domingo, 7 de marzo de 2010

Nuremberg y Perón


Hace algunas entradas, mientras porfiaba con mi -inconclusa- aproximación a los intersticios del antiperonismo cultural, vía el pensamiento íntimo de Jorge Borges, contestaba a un amigo, que ha podido sumarse recientemente a este espacio, en relación con la supuesta condena que a Juan Perón le merecieran los juicios de Nuremberg celebrados por las potencias vencedoras de Alemania durante la guerra del '39/'45 y la evidencia de su nazismo en ese temperamento.

Disentía, por cuanto, defectos y miserias al margen, no era justo o mejor, era impropio y equivocado considerar que Perón había sido nazi, merced a esa crítica o sobre la base de la abundante faena investigativa colectada por Uki Goñi, caballero de simpático nombre.

Hoy, domingo 7 de marzo, José Pablo Feinmann se ocupa del tema en uno de sus exquisitos fascículos sobre la historia del peronismo y, creo, vale la pena volver sobre la cuestión introducida por el amigo y transcribirlo a sus impresiones, planteadas, a su manera.

“El que quiera ser peronista -con todo derecho cualquiera puede serlo y está bien, creo que es mejor que la mayoría de las otras cosas que, en política, alguien puede ser en este país o al menos, figura entre las dos o milagrosamente tres que se pueden elegir, algo que no debe llevar a creer que el peronismo es bueno, sino que su excelencia ,parte de la cual proviene de la densidad de su poderosa historia , se destaca contra un fondo de escasez: es muy poco lo que hay para oponerle y, a menudo, lo poco que hay es también parte del peronismo, una de cuyas facetas radica en lograr que todos se le adhieran, que bailen locamente a su alrededor como los mosquitos con los faroles suburbanos en una noche húmeda, sofocante- deberá ir incorporando un pensamiento, una certeza que tal vez le duela pero que expresará su bienvenida a la madurez política.

“Cualquier líder, cualquier ícono político puede tener defectos graves, para ser peronista no es necesario andar matándose para demostrar que Perón era una magnífica persona. Que fue inocente de todas las cosas desagradables que se produjeron bajo todos sus gobiernos. Perón no es el peronismo. El peronismo es más que Perón. Algunos creen que con demostrar que durante sus primeros gobiernos entraron nazis a patadas demostrarán que Perón era nazi y destruirán al peronismo. Creen lo mismo los peronistas que temen que se demuestre que Perón tuvo –cuanto menos. Una alta responsabilidad en la creación de la Triple A.

“Nada se va a venir abajo por eso.

“¿La Resistencia Peronista, la huelga del Lisandro de la Torre, John William Cooke, el Perón del IAPI, el Perón que le dijo a Braden que prefería ser mal considerado en Estados Unidos antes que ser un hijo de puta en la Argentina. Evita, Discépolo, todo eso se va a destruir si Perón dejó entrar nazis porque estaba en desacuerdo con los juicios de de Nuremberg?

“No, y ya que estamos confesamos algo. A esta altura de los tiempos históricos no creo que ningún juicio que termine con los acusados colgando de las sogas del cadalso. Eso es un escándalo. Es incurrir en la muerte para castigar la muerte. Como Eichmann en Israel. ¿Quién puede humanamente defender algo así? Eichmann era un monstruo (…) Pero si existen los monstruos ¡cuidado! Porque cualquiera puede elegir a los suyos. Para los nazis los judíos lo eran (…) Asimismo, los Aliados que no dejaron de sacarse tantas fotos y de filmarse al entrar en los campos y mirar con caras de cruzados de la humanidad (ante) la barbarie nazi, de la cual ellos estaban por supuesto completamente excluidos, porque eran los buenos, los guerreros de la libertad y de la democracia, no arrojaron ni una miserable bomba sobre los trenes que llevaban judíos a Auschwitz porque las bombas no son gratis, porque no podían derrochar una que pudiera estar al servicio de ganar la guerra y después, recién después, ver qué había pasado en esos campos de los que tanto se hablaba.”

Hablaba antes de la transcripción del estilo de Feinmann, provocador, ácido, corrosivo, frontal, ocupada en la difícil tarea de definir el rol de Perón en los fatídicos meses de su tercera Presidencia; particularidades todas que (se las valore o rechace) no desmerecen el concepto de un juicio acorde con la propuesta que formulase al inicio de la entrada.

A propósito de Nuremberg, supo confiarme un amigo que sigue el blog que plasmaría una opinión condenatoria de ese esquema jurídico insospechado de albergar simpatías fascistas: Jaime Malamud Goti y la recreación del debate viene a cuento para que lo haga.

Mientras tanto, seguiremos porfiando en el aliento de debates que creo, merecen nuestra atención y participación.

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