lunes, 11 de junio de 2012

La audacia.

El viernes por la tarde comentábamos con un amigo querido (que casi nada quiere al proyecto gobernante) acerca de la aptitud del kirchnerismo para enmendar pasos en falso.

Aludíamos, por cierto, a la nueva candidatura que  propone la Presidenta para sustituir al renunciado Dr. Righi al frente de la Procuración General de la Nación, la de la Fiscal Alejandra Gils Carbó, en reemplazo de la incomprensible (e indigerible) del síndico Daniel Reposo, cuestión que en la edición del diario "Página/12" del día de ayer evaluó con la pluma exquisita y precisa don Horacio Verbitsky (ver: "De la necesidad, virtud: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-196070-2012-06-10.html).

El amable contrapunto, nos llevó a otros terrenos en los cuales se supo proceder de ese modo: retrocediendo respecto de alguna medida que se presentaba inconveniente y podía poner en riesgo otros valores, bien que innegociables, por todos, el retiro de la propuesta de reforma constitucional para la reelección indefinida de ciertas gobernaciones a partir de la derrota en Misiones, del gobernador Rovira ante el opositor Piña, allá por los inicios de la Presidencia de Néstor.

Esas enmiendas son otra razón para seguir apoyando este esquema, que a quien escribe lo deja muy cómodo parado en esta vereda. Como escribió Verbitsky, ha sido el mecanismo de sentido republicano, institucional y popular que impulsó Néstor al inicio de su mandato para la selección de Magistrados, la que selló la suerte de Reposo; ámbito en el que una vez más, este espacio político tiene una fortaleza de una solidez incomparable, quizás, en toda nuestra historia.

¿Hubo acaso un solo gobierno que desde el predominio de la escena política haya impulsado la limitación de miembros de la Corte Suprema de Justicia, además que el del populista Néstor Kirchner? La pregunta es retórica, por lo que la respuesta es obvia y las bondades de ese temperamento respetuoso sin cortapisas de la institución limitadora del poder del Ejecutivo y el Legislativo, en su conformación y ulterior desempeño, el argumento irrebatible ante tanto cacareo de avasallamiento a las instituciones del país.

Cierta oposición reclama que la Presidenta admita que se equivocó al nominar a Reposo para la Jefatura de la Procuración General de la Nación, cuando al proponer a una candidata de perfil antagónico al de esa grisura de progenie radical (que se dice admirador de Raúl Alfonsín y en su desmesura absurda no trepida en revisar -mal, como todo lo que ha hecho desde que salió a la luz pública- el certificado analítico de estudios de quien ya no está entre nosotros para contestarle) no haga más que reconocer su error y enmendarlo del mejor modo.

Digo  más.

Otro atributo de este espacio que me subyuga es la capacidad (parafraseo nuevamente a Verbitsky) de hacer fuerza de flaquezas, como quedó demostrado en 2009. Atenta contra el sentido común político que, encontrándose en desventaja, el kirchnerismo vaya siempre por más.  Fue a partir de esa cuasi derrota electoral que este modelo ha propuesto (hasta este año) las reformas más audaces, más impensadas: Ley de Matrimonio Igualitario, Ley de Medios Audiovisuales, recupero de los fondos de pensión de las garras de las AFJPs. Perdieron la mayoría parlamentaria y fueron por más.

Me permito la odiosidad de comparar ese contexto con el que tuvo que enfrentar otra administración de sello partidario distinto pero esencia tan similar: la de Raúl Alfonsín en 1987, que a partir de la derrota de septiembre de 1987, prepara la retirada. Razonable, quizás, a juzgar por las condiciones políticas, sociales y económicas que tenía que afrontar ese radicalismo gobernante que después de esos comicios sólo retiene dos de las 22 gobernaciones de entonces. Néstor y Cristina, en cambio, lejos de retroceder, avanzaron. Quizás (eso prefiere pensar el radical que escribe esta página) merced a los cimientos echados en aquellos años tan duros, no obstante defina un perfil, un ADN, tan distinto en cuanto a la indispensable osadía política que debe tener una propuesta que se proponga desde el imperativo de construir una sociedad más igualitaria, más inclusiva, con o sin dólares para los pequeños ahorristas.

Proyecto que, a diferencia de ciertas medidas menos felices que tantas otras, supo retroceder cuando entendió que había equivocado el rumbo.

Y que por la fuerza de las convicciones y principios que sostiene nunca ha retrocedido en terrenos desde los cuales no se puede volver atrás: Derechos Humanos, políticas de igualación social, endeudamiento externo, ajuste.

Será por todo eso, que uno se siente tan cómodo, tan feliz, parado en esta vereda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario