miércoles, 16 de septiembre de 2020

Diario de la cuarentena. Día 180

Querido diario.

Ayer nomás, repasábamos la campaña de insidia y abierta conspiración contra el gobierno de Yrigoyen desde las páginas del diario, sino más vendido, sin lugar a dudas, el más popular de la Buenos Aires de fines de los años '20 del siglo pasado: "Crítica" de Natalio F. Botana.

El puntual y agudo aguijoneo de ese medio sensacionalista no era disonante del coro compacto de los medios gráficos de ese tiempo, excepción hecha de "La Época", todos y cada uno embarcados en la campaña que acabaría con el gobierno de Yrigoyen y, más grave aún, con la institucionalidad democrática inaugurada por Roque Sáenz Peña.


Entre los diarios que unían su voz para denostar al segundo gobierno radical se destacaba el de aquel que se denominaba una "Tribuna de Doctrina", fundado por Bartolomé Mitre setenta años antes: "La Nación".

Que a casi un siglo de acaecidos los sucesos que reseñamos, sigue predicando doctrina cotidianamente.

Pasan los años, pasan los gobiernos, los radicales, los peronistas, pasa la belleza y la juventud, dijera el bueno de Enrique Pinti y quedan los artistas y el diario "La Nación".

Idéntico a sí mismo, fundado por el bisabuelo del caballero y tatarabuelo de la dama de la foto publicó entre 1928 y 1930 mil doscientas notas, entre editoriales y columnas (compulsadas por el infatigable Guillermo Gasió) todas y cada una de un encono abierto y frontal contra el segundo gobierno de Yrigoyen.

Cuestión, igualmente tratada en un libro que tuve y cometí el craso error de prestar de Ricardo Sidicaro, publicado en 1993 por Editorial Sudamericana, ensayo que lleva el expresivo título "La política mirada desde arriba: las ideas del diario La Nación (1909-1989)", por completo inhallable, se trataba puntualmente el tema que abordamos, de la mano de nuestro conocido profesor Gasió.

Comienza por destacar lo anticipado: de la puntual compulsa que realizó "salta a la vista que La Nación -factor de prestigio y fuente de enorme influjo sobre la opinión política argentina- continuaba siendo claramente desafecta a la Unión Cívica Radical y, en particular, a Hipólito Yrigoyen. la enemistad de La Nación con Yrigoyen se fue acentuando en la medida en que el líder radical extremó su programa democratizador definido por el mandato histórico, obviamente incompatible con los principios e intereses que expresaba y defendía  La Nación [cuya] línea editorial solía presentar identificados los  conceptos de 'orden constitucional' y 'democracia', entendida como respeto a los derechos y garantías individuales y funcionamientos de las instituciones republicanas" [confr.: En crisis, cit. p. 371].

Uno de los primeros editoriales de frontal encono contra el gobierno es el titulado "La moral gubernativa" del 6 de abril de 1929 que lo fulmina en razón de la venalidad que entiende probada, a partir de la ausencia de "acatamiento a las formas legales, el respeto a la verdad, la susceptibilidad de  las prerrogativas legítimas y [por sobre todas las cosas] la garantía de los derechos adquiridos"

Ese gobierno en el proclamado afán reparador de su obra, venía a afectar intereses apoyados sobre los "derechos adquiridos" que, por tales, no debían ser conmovidos. No lo especifica el editorial, pero no puedo dejar de evocar, querido diario, a las concesiones conferidas por el gobierno de Salta (anterior a 1928) para la explotación petrolera de amplias superficies de esa provincia a la empresa de origen estadounidense "Standard Oil" (historia que repasamos en tus páginas) y el perjuicio que la política instada por los gobiernos provincial y nacional suponía, respecto de la juridicidad de los derechos adquiridos por el gigante petrolero.

El problema, para el editorialista del diario "La Nación" trascendía una cuestión puntual, incluso la sistematicidad de esas afrentas al Derecho, dado que no existía "una sanción comicial posible contra los partidos que defraudaran las esperanzas públicas", que "pudo ser un freno contra las desviaciones políticas". En cambio: "la experiencia demostró muy pronto que, a despecho de los más notorios abusos y hasta de los más auténticos escándalos, aquella sanción nunca se hacía efectiva. No había, pues, ningún peligro en desafiarla mientras se tuviera cuidado en halagar ciertas inclinaciones viciosas de la mayoría. Las vocación del bien público, como se dijo alguna vez con elocuencia en el Congreso, no era necesario para merecer la confianza del electorado. Candidaturas hubo que parecían verdaderas provocaciones al sentido moral de los electores; y éstos, sin embargo, bien informados de hechos que habrían justificado su repulsa continuaron manifestando sus preferencias" [ibídem., p. 375].

El problema era, querido diario, la democracía, esa democracia, que apelaba a las inclinaciones viciosas de la mayoría, para encumbrar candidaturas  que parecían verdaderas provocaciones al sentido moral. Problema que sería resuelto drásticamente, querido diario.

Al mes siguiente leemos del editorial "Por el mal camino" que estábamos: "en presencia de una explícita violación a las normas constitucionales perpetrada por el grupo más numerosos del Parlamento", esos diputados obedeciendo: "al deseo de proporcional al Ejecutivo medios para desenvolver una táctica que reviste las apariencias de la extralimitación dictatorial" [ibídem, p. 380]. 

Sucedía, querido diario, que para escándalo de la línea editorial de la "Tribuna de Doctrina" los diputados de la Unión Cívica Radical acompañaban todos los proyectos de ley impulsados por el presidente Yrigoyen, que había postulado para ese cargo por la Unión Cívica Radical. De ese modo, el Congreso no cumplía con su función de contralor del Poder Ejecutivo que le exige la Constitución Nacional, atentando contra su espíritu.

Sé que parece joda, pero es así nomás querido diario. Ahora que hago memoria, no hace tanto tiempo se reescribió algo parecido cuando desde ese mismo medio se censuraba a los legisladores por haber hecho del Congreso Nacional una "escribanía" del Poder Ejecutivo...

Vamos a continuarla, querido diario, creo que valió la pena realizar este breve esbozo que interrumpo por el malhumor en el que me hunde el ruido de las cacerolas (no muchas) de gente despreciable e imbécil que se hace sentir en esta noche cuasi primaveral del 16 de septiembre de 2020.

Si fuesen menos nimias entonarían la Marcha por la Libertad, a 65 años de la gesta que les identifica, (y tanto y cuanto) dejarían de lado el pataleo que expresan porque a partir de hoy no les resulta tan sencillo comprar moneda extranjera, querido diario. 

Aporrean cacerolas, hervidores y sartenes, porque les va a salir un más caro cambiar pesos argentinos por dólares estadounidenses.


Por eso, se hacen sentir, querido diario.

Muchas, muchos, insuflados por las columnas editoriales del diario "La Nación". 

Las de hoy, las de ayer, las de siempre.

 

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