miércoles, 9 de octubre de 2013

Tranquilo, viejo, tranquilo.



Pasó lo peor, para muchos, por lo menos. No pasó lo que muchos temíamos, lo que tantos (desgraciadamente, por ellos principalmente) anhelaban.

Y sí, fue un alivio que la Presidenta sortease una operación que todo el mundo (los que saben, por lo pronto) desdeñaban, pero que a muchos nos tuvo a maltraer.

Tiene razón Beatriz Sarlo: la enfermedad mueve conciencias y sentimientos, más allá de la leche con la que lo haya dicho anoche en los estudios de TN en el programa de la señora Morales Solá.

A muchos nos tuvo mal, angustiados el trance de una mujer que gobierna (y muy bien, en nuestra mirada) este país despiadado.

Siempre que veo 678, con el que muchas veces disiento, me pregunto por qué carajos lo hago, si me deja tan violentado, al oír tantas cosas tremendas, al palpar el odio de tantos y tantas, que no es la discrepancia, el disenso (válido, necesario, indispensable tal vez) en un sistema democrático.

Sólo que muchos tienen un odio jodido, inconcebible. Como ese personaje que está internado en el mismo sanatorio en el que se recupera Cristina, ese tipo corrompido, por donde se lo mire, que destila tanto veneno.

Y no se entiende bien por qué, porque al gordito no le ha ido tan mal. No quiero decir que tenga el imperativo de ser kirchnerista por haberse forrado (más que nunca) en estos años, lo que no debe determinar que tenga que adherir al gobierno o dejar una prédica ultra en contra de ese gobierno y de la persona de la Presidenta.

Conozco gente que en 2003 vivía del trueque y ahora tiene auto nuevo y casa nueva y empleo y no es kirchnerista. Señoras que no han aportado un mango al sistema previsional y cobran una jubilación, y no son kirchneristas. Son anti-kirchneristas y se rasgan las vestiduras protestando por el uso de la plata de los jubilados.

Aunque parezca hipócrita (desde la ironía a la que he apelado para aludir a personas que conozco de carne y hueso) es válido que no adhieran, incluso que sean tan ultras.

Sin embargo no se entiende (aunque conozcamos las razones) por qué tanto odio.

Dirán que lo genera Cristina. Tal vez. No entiendo cómo, pero quizás así sea; aunque sabían odiar antes de Cristina. La puta que odiaban y sabían hacerlo: negro de mierda, puta de mierda, puto de mierda, mogólico, grasa, villero, todos calificativos que desde siempre proclamaron las lengüitas de quienes odian a Cristina.

Insisto, porque quiero ser claro: no todo el que no adhiere odia.

Ni Margarita, ni Ricardo Alfonsín, ni Hermes Binner, ni Pino Solanas odian. Se oponen irreductiblemente, muchas veces con argumentos sólidos que hay que atender, pero no odian. Sarlo, no odia. Discrepa, fuerte y mal, pero no odia, porque sus razonamientos, aunque irriten, son precisamente, razonamientos y el odio nubla.

Podría hacer una larga lista, que incluye al gordito convaleciente, los conocemos a todos y a todas.

El odio nubla, los ceba a los odiosos odiadores y quizás, el tiro les salga por las culata. Porque quisieron lastimar a Cristina publicando una foto en la que se la ve muy angustiada ingresando al sanatorio en el que se la operaría y eso, tal vez, genere empatía en aquellos y aquellas que precisamente no adhieran a ella. Porque como dijo Sarlo, la enfermedad conmueve y acerca.

Lo notable (y esto quería escribir y para variar me fui por las ramas) es que el odio los deschava. Muchos protestaron, se burlaron incluso, de que las denuncias destituyentes eran fantasías o mentiras alevosas del gobierno. Que la oposición toda estaba compuesta por prohombres (y promujeres, habrá que escribir), respetuosos de la ley y de las instituciones y que era el afán dictatorial y hegemónico de Cristina el que nublaba el entendimiento y hacía ver en todo opositor a un destituyente.

Con todo esto, mostraron la hilacha. Volvieron a mostrar la hilacha. Y resulta que el vicepresidente Boudou no está en condiciones de reemplazar temporariamente a la Presidenta. Deberíamos preguntarnos entonces, para qué carajos fue electo, si la razón de ser de ese cargo inconcebible es ese, más allá de ciertas tareas menores que le asigna una Constitución que maltrata demasiado a ese cargo.

Y a la mierda con la instituciones, la República, la democracia y la mar en coche: como Boudou anda en moto, es un chorro (un impresentable, según el indefinible Leuco, calificativo por demás estúpido y carente de todo rigor, dado que no se me ocurre cómo puede ser presentable uno; fue más astuto, cuando lo motejó de mamarracho), por la sencilla razón de que el gordito convaleciente lo condenó en su programa hecho de operaciones políticas inconsistentes, faena que le dio pie al gordito a hacerse pagar una estadía en el paraíso natural de Seychelles pagado por las finanzas del grupo Clarín.

Nadie ha sabido explicar por qué Boudou no puede ejercer temporariamente la Presidencia, a la espera de la recuperación de Cristina.

Quizás todo se circunscriba a que se prefiera en ese lugar a Norma Morandini o a Javier González Fraga, con el detalle que las fórmulas que se presentaron a elecciones sacaron muchísimos (pero muchísimos) menos votos que la que integraba Amado Boudou.

Una vez más vuelvo sobre aquello de la torpeza de los odiadores odiosos: se les está yendo la mano. Muchos y muchas que han votado en contra quieren un cambio, pero no votarían las condiciones para un derrumbe.

La democracia, que le dicen.

3 comentarios:

  1. Hora, siempre tan claro lo tuyo. Uno tambien se pregunta por que tanta falta de tolerancia, por que tanto odio, maxime teniendo en cuenta que los que odian pareciera que no les va tan mal. Los que tienen guita ni se tienen que preocuparr problema por odiar, siempre van a tener guita. Te diria que el odio del que hablamos proviene de una clase media que no la esta pasando mal, y que no se exactamente que espera, porque dificilmente vayan a salir de ese estado de clase media. Sera envidia de los de una clase economicante menor que estan pudiendo arrimarse a la clase media? Vaya a saber. Espero nos veamos pronto, besos!
    Tia Dorys

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  2. Te felicito Horacio!!!!que locuazidad para descriibir a ese sector del pueblo argentino
    que ha tomado como emblema el odio,la mentira.la difamacion y sobre todo la envidia.Pero por suerte existe bastante gente como vos

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  3. Muchas gracias por los generosos comentarios. Como siempre, coincido con la querida Tía Dorys.

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