jueves, 16 de agosto de 2012

Instituciones.


Oye, hijo, las cosas están de este modo 
Una radio en mi cuarto me lo dice todo 
No preguntes más 
Tenés sábados, hembras y televisores 
Tenés días para dar aún sin los pantalones 
No preguntes más.
Sui Generis: Instituciones,  



Uno de los tantos sonsonetes a los que el universo anti-K (no aludo a  los no-K, que son otra cosa y merecen el respeto de este espacio austero) reitera para demostrar que desde mayo de 2003 la República se ha postrado ante la voluntad omnímoda de un matrimonio despótico, corrupto y populista que arrasará con todo, es el del atropello del kirchnerismo a las instituciones, precisamente, republicanas.

Quien escribe, dicho sea de paso, se hace cargo de una opinión dejada en privado por un anónimo lector de este espacio (cobarde por partida doble, no firma ni hace pública su opinión tal vez, por temor a un ridículo seguro) opinión, contaba, consignada mediante un mail cobarde, que acusaba a este espacio como integrante de lo que aturdidos como ese cobarde, denominan blogósfera K.

Lo asumimos. Escribo desde un espacio que integra, feliz, la blogósfera K.

Quien lo anima se ufana de apoyar un estilo de gestión, un modelo, una propuesta política que con sus menos, contribuye a la consolidación de una democracia plena; de una República democrática.

Y pese a haber sido defraudado mil y una vez, deja constancia de ese apoyo, para que se sepa que opinó, que pensaba en los atribulados meses de la puja por una Argentina mejor al legado de la dictadura militar de 1976-1983.

Los principios de esa democracia plena fue sostenida por los referentes radicales del radical que escribe. Que encuentra tanto radicalismo -del mejor, por cierto- en este Gobierno, como tan poco en las filas del que sigue siendo su partido -según cantan los anaqueles de las fichas de los afiliados a la UCR- por razones insondables del alma humana.

¿Existe acaso, profesión de fe más solvente del afán constructor de una República con instituciones autónomas del Ejecutivo que el proceso de selección de los candidatos al Poder Judicial y a los Ministerios Públicos de la Nación, que el inaugurado por Néstor Kirchner a partir del decreto 222/2003?

Como la pregunta es retórica, la respuesta es innecesaria.

El proceso de selección de la abogada que hoy mismo ha comenzado su gestión como Procuradora General de la Nación, Alejandra Gils Carbó, es un ejemplo poderoso de lo que escribimos.

Postulada tras un desliz indefendible (la nominación del impresentable Reposo, sobre de quien nada más se escribirá) sorteó con solvencia el proceso de adhesiones, impugnaciones y audiencia pública que prevé el decreto que firmó Néstor al inicio de su Presidencia, a punto tal de -en estos tiempos de intransigencias no pocas veces bobas- se alzó con el prodigio de más de sesenta votos a favor contra tres en contra. Para una reseña del camino felizmente desandado por el oficialismo nos remitimos a la crónica del periodista, tan querido y respetado por los animadores de este espacio, don Mario Wainfeld (http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-201178-2012-08-16.html).

En ese trayecto feliz, la postulante recibió dos impunaciones de fuste: la del diario La Nación (idéntico a sí mismo) y de la Cochonga Carrió. En el recinto, los tres votos negativos a prestar el acuerdo requerido por la Presidenta, nacieron de senadores de la UCR. Tres apenas, pero radical el trío, que viene a ratificar lo que se escribió líneas arriba, dicho a partir de la lectura de los argumentos utilizados por esos senadores  para fundar su voto no positivo, hay pocos antirradicales más eficaces que los representantes de un sector de la UCR.

Como sea, recibimos con alegría -por qué no- a la nueva Procuradora General, por lo escrito, y en la expectativa de que será cualquier cosa, menos una Jefa de Fiscales dócil a la interferencia de ningún otro poder, sea político, sea poder de veras.

Al elegir el título de la entrada evoqué el tema homónimo de Sui Generis, cuya letra parcialmente transcribí al inicio de estos dislates escritos con honestidad intelectual.

Será cosa mía, pero creo que la tristeza de Sui Generis, de su letra, pero en especial de su música, constituye una de las expresiones más altas de uno de los argentinos más importantes, entre nuestros contemporáneos Carlos García Moreno I, quien al componer con ese registro bucólico pareciera  -repasado a cuarenta años de las composiciones- anticipar lo que vendría: mento a Rasguña las piedras como denominador común de la hipótesis temeraria que arriesgo, el más obvio, quizás.

Instituciones es otra cosa; tiene una densidad mayor e ironiza, cruelmente, acerca de ese tiempo, con las aristas proféticas que le confiero.

Instituciones expresivas de una opresión planificada, aquellas Fuerzas Armadas de milicos de escritorio como Lanusse, que con su gesto altanero, patéticamente triunfal, parecía advertir algo así como: No preguntes más.

Instituciones tan distintas a éstas, forjadas en este tiempo luminoso (y contradictorio, por cierto) nacido a fines de mayo de 2003.

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