lunes, 2 de julio de 2012

La suerte en sus manos

El día de hoy en lo personal, debería depararme otras inquitudes, que sin embargo afronto, no obstante desde que llegué al nuevo lugar en el que resido (desde donde, naturalmente, escribo estas líneas) he visto una y cien veces la foto que sigue, en la cual un personaje que desprecio con una pasión que debería consagrar a otros menesteres, lleva en andas a un pibe que juega en la séptima de San Lorenzo de Almagro.

El sujeto que lo alza para la contemplación de una platea extasiada, vino utilizando al pibe de rojo cabello para mufar a los arqueros que disputaban decisivos partidos contra el equipo que dirige ese canalla (dicho sea con todo respeto hacia los hinchas del querido Rosario Central, en especial, de Osvaldo Gandolfo).

La asociación entre mala suerte y gente de pelo colorado, nació (dizque) en la Buenos Aires antisemita de los años '10 y '20, cuando los nenes bien (cìrculo al qu nunca pertenecería por más que lo aspire como a nada el gandul que en la foto que reproducimos abre la boca y sube en andas al pelirrojo extasiado vaya uno a saber por qué carajos) recorrían -con éxtasis similar a los del pibe que abre sus brazos- a afeitar barbas largas de ese color, quemar templos religiosos y matar, lisa y llanamente a los rusos maximalistas que querían traer a estas costas la revolución de octubre del '17.

Sólo un sorete (para ser eufemísitico) como el proxeneta de barba candado que aparece en la foto puede pergeñar una bajeza como la de utilizar de un modo tan ruin a un deportista incicpiente que llevará de por vida el estigma de ser jettatore, aunque por estas horas, ciertos simpatizantes lo glorifiquen por ello.

Es indignante.

Tanto como corroborar, una vez más, que la suerte suele estar en las manos más abyectas.

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