sábado, 16 de enero de 2010

Espeluznante


No cabe duda ya, que soy un blogger hecho y derecho.

Ando de vacaciones en Coquimbo, República de Chile, y me hago un rato para "postear" (ya uso el léxico y todo) algo sobre lo que se vive en visperas del balotaje que se juega mañana aquí el futuro de este castigado país de esta castigada región.

No me jacto de tener poderes adivinatorios, pero anticipo que gana Sebastián Piñera: dueño de la poderosa "LAN Chile", esperanza de la derecha que se fue en el '90 con la salida del tirano Pinochet y vuelve a paso vivo.

No sólo por los méritos, que aunque no los halle, tenga Piñera, quien ha invertido un monstruoso dineral en esta campaña que opaca la erogada el año pasado en nuestro país por don Pancho De Narváez, sino por las miserias que (en toda la extensión del término) deja la experiencia de la "Concertación" -yunta entre socialistas y demócratas cristianos chilenos-, que vienen alternándose en la presidencia desde 1990.

Hay que estar por acá para desmentir a los propaladores del "modelo chileno" o entrever qué traen bajo el poncho cuando dicen perseguir su implementación en nuestro país, dado que ha sido sin más la institucionalización de un orden elitista e injusto, prolongación del acuñado por la dictadura pinochetista.

Los pobres aquí, no cuentan.

No hay salud pública, ni educación pública -que no sea la elemental-, no transporte público -que no sea pésimo-. Los pobres se invisibilizan en medio de las caravanas de autos lujosos de una minoría que viene empachándose desde los años del terror y siguió haciéndolo durante la mascarada "socialista" amablemente presidida por doña Michelle, que hará lo que puede, pero viene siendo bien poco.

Aunque haciendo memoria, mi paso por Neuquén durante 2008/09 me dio la pauta de que lo que se vivía aquí distaba mucho de ser un Edén: sólo así se explicaba el porte de la colonia chilena en esa región, donde los "rotos" tenían las posiblidades puntuamente denegadas aquí.

Y fueron veinte años de gobiernos que ahondaron lo vivido, o no pudieron con la herencia pinochetista.

Y como siempre sucederá el "cambio", viene por la derecha.

Por eso gana Piñera. Se palpa claramente aquí.

Aunque haya hecho el ridículo en un programa de televisión, dejando a don Pancho, amable bailarín del pegadizo reaggeton: "La vecinita tiene antojo" al nivel de un hombre de Estado, dado que se atrevió (el miércoles pasado) a jugar una coreografía del tema "Thriller" de Michael Jackson y más adelante, a saltar al vacío dentro de un caja de cartón, de la cual salió erecto, sonriente con esa mueca cínica que dibuja al sonreír.

Pero lo de Eduardo Frei fue peor.

Porque si uno atisba que Piñera se ha construido desde pasos de comedia y otros patetismos como ése, el ex presidente Frei, daba la talla de un hombre de modales más austeros, republicanamente hablando.

Mal asesorado, se arriesgó a jugarla de piola en el mismo programa al cual había asistido la noche anterior su contrincante, para hacerlo todo peor.

No bailó la coreografía de "Thriller", pero sí (mal) zapateó una cueca, (mal) bailó un rock & roll y con su esposa -presente en el set y exultante- se entreveró en un meloso un bolero, sin dejar de susurrarle cuanta pasión conservaba por ella a más de cuarenta años de estar juntos.

Se entiende que Frei y su esposa (Marta o "Martuchi", como la llamó el candidato) conforman un matrimonio maduro, del cual no se esperan demostraciones de esa naturaleza, tan trasnochadas, tan poco creíbles.

Pero hubo más: instado por uno de los conductores, se atavió una peluca con un corte de pelo parecido al que gastaba "Sandro" en los '60 (particularidad que se le hizo notar) y luego lucir una con los penachos de punta, tipo punk. Había que verlo a don Eduardo, jugándola de pibe, para albergar un sentimiento a medio camino entre la vergüenza ajena y la conmisceración.

Lo peor llegó al final.

El hombre es hincha de la Universidad de Chile, por lo que lo ataviaron con una camiseta número 10 de ese club de fútbol -con su nombre estampado- y luego de escucharlo arengar como un barrabrava "Chi-chi-chi; le-le-le: UNI-VER-SI-DAD DE CHI-LE", se acondicionó un pequeño arco, que ocupó un histórico arquero profesional, a quien pateó un penal, que previsiblemente convirtió para delirio de la hinchada presente en el set de televisión que coreó su nombre.

Por si fuera poco (todo lo que relato sucedió de veras) al final del engendro llamado "El Hormiguero", Frei sumergió su cabeza en una pecera que contenía un gas que tenía por efecto el contrario del helio, esto es, en lugar de dejar voz muy finita, la dejaba extremadamente gruesa.

El candidato, ataviado de un camisa con el primer botón desabrochado y ajustados blue jeans, aspiró el gas y le dedicó a su esposa un cavernoso: "Martuchi, te quiero mucho", para delirio de la barra.

Por todo eso gana Piñera.

O pierde Frei.

Porque se lo merece.

La seguiré el lunes, con los resultados en la mano, a ver si (Dios no lo quiera) acierto con mi pronóstico.

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