viernes, 1 de enero de 2010

Pino: Sur


“Sur”, complemento de “Tangos: el exilio de Gardel”, presenta los años crueles de la dictadura en la Buenos Aires que añoraban desde el insoportable exilio parisino “Juan Dos”, “Mariana”, “Gerardo” y esa troupe heterogénea y sufriente de la película anterior, reconocimiento a la dureza padecida por quienes habían atravesado el exilio interior de esos años horrorosos.



Si hubo dolor en los que se fueron, la laceración de quienes se opusieron o simplemente padecieron esa experiencia política funesta, aparece retratada.


El dato no es menor, dado que al tiempo de su estreno (año 1988) se vivía un debate en el seno del espectro combatiente a la dictadura acerca de la legitimidad o validez del temperamento seguido entonces por aquellos que eran perseguidos por los terroristas de Estado: irse o quedarse.


A su vez, si bien con un tono bien distinto de las propuestas afines al alfonsinismo cultural en este terreno (por todas: “La Historia Oficial”) advierto que el repaso de Pino en “Sur” nunca propuso una reivindicación a la militancia anterior a la dictadura.


Las historias personales de las víctimas de ese tiempo que se reflejan no registran una militancia política comprometida anterior con alternativas siquiera jugadas (ni por asomo se referencia a las agrupaciones insurgentes sobre las cuales se edificó la represión estatal) de esos años intempestivos.


Por caso, su protagonista “Floreal Echegoyen” (una vez más protagonismo jugado por Miguel Ángel Solá) es perseguido y detenido, sin haber tenido militancia sindical previa, por su solidaridad con el delegado del frigorífico en el cual trabajaba, secuestrado a su vez, días antes.


Fruto de las estrecheces vividas a causa del compromiso sindical de su padre (“El ‘Tarta’ Echegoyen”, a quien Zitarrosa le dedica la deliciosa: “Milonga del Tartamudo”), "Floreal" se mantuvo alejado de esa participación.


De tal suerte, Pino, presenta como protagonista a quien entonces se caracterizaba como una “víctima inocente” de la dictadura militar, quien sólo a causa de ese rapto aislado de solidaridad padece tormentos, simulacros de fusilamiento, dura cárcel.


El dirigente sindical: “El Negro” (Lito Cruz) conmovido ante la actitud digna de quien ni siquiera era su amigo en vida, lo acompaña en la vuelta a sus cosas, tan desarregladas desde que fue a parar a la cárcel: se le aparece en Mateo y lo lleva a recorrer situaciones y lugares que desconocía su vindicador por haber estado encerrado en esos años y que “El Negro” había controlado desde ese no-lugar que es la muerte y que, según él, cansa.


A partir de allí comienza un desfile de personajes entrañables desde la composición y sus intérpretes: “Amador”, suegro de “Floreal” es el Polaco Goyeneche, quien hace de Polaco Goyeneche, con una ternura infinita. Tiro al aire, pasaba los días cantando y escabiando en bares de mala muerte o en el Bar, previsiblemente bautizado, “Sur”, mismo lugar en el que se juegan escenas de “Los Hijos de Fierro”.


Al inicio nomás de la película, el cantor de tangos, confiesa a su yerno su desconsuelo ante el desmembramiento de “La Mesa de los Sueños”, integrada por otros veteranos que la habían abandonado a causa de la enfermedad o la muerte. Uno de ellos era el “Tarta” y los dos restantes: “Emilio” y “Rosatti”.

“Emilio” (Ulises Dumont, en una actuación inconmensurable) es una suerte de Jauretche que anima el “Proyecto Sur” el cual perseguía la recuperación de las riquezas que el norte había enajenase desde siempre. “Cuántas Patrias grandes podrían reconstruirse si se recuperase parte de lo que el norte se llevó”, le dice a “Floreal” al momento de conchabarlo en un refugio cuando lo acechaban los grupos de tareas.


Su amigo inseparable, “Rosatti” (Nathán Pinzón), era un coronel retirado del Ejército Argentino, a causa de su disenso con lo que él denominó “la camarilla corrupta” que se había adueñado de la fuerza desde el golpe contra el gobierno de Arturo Illia en 1966.

Juntos, “Emilio” y “Rosatti” visitan al “General Moritán” (Fernando Siro, apologista futuro de esos años ominosos, elección inmejorable de Pino) interventor del “Proyecto Sur”, ámbito de investigación y debate ocupado militarmente.
La escena es conmovedora. Llegan los dos viejos para pedirle a “Moritán” por “Floreal” que ya estaba blanqueado, en un penal patagónico, y asisten a la “desinfección” encarada por los usurpadores.

Trepados a enormes bibliotecas, los esbirros de "Moritán" repasan con tono monocorde los libros y documentos que van encontrando y otras voces igualmente insoportables ratifican que tal trabajo “está en la lista”, agregando según fuere el autor determinado un calificativo: “subversivo”, “disolvente”, “peronista”, “inmoral”, “ateo”.

Una vez que estuvieron ante “Moritán” éste les pregunta en qué consistía el “Proyecto Sur” y no logran entenderse. “Rosatti”, para zanjar la cuestión propone: “General, si ustedes no entienden lo que es el Sur, será, porque son del Norte”, desafío que le cuesta la vida a “Emilio”, una patota llega a la casa y lo matan, ante una defensa inútil a trabucazo limpio.

Triste y entrañable es “Sur”.

Pino compuso un tema especial que canta el Polaco: “Vuelvo al Sur”, que: “Vuelvo al Sur, como se vuelve siempre al amor”.

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