sábado, 9 de enero de 2010

Redrado: la primera del año.

Todavía no se habían consumido las velas de los fastos fúnebres organizados para despedirlo al Gitano, que se precipitó sobre el gobierno una nueva avanzada de una oposición dispuesta a todo o -según se lea o se quiera leer- un nuevo avasallamiento del gobierno a la institucionalidad exangüe que a duras penas perdura en estas pampas.

Aludo: al affaire del Banco Central y a la remoción de su presidente, Martín Redrado.

Dicen -no me consta- que el nuevo paladín de la libertad y las instituciones no se llama Martín, ni Redrado, sino José Pérez, nombre y apellido que saben a poco para el paladar del personaje quien, dicen que dicen, movió cielo y tierra para que la jueza civil que lo casó aceptase nominarlo en la ceremonia por el alias, menos plebeyo, por el cual se lo conoce.

Corrían los años '90, época dorada para quien supo ser nominado como "golden boy" del menemismo imperante.

Lo recuerdo allá lejos, en el set de Telefé en el programa de ese eficaz traficante de influencias que fallecería un día del periodista, el inolvidable Bernardo Neustadt, quien lo convocaba periódicamente a su programa, exhibiéndolo como modelo de la pujante juvenilia de la economía cavalliana.

Ambos éramos jóvenes, Pérez y yo, y lejos de seguir el auspicio de Neustadt, me cayó pesado el muchaho, tan soberbio, tan empacado. Recuerdo que escuchaba como, con delectación, el conductor lo elogiaba con ese estilo tan suyo y no olvido una anécdota que contó del paso de Pérez por una Universidad de los Estados Unidos (Harvard, Yale, qué más da).

Confiaba Neustadt, que a los aspirantes a esa Universidad se los sometía a exámenes de aptitud académica que evaluaban además, el perfil ético de la persona. Se les proponía la siguiente situación: "si usted se encuentra conduciendo su auto durante una noche fría y lluviosa y advierte que en una esquina hay una anciana desvalida y una rubia muy apetitosa, ambas empapándose: ¿a cuál de las dos elegiría acercar a su casa?". Y Neustadt, remataba excitado, que Pérez había dicho a la propuesta: "las hago subir a ambas al auto, espero que pase un taxi para que lleve a la anciana a su casa y me voy con la rubia, a la mía".

Me llamó la atención que Néstor Kirchner lo convocara para presidir el Banco Central de la República Argentina, al promediar su Presidencia: no asociaba a Pérez con los principios que inspiraban a ese gobierno, no obstante ello, supo acompañarlo sin cortocicuitos o por lo menos, éstos no trascendieron.

Ahora, como se sabe, su sucesora, Cristina Fernádez, lo removió del cargo a causa de su resistencia a cumplir con la manda derivada de un decreto de necesidad y urgencia que disponía la créación de un fondo (nominado del "Bicentenario") para hacer frente a los compromisos que el Estado argentino había asumido con deudores de pelajes varios, para lo cual se echaba mano a seis mil millones de dólares de las reservas atesoradas en el Banco Central que Pérez preside.

Audaz, Pérez desafió a la Presidenta, judicializando la cuestión, con éxito, dado que al día siguiente de la acción de amparo presentada, la jueza que intervino ordenó su restitución en el cargo.

Antes de continuar, creo que es importante -aún con el austero rigor de este ámbito- pasar revista a cuestiones que hacen al tema que se propone.

Leemos de la "Carta Orgánica del B.C.R.A." (aprobada por Ley 24.144) que es una entidad autárquica del Estado nacional.

Por ende, el Banco Central no es una dependencia más del Poder Ejecutivo, en tanto tiene aptitud para administrar el presupuesto que se le asigne (la "autarquía"), pero no constituye un poder del Estado (como el apuntado Ejecutivo, el Legislativo, el Judicial o el Ministerio Público), que además de "autárquicos", son "autónomos".

Más adelante se dispone que: el banco estará gobernado por un directorio compuesto por un presidente, un vicepresidente y ocho directores serán designados por el Poder Ejecutivo
Nacional con acuerdo del Senado de la Nación.

Por norma, quien tiene la aptitud de designar, tiene a su vez, la de remover, regla que desde luego, admite innumerables excepciones, como en este caso, dado que de la lectura de la cláusula 9ª se desprende que: "Los integrantes del directorio (entre ellos el presidente, claro está) podrán ser removidos de sus cargos, por el Poder Ejecutivo Nacional (...) cuando mediare mala conducta o incumplimiento de los deberes de funcionario público, debiéndose contar para ello con el previo consejo de una comisión del Honorable Congreso de la Nación. La misma será presidida por el presidente de la Cámara de Senadores e integrada por los presidentes de las comisiones de Presupuesto y Hacienda y de Economía de la misma y por los presidentes de las comisiones de Presupuesto y Hacienda y de Finanzas de la Cámara deDiputados de la Nación".

No obstante abrigar dudas, recelos, tirria, hacia el sector pluripartidario que ha salido en estas horas a respaldar a Pérez, debe decirse que en el caso les asistiría la razón, dado que si bien la presidenta Fernández invoca como causal de remoción su incumplimiento a lo dispuesto mediante el comentado decreto de necesidad y urgencia, se desprende con nitidez del texto legal que debía contar para ello con el consejo de una comisión legislativa, a cargo del presidente del Senado (que no es otro que el honorable Ing. Cobos) y de los restantes representantes de esa Cámara y de la de Diputados.

Dan pena ciertos sostenedores de Pérez, por todos mis correligionarios, solícitos ante la posibilidad de acaparar todo espacio que les habilite algún momento (por fugaz que sea) en la vidriera de TN del bracete de Federico Pinedo, Mauricio Macri, el bailarín de ocasión en el programa de Tinelli y otros prohombres de esa estatura.

Quiero creer que no son tan ingenuos como para suponer que tales compañías les serán provechosas en la ocasión de volver, que avizoran refregándose las manos.

Sin embargo me desconciertan movidas de esta naturaleza del gobierno nacional, que no obstante contar con argumentos políticos de solidez, fue llevada a a cabo en este caso, sino con temeridad, con inopinado apresuramiento, dando pábulo a una oposición al acecho pero que en este caso, tiene de su parte al texto legal que rige el funcionamiento del Banco Central.

Me pregunto entonces acerca de las razones de ese temperamento, ciertamente provocador, de cuestionable eficacia.

Como también acerca del criterio de la elección de este gobierno y el anterior al designar a determinados funcionarios, cuyo perfil aparece desde el vamos sino contrario, reñido con el predicado por el espacio político, aprendizaje que deberá llevarse a cabo, lo que mucho dudo a poco de conocer al sucesor precipitadamente propuesto (don Mario Bléjer) para reemplazar al otrora atrevido aspirante universitario que nunca se fue del BCRA.

Voy terminando, porque iba a escribir sobre Pino y su denuncia. Sólo que estoy demasiado enojado con él y como sigo admirándolo, prefiero no hacerlo.

Cierro con la afinada referencia de un fallido funcionario de esta gestión que nos ha significado a todos, por empezar infiero que a él mismo, una frustración enorme: Martín Lousteau.

Consultado esta mañana por Víctor Hugo Morales se pronunció con el equilibrio de siempre, mostrándose sorprendido, ante todo, porque se ha desatado una crisis institucional importante a menos de diez días de haberse iniciado este año 2010 que parece se viene, demasiado turbulento.

7 comentarios:

  1. Me pareció muy bueno el post. Sólo me quedó una duda: ¿qué es lo que admirás de Pino Solanas?

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  2. Gracias, Julieta.

    De Pino valoro su obra, su prédica, su militancia, tan a contramano de lo que viene haciendo por estos días.

    No comprendo qué carajo le pasa. Estoy abatido.

    No sé si es egolatría, afán para llegar al Gobierno de la Ciudad, congraciándose con los hijos de esta Buenos Aires tan refractarios a todo lo (bueno, muy bueno) que propone el Gobierno nacional.

    Lo de la querella a la Presidenta me pareció de un patetismo empardable con alguna otra movida parecida de Carrió.

    ¡Qué lamentable! ¡Qué obvio resulta la funcionalidad de su juego a la reacción!

    Diré, no sin crueldad, aunque compasivamente, aquello de que los años no vienen solos.

    Te agradezco una vez más el comentario.

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  3. Estoy de acuerdo en que se parece cada vez más a Carrió.

    Con todo respeto, si podés mirá de nuevo sus últimas películas. Creo que eso de llenar a Buenos Aires de humo y papelitos ya no seduce a nadie. En aquel momento gustó porque estaba el Gran Goyeneche. Y bailar el tango al lado de la torre Eiffel, con música de Piazzola... ¿Se puede pensar en un lugar común peor? Podías verlo en cualquier telenovela, o algo equivalente.
    La visión de los argentinos que tenía Europa. Solanas era un ilustrador para los europeos. En vez de dibujar a Patoruzú y la Chacha, presentaba al artista exiliado que los europeos querían ver, el humito para dar una dimensión mítica, los papelitos no sé para qué, el argentino hipererotizado que se pasaba la lengua por los labios al mirar fijamente los senos de una chica,
    etc. Era el artista de la corte, un artista con mucho menos talento que obsecuencia.

    ¿Que conoció a Perón? Muchos otros lo conocieron, y no por eso se la creyeron tanto.

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  4. Perdón, sé que las películas a las que me referí no son las "últimas", pero quise diferenciarlas de "La hora de los hornos".

    Fueron las últimas para mí, claro.

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  5. Fuiste acertadamente categóricamente, Julieta.

    Si te piacce, en este espacio -intentando reconciliarme con él- pasé revista a sus películas y se me pasó lo del humo.

    Creo, lo digo con mucho respeto, que se te va la mano con el paso de Pino por Europa: sufrían mucho los muchachos por esos lares, en "El Exilio de Gardel".

    Por todos, el personaje de Murúa, que en medio de los simbolismos a los que echa mano el director en la película, ilustra con alguna fidelidad lo duro que ha de haber sido vivir el exilio.

    Y haciéndole algo de justicia, viene a reconocer en "Sur" que los que se quedaron en el país la pasaron muchiiiiiisimo peor (tangos del Polaco, humo y papelitos mediante).

    Aunque en efecto, admito, que desde "El exilio de Gardel", comienza Pino a explorar una veta bien diferenciada que los del "Cine Liberación" ("La Hora de los Hornos" y la injustamente no debidamente repasada: "Los Hijos de Fierro").

    Hay una coreografía extraña, en efecto, de un vuelo o una obviedad (según se mire) de difícil comprensión, pero de "las nuevas" me quedo con la ternura del mensaje y las actuaciones.

    Acertás, incluso, con las charlas con Perón.

    Lo dijo Feinmann, les decía a él y a Gettino a toda pregunta: "naturalmente", para desmentir lo que se le propusiera, la necesidad de dar una lucha de clases ante todo que quisieron sonsacarle, a lo largo del extensísimo reportaje.

    Creo, Julieta, en resumidas cuentas, que todo aquel que transitó los últimos (¿40, 50?) años de historia del país no queda indemene de alguna patinada en medio de tanta tragedia.

    Sin embargo, en una mirada, tal vez compasiva, uno rescata determinadas conductas, que dejaron a salvo principios irreductiblemente innegociables y aún en estas horas de patético extravío, Pino a mi juicio, se salva.

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  6. ¿Que les mostraba a los europeos exiliados que sufrían? Por supuesto, ¿qué latinoamericano ("gente de la periferia", como decían por allá) no sufre? La alegría, sólo para los bailes folklóricos.

    Hay patinadas y patinadas. Hacerle una querella a la presidenta, mostrar satisfacción al ser elogiado por Grondona (¿hubieras aceptado, en otra época, a un tipo que se envaneciera de ser elogiado por Videla?), ser útil a la derecha, ponerse contento por recibir casi todos los votos que ya no fueron para el macrismo, y que mañana van a ir a cualquier otro, de derecha o de izquierda; ser el voto fashion y no darse cuenta de que, como decía Pinti, eso dura lo que un pedo en un canasto... Eso es una patinada grande; más que un tropezón, una caída.

    Pero en tu honor voy a ver esa de los nadies, donde ha de estar muy preocupado por los pobres.
    Gracias por darme tanta bola. Un saludo.

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  7. Me disculpo por la demora, es que ando fuera del páis -de vacaciones-por lo cual recién hoy consulto el blog.

    Lo que apuntás es categóricamente demoledor, en especial lo relativo con el presente político de Pino, bien que patético. No sabía lo de Grondona, de ser así, este hombre anda demasiado turbado.

    Respecto de su obra, sin justificación y reflexionando sobre tus certeros hachazos, infiero que el hombre estaba agradecido y proponía una mirada ciertamente amable hacia ese país que lo había cobijado y le sustentaba la peli.

    No sé si has leído lo que posteé sobre Alcira Argumedo, donde resumo alguna tirria hacia el sector, que con algunos grados menos de eficaz ironía, se encuentra con tu certera mirada.

    A propósito, estoy leytendo un trabajo relativo con eso, muy piola, que ala vuelta comparto.

    Igualmente, agradezco la bola.

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