sábado, 20 de marzo de 2010

La mujer araña.



En alguna de las entradas evoqué el uso fotográfico como eficaz recurso periodístico, explotado otrora, en mi recuerdo por el diario “La Nación” en tiempos de Raúl Alfonsín y Carlos Menem, en mi memoria al menos.

Sabe usarla “Clarín” reiteradamente en perjuicio de la Presidenta de la Nación; “Página/12”, se ensaña con Elisa Carrió.

La expresividad de una de las dos personas retratadas en la foto que ilustra la entrada, la actitud del otro, son elocuentes, dice mucho.

Tomada mientras la líder de la Coalición Cívica porfiaba para que sus dirigidos de su espacio, como Adrián Pérez, retratado de espaldas, y de otros partidos de la oposición, embarcados en esa estrategia inconcebible de seguir las propuestas de esa dirigente inconcebible, inmejorablemente definida por Horacio Verbitsky como la “mujer araña” de la política argentina (“El Grupo Ahhhh….”, Página/12, 14 de marzo de 2010)

Reparemos en el rictus de Carrió, expresivo de su fastidio ante una propuesta de Pérez (infiero, contemporizadora o cuanto menos alejada de los incendios que promueve y desea su jefa política) que no ocupó de disimular aún en el espacio público del recinto de la Cámara de Diputados, alternativa que sin descuido, presupone dejar mal parado desde un desprecio demasiado evidente, hacia quien ella designó como presidente del bloque de legisladores de su espacio.

Si bien discrepo de plano con la agenda, el discurso y las propuestas de los legisladores de la Coalición Cívica y afines, algunos de ellos aparecen con una potabilidad tolerable respecto de otros tan indigeribles como la jefa por todos, Fernando Iglesias.

Adrián Pérez por caso, la Marcela Rodríguez, ambos retoños de la UCR (el primero surgido de las filas de la Franja Morada de la Facultad de Derecho, la otra de la juventud radical de Vicente López, bajo el ala del “Japonés” García) pintaban mejor. Se han formado para algo distinto que para petimetres de esa política mediocre y perversa que hasta dar el último suspiro no va a dejar de trabajar por esa meta imposible de ser Presidenta del país y en su afán, arrastrará a unos cuantos.

Vuelvo a reparar en el pobre Pérez en la foto, porfiando con una dirigente que nada quiere saber de la propuesta que le hace saber sin cuidarse de la trascendencia de ese desprecio; evoco a Rodríguez tartamudeando durante su intervención en el debate por la Ley de Medios Audiovisuales, olvidando su trayectoria, teniendo bien presente la orden de su jefa de alzarse en defensa del multimedio presidido por una mujer que en tiempos tenebrosos “adoptó” a dos hijos de manera ostensiblemente irregular, que de acuerdo con el mandato de la jefa de Pérez y de Rodríguez, deben ser considerados hijos suyos.

Sobre esto último, recuerdo una intervención de Carlos Raimundi, dirigente también de extracción radical que pronto supo irse del espacio dirigido por Carrió, cuando acertadamente propuso que de manifestaciones como aquéllas no había retorno, con lo cual coincido y de otros aliados que más pronto que tarde supieron romper con ella, Alfredo Bravo, por caso, quien al igual que Raúl Alfonsín murieron lúcidos y con el peor concepto de su otrora compañera de ruta.

Le dedico demasiado tiempo a Carrió, presumo que desde la antipatía que le tributo, aunque interesado respecto del rol que auspicia contrastante con el de la oposición en un sistema consensual y las consecuencias que supone la que encabeza Carrió para el devenir de los meses (las semanas, incluso) que vienen.

Esa propuesta de una intransigencia total, opuesta a la prédica de Raúl Alfonsín, quien desde su lecho de muerte propuso: “Es imprescindible que nos demos cuenta de que debemos trabajar juntos. Es necesario el diálogo, pero no es simplemente diálogo entre gobierno y oposición, que es diálogo también dentro de la oposición, pero que se caracteriza fundamentalmente por esa presencia del gobierno en el diálogo que no puede, de ninguna manera, sentirse el realizador definitivo de la Argentina del futuro porque haya ganado una elección”.

En tal sentido, que Carrió desoiga la propuesta de Alfonsín no sorprende desde su desafío y encono de siempre, que en el caso del fallecido líder radical se expresaba en un aborrecimiento irremontable, de lo que doy fe, aunque sí sorprende que sea ignorado por ciertos dirigentes de su partido que dicen honrar su memoria.

Como fuera, Carrió y el grupo que la sigue desanda un camino de complejo retorno que persigue (aún con buenos modales) la interrupción del mandato de la presidenta Fernández, objetivo por sí solo que da el piné de la catadura política de sus perpetradores.

Sin embargo, luego de tantos desatinos, muchos comprobados, otros evidentes, sigue la mujer araña tejiendo la tela con la que sigue atrapando para su colección de cadáveres políticos a dirigentes novatos y otro demasiado curtido, que abusa de aquel recurso confesado de hacerse el boludo.

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