martes, 21 de agosto de 2012

Adoctrinamientos.


Al evocar los años de mi juventud (atormentada, infeliz, también) no me reconozco, al releer escritos almacenados en una PC descangayada o impresos en un papel amarillento por el paso de los años.

Era joven y cultivaba un gorilismo que sólo puedo entender, en esta evocación sorprendida, en el rechazo visceral que le tributé al peronismo, durante mis años jóvenes, el de Carlos Menem.

Al reflexionar sobre esa particularidad recordé mis entrevistas preparatorias de un ensayo biográfico sobre don Arturo Illia que nunca terminé (ni pienso hacerlo, por razones que sería demasiado largo explicar y no dejo caer -por ahora- en este espacio de públicas intimidades), algunas de las cuales repasé hace poco tiempo.

Por todas, una que aprecio especialmente, desde que involucra a un intelectual del radicalismo de mediados del siglo pasado de lucidez extraordinaria: Alfredo Concepción.

Fue entonces cuando, corría el año '98 o '99, lo visité un par de veces en su casa del barrio inglés de Caballito y lo atosigué con un interrogatorio al que se prestó con una tolerancia extraordinaria.

El recuerdo viene a cuento porque, lo verifiqué al repasar esa entrevista que tiene valor por las respuestas de  don Alfredo, le formulaba preguntas a partir de un antiperonismo que el entrevistado eludía con sutileza y elegancia.

Porque nunca fue gorila, don Alfredo, de allí aquella lucidez extraordinaria, motivo de algún trabajo que tengo en carpeta y espero afrontar más pronto que tarde.

La introducción viene a cuento de una cuestión sobre la que vuelve al antiperonismo cultural que ha emergido de sus cenizas en mayo de 2003, superado el letargo impuesto a partir del maridaje en el que se enredaron con aquel peronismo de Menem, por haber sido esa experiencia (paradójicamente) la responsable de la liquidación  de la obra del peronismo histórico.

Quien escribe, no concedía nada a Menem y su peronismo, al que le endilgaba todos los males del país, que habían comenzado (en mi análisis histórico de un gorilismo bobo) con Perón y su gobierno de los años '40.

Y entonces, cincuenta años después, nada me repugnaba tanto como los manuales educativos de ese peronismo, uno de los tantos sonsonetes del gorilismo bobo en el que militaba.

Me santiguaba pensando en esos niños que aprendían a hacer palotes y a leer como primeras palabras: mamá, papá, Evita, Perón.


Al día de hoy, no me convencen demasiado las razones que pudieron haber decidido la implementación de esos planes educativos; creo que ese culto a la personalidad que gobernó esos años trascendentes, empaña en algo la obra descomunal de aquel peronismo, única revolución que pueda considerarse tal en estas pampas feraces.

Sin embargo, impugnar desde mi radicalismo al peronismo por esos excesos constituía un ejercicio del antiperonismo más pueril, más funcional a los oponentes de los alcances de esa revolución social, los mismos del radicalismo de Yrigoyen.

Como toda tragedia se repite como farsa (dizque don Carlos Marx) este gorilismo reverdecido encuentra en este peronismo de Cristina Kirchner, tendencias de culto a la personalidad que aquellos gorilas bobos de los '90 impugnábamos en el de Perón y Evita; desde la advertencia de que en las escuelas del país se estaría adoctirnando jóvenes, adolescentes e incluso niños de edad del preescolar (la inauguración del jardín de infantes Monigotes de Colores, daría fe de ello, según TN), tarea que sería perpetrada -por orden de la Presidenta, desde luego- a través de La Cámpora,  bette noire de la oposición monigota.

Ha vuelto, sí, la política a las escuelas, con mucho vigor, post congelamiento de la era de la boludez, tras el renacer alfonsinista de los primeros '80s; alternativa que debe ser bienvenida, incluso si esa política llega de la mano de la discusión de cuestiones que no son estrictas al dictado de asignaturas y demás yerbas, como sucedió hace unas semanas en el Carlos Pellegrini, cuando se llegó a la medida -última, extrema- de la toma por disentir los estudiantes en el manejo de bufet del colegio o algo similar.

Sostenemos lo anterior, a despecho de la mirada despreciativa de ciertos peleles reaccionarios, en la evocación de otras luchas, de otras épocas, que involucraron planteos similares. Sólo por ignorantes, además de reaccionarios, puede condenarse la intervención política estudiantil en un trance de esa índole: la chispa de El Cordobazo, se encendió, precisamente, en la decisión de privatizar el comedor estudiantil de la Universidad del Nordeste.

Como sea, tanta berretada en torno a la politización de los estudiantes (que motivó una medida en el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires acorde a su ideología, ligereza y mediocridad) justifica esta entrada que, como se dijo, celebra que los pibes, gurises, changos y demases de este confín austral, recuperen ese terreno que le es propio; dando vuelta la página del escarmiento impuesto en tiempos no tan lejanos a otros jóvenes, que nunca dejaron de serlo, porque fueron prolija y salvajemente exterminados.

Que sea entonces, este renacer de la política estudiantil, una respuesta a tanto adoctrinamiento basura de cierto psicópata con micrófono que resume el perfil de esa generación en modelos como el fan de no sé quién, Charlotte Champagne y otras inmundicias.


4 comentarios:

  1. Excelente artículo, un pantallazo de esta realidad que tenemos y que nos avergüenza, este periodismo independiente que no tiene nada de ninguna de las dos cosas, esta demonización de la política en los jóvenes y la falta de respeto que sentimos los que apoyamos este gobierno por el sinfín de mentiras que diariamente publican estos medios nefastos. Alicia.

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    1. Gracias Alicia por tus palabras lúcidas y muy generosas para conmigo.
      Nunca vienen mal los mimos.
      Se la espera seguido.
      Le dejo un beso.

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  2. Candia, Georgina Laura21 de agosto de 2012, 1:38

    Comparto plenamente, yo milite en centros de estudiantes de la secundaria y de la universidad y nunca estuvimos ligados a partidos politicos, no le veo nada de malo, me parece que es participar de lo que uno quiere construir mas alla de las diferencias. Me tienen finita con los fundamentalismos

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    1. Gracias Georgina, por tu participación, como siempre.
      Coincido, por lo que me limito a agradecer y dejar besos.

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