y escribir sobre un tema tan delicado como el de la mirada civilizatoria sobre la barbarie salvaje de los ranqueles a fines del siglo XIX...

Te cagaste, bebé. Te cagaste. Llamalo como quieras. Y gracias a Dios. Estabas escribiendo al pedo: no te lee nadie. Cansaste a todo el mundo. Hacés bien, volvé a lo tuyo: a Viale, a Sofovich. O dejá, mi amor... Dejate de joder.

No escribo para multitudes (muchos han escrito y siguen escribiendo reseñas mucho más logradas, documentadas y rigurosas sobre un tema tan transitado, yo me dedico a divulgar entre gente querida), lo mío es módico. Siempre.

Por aquello en lo que creo como en los misterios del cristianismo: menos siempre (pero siempre) es más.

Y, a partir de este momento te llamás a silencio, querido diario.

Escribía, antes de una nueva intromisión tuya, querido diario, que los efectos de este encierro tan extendido comienzan a extenderse (redundar, redundo siempre) en millones de personas.

Y conjugan con un escenario nacional (y planetario) demasiado jodido.

Todo está muy complicado, querido diario.

Digamos que: un presidente que tenía un proyecto de país, tuvo que metérselo en el culo a las semanas de asumir a causa de una pandemia de alcances y consecuencias insospechadas.

Ese presidente, ordenó una medida drástica y audaz: la que motivó el inicio de estas entradas interminables. Todo sugiere que uno de los torpes vaticinios que dejé caer, habrá de cumplirse: en casita hasta los Carnavales del 2021.

Quizás no haya alternativa y aunque ingenio no sobre para enfrentar este escenario, que no vivieron nuestros padres y tampoco nuestros abuelos, se avanza en un sentido, digamos, plausible.


O mejor, enfrente están los malos-malísimos de siempre.

Los usufructuarios de un país formateado por la dictadura militar de 1976 y 1983. Antes hubiera sido inimaginable que en la Argentina ni siquiera 20 viejas chotas salieran a protestar en defensa de los intereses de una empresa fundida que defraudó al principal banco estatal con la connivencia de quienes lo dirigieron.

Algún que otro mercenario a sueldo con patente de periodista defendería a esos canallitas; nunca un coro monocolor de todos los medios de comunicación relevantes.

Mienten con un descaro inaudito, porque defienden un valor que está por encima de todos: la defensa de la propiedad privada. Como sea. No por nada se cargaron 30 mil personas. Y hacen valer esa victoria política y cultural.

Tanto descaro como el de una ex ministra que admite haber espiado ilegalmente a dirigentes opositores, arguyendo que la ley la autorizaba cuando esa norma y las reglamentarias afirman exactamente lo contrario.

Es grave (muy) lo que se investiga en Lomas de Zamora. Que esté en las peores manos, es otro cantar, pero los hechos que se investigan en esa causa son gravísimos.

Como los eran aquellos por los cuales estaba procesado Mauricio Macri antes de asumir la Presidencia, por los cuales sería desprocesado por quien todavía sigue cumpliendo funciones jurisdiccionales y se cree (y le hacen creer) que es un juez probo.

Es el único magistrado que avanzó en la investigación de esa causa que sobrevivió a los cuatro años de macrismo en su despacho, como pago a su retroceso en chancletas. Los tres camaristas que avalaron el procesamiento que había firmado ese juez, fueron removidos. Uno, por su cercanía a ese grupo político, despachado con cajas destempladas a un tribunal de menor peso y cuantía; otro jubilado de mala manera; el tercero: destituido por un proceso de juicio político. El fiscal que había requerido la elevación a juicio, removido de su cargo y al frente de una oficina burocrática de la Procuración.

A nadie (a muy pocos) pareció importarle esa retahíla bochornosa, perpetrada por quienes se dijeron (y se dicen todavía) defensores del republicanismo.

Ese tenor de cinismo, es el que manejan desde la oposición. 

Blanden sofisticadas armas para hacer caer al presidente salva-vidas, más pronto que tarde.

Que se mete sus goles en contra, claro que sí. No pega una. Lo entiendo: cuando sabés que están mirándote para que te caigas, tropezás. 

Si estuviese jugando al tenis, habría perdido un set con tres dobles faltas al hilo. 

Puede pasar, presi salva-vidas.

Y, como el administrador de este bazar austero te criticó con un desdén pavote enojado y sorprendido por ciertas medidas cuando estabas en la cresta de la ola; hoy, que se aprecia que los "amigos del campeón" te andan dando la espalda, desempolva su rifle de aire comprimido, pone a la manito los cuchillos de cocina que tiene, y alguna gomera que guardo de la infancia para defenderte, presi salva-vidas.

Aunque ni te enteres y a poca gente le interese, como bien me lo recordás querido diario siempre que podés.

Como no habría de defender a quien persevera en estos momentos aciagos (pre-aciagos, quizás) en la evocación a Alfonsín. Sin cálculo, le cuesta demasiado cara esa adhesión hacia adentro de la coalición de gobierno. 

En su cuenta de Twitter escribió recién, querido diario: "Cuando me preguntan cómo estoy y si pienso aflojar, miro este video del padre de la democracia y reafirmo mis convicciones. Por los que sufren, por los que esperan, por la gente que confía en nosotros y por la salud de la República seguiremos marchando. Juntos. Siempre". 

Aunque no me gusta la denominación a Alfonsín como "padre de la democracia", valoro el gesto, del recuerdo del discurso en la Convención Constituyente de 1994 que puede escucharse acá y de la renovada profesión de fe de presi salva-vidas en la ética alfonsiniana.

Volvé a Mansilla, melón. No te metás con gente con la que tenés que laburar. Te leen poquitos, pero siempre hay algún alcahuete... Sabés que no te va a pasar nada malo, pero te la van a facturar. Volvé a Mansilla, bebé...

Puede ser. Incluso que vuelva a Mansilla. 

Pero sabés querido diario, que creo como don Miguel de Unamuno que a veces callar, equivale a mentir.

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