miércoles, 30 de diciembre de 2009

Crispaciones


Un par de noches atrás, me detuve a escuchar a la Dra. Elisa Carrió.
Era entrevistada durante uno de sus acostumbrados raids televisivos.
Esa constante la erige, en ese ámbito cuanto menos, en una referente sino excluyente, cuanto menos ineludible de la oposición política al gobierno de la presidenta Fernández de Kirchner; no obstante la austera cosecha electoral de su reciente candidatura.
Durante esa entrevista Carrió, dejó a salvo una vez más su disenso categórico con el gobierno nacional, anticipando –fiel a su estilo- la inminencia de una crisis agonal del sistema que impugna con su conocido estilo; caracterizada, según dijo, por el afán de sectores del gobierno nacional en producir una suerte de “auto-golpe” que beneficiaría al sector político gobernante, alternativa, que a mi juicio, no supo justificar.
En el marco de este estado de cosas, y en resguardo de los compromisos políticos asumidos por el Estado argentino en el ordenamiento internacional, según dijo, se dedicó a repartir notas en sendas embajadas de Estados del continente y europeos, a fin de reafirmar la vocación de su partido y de ella misma, en el sostenimiento del sistema democrático.
Algo comprensiva –según se lea- con la presidenta Fernández de Kirchner (a quien caracterizó como una “víctima” de su antecesor y esposo, mediante elucubraciones psicológicas de vuelo y rigor opinables) manifestó la necesidad de que culmine su mandato y la vocación del sector político que representa, cuanto de aquel que denominó “la oposición”, en facilitar esa culminación, dejando a salvo que el problema del país era, sin eufemismos, el “peronismo”.
Por fin, o cuanto menos desde las impresiones que sus conceptos me dejaron que evoco de memoria, reconoció amenazas externas al propio partido gobernante, proclamando su voluntad pacificadora desde la prédica que sostuviera de un tiempo a esta parte, resumida por la dirigente en el imperativo de “desmovilizar” a la sociedad, instando a la “gente” a que “se quede en su casa”.
Como se entrevé, esta nueva opción de la versátil Dra. Carrió me impresionó desde muchas aristas, por todas: la apuesta a la desmovilización o en ese mismo andarivel, la impugnación de las movilizaciones verificadas días pasados en la ciudad de Buenos Aires como un estado de “caos”, que debía evitarse.
Así Carrió se ubica antagónicamente a la tradicional prédica de los movimientos nacionales argentinos que desde siempre han apostado a la movilización popular como acicate. El anatema al “pueblo en la calle” reafirma una postura ideológica y política que viene cultivando de un tiempo a esta parte y que parece ser definitiva. La ecuación es astuta a su vez: que se vea la política por TV, ámbito en la cual la diputada electa resulta, indiscutidamente, imbatible.
Sin desmedro de ello, cabe darle crédito, por lo menos yo lo hago desde mi comprobación, a la referencia acerca de la antipatía de la “gente” a la Presidenta y a su esposo, aunque evitó en este caso vaticinarles el final de un dictador rumano o repetir lo que había sostenido en el programa “Hora Clave”, que la “gente en la calle los quiere matar”.
Esa ojeriza es cierta, afirmación que no pretende justificar el uso que Carrió hace de él o por lo menos, el modo mediante el que lo expresa.Y propongo discutir por qué de ese desamor de ciertos sectores.
Si es causa o consecuencia de una prédica mediática demasiado visceral, sumamente crispada (véanse las notas que sugiero consultar), las razones de su génesis.La posibilidad de superar este estado de cosas, que tan alejado está de un ideal de democracia consensual.
Notas relacionadas:"Demasiado silencio", por Eduardo Sigal, Página/12 (13/11/09) http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-135219-2009-11-13.html"Bicentenario, tumbas y estatuas", por José Pablo Feinmann, Página/12 (8/11/09)http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-134916-2009-11-08.html"El mano a mano que selló la paz", por Joaquín Morales Solá, La Nación (12/11/09) http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1198534

2 comentarios:

  1. "Y propongo discutir por qué de ese desamor de ciertos sectores." A ver, el desamor de los ciertos sectores: en primer lugar una lectura de los resultados electorales más recientes, desnudan que ese "desamor" tiene su núcleo de concordancia en los centros urbanos de los distritos electorales mas importantes del país -ahora ampliado a algunos "ilustrados" sectores del campo-. No resulta reñido la historia trazar una comparación con los resultados electorales que tuviera el primer y segundo Peronismo, donde se revelan que siempre a los movimientos populares fueron reñidos con las polis ilustradas. Además coincidentemente con tu linea de razonamiento, o de provocación es justamente allí donde más se consumen las "prédicas mediáticas demasiado visceral, sumamente crispada". Reflejo de esto puede ser los datos que se toman en cuenta para medir el famoso "rating". Esto para mi y sin la profundidad que el tema merece, puede resumirse en que, nada ha cambiado respecto de la mirada de lo popular, palabra que hoy pareciera patrimonio de sectores de izquierda, pero que en nuestra historia fueron representados en las máximas autoridades, por fuerzas políticas distintas al "socialismo" como son los casos de Yrigoyen y Perón.
    Por lo tanto, insisto, creo que por ahí está la clave de la sensación que transmiten las empresas que se dedican a ganar dinero con la información y que al responder a la lógica de sus objetivos intentan maximizar sus beneficios económicos, sin más,por eso cada vez que peligre en algo sus dividendos o que vean que alguien puede acceder al poder para mejorarles la situación, van a trabajar duro para ello...
    Se entendió? creo que no, pero no importa, cumplo con mi palabra empeñada a un amigo y empiezo en este sano, pero para mí nuevo, ejercicio de escribir lo que se piensa,
    saludos,
    Av. El Cano

    ResponderEliminar
  2. Se entendió, hermano querido.

    Veamos.

    Adhiero en parte a tu razonamiento, aunque esta realidad (Lerner dixit) tirana, se nos ríe a carcajadas. O por lo menos a mí, se me caga de la risa.

    Entiendo poco lo que pasa. O prefiero no entenderlo, porque todo -en el espacio de la oposición al gobierno de la presidenta Fernández- es demasiado patético desde ambición, nimiedad o ceguera, según sea el caso.

    Muchos son los aspectos de este proyecto que motivan en mí alguna discrepancia puntual. Sin embargo leo (y tal vez me equivoque) este tiempo sorprendente y auspicioso que se nos presenta como la piedra de toque para el avance sobre ciertos sectores -hasta hace poco-considerados omnímodos.

    Cierta es la ojeriza histórica que los sectores urbanos tributaron a los movimientos populares, en particular al peronismo.

    Las razones de ese temperamento son muchas y me explayaré sobre ellas al momento de culminar el repaso de la obra filmográfica de Pino Solanas que he encarado como bálsamo al ante sus posturas políticas actuales.

    Pero en este caso hay algo más. Te consta que desde sectores del propio peronismo se la detesta a la Presidenta, con pasión digna de mejor causa, aunque mediante una apoliyada cachaza macartista.

    Y no comprendo por qué. O mejor dicho puedo comprenderlo, como dije, aunque lo evito tal vez, para morigerar mi desagrado.

    Para decirlo claro: la Presidencia actual significa políticamente un salto cualitativo en materia de -echemos mano a un concepto olvidado- soberanía política.

    Las iniciativas, plasmadas en hechos en algunos casos, frustradas en otros, rescatan la tradición del mejor Raúl Alfonsín, para acudir a lo más rescatable del período iniciado en 1983.

    Pero lejos de ser considerado un avance del poder político sobre los intereses creados que nunca han contribuido ni contribuirán al bienestar de las mayorías, se repite muchas veces irreflexivamente el discurso que esos sectores propalan en defensa de sus intereses, heridos por primera vez en 25 años.

    La seguiremos más adelante, calculo.

    Te agradezco muchísimo el aporte.

    ResponderEliminar