sábado, 2 de mayo de 2020

Diario de la cuarentena. Día 43.

"Nosotros somos místicos sin saberlo. Místico es el Rufián Melancólico, místico es Ergueta, usted, yo, ella y ellos... El mal del siglo, la irreligión nos ha destrozado el entendimiento y entonces buscamos fuera de nosotros lo que está en el misterio de nuestra subconciencia. Necesitamos de una religión para salvarnos de esa catástrofe que ha caído sobre nuestras cabezas. Me dirá usted que yo no le digo nada nuevo. De acuerdo, pero acuérdese que en la tierra, lo único que puede cambiar es el estilo, la costumbre, la substancia es la misma. Si usted creyera en Dios no habría pasado esa vida endemoniada. Si yo creyera en Dios no estaría escuchando su propuesta de asesinar a un prójimo. Y lo más terrible es que para nosotros ha pasado ya el tiempo de adquirir una creencia, una fe. Si fuéramos a verlo a un sacerdote, que no entendería nuestros problemas y sólo acertaría a encomendarnos que recitáramos un padre Nuestro y que nos confesáramos todas las semanas."

Una nueva filípica del Astrólogo a Erdosain, que había ido a verlo en una deshora. Movido por el odio, había deducido que sería a través de un crimen. El de Gregorio Barsut, primo de su esposa quien...

Che, Garcete. Está claro que podés escribir un año entero sobre Los Siete Locos, sobre Arlt, sobre la Madre María, sobre el tema que quieras. Que lo hagas decentemente, es otra cosa, pero coraje, lo que se dice coraje tenés. O mejor, lo que tenés es audacia, como la mina ésa del tango de Celedonio Esteban Flores que sin tener oído ni para el "Arroz con leche", se mandaba "La Morocha" como número atrasión. No te lee nadie, nene. No te pasa bola ni tu Vieja. Finíshela, ya estuvo bueno, volvé a las pelotudeces, a los cumpleañitos, al noticiero de Telefé. Para eso, te dan las tabas. Pero para Arlt... Tenés estufado a medio mundo, "Te lo digo por tu bien".

Mirá, querido diario, obviaría toda respuesta a tu provocación, pero me tocaste demasiado los huevos. No te hagás el personaje arltiano, no te sale, "Seguí mi consejo", ya que me salís con letras de tango. Tenés razón, me leen dos, a lo sumo tres personas por día. ¿Y? Me alcanzan y me sobran. No persigo la masividad, la popularidad ni el aplauso. Ni siquiera la aprobación. 

Ando con ganas de hacer lo que me sale de las bolas que es, en este momento, escribir sobre Roberto Arlt. Y al que le guste, mejor. 

Escribo para mí y para los dos lectores diarios de esta página, inconmovibles, puntuales: Belisario y Medina, a quienes les dedico ésta y todas las entradas que vienen sobre Arlt que calculo, no serán menos de ocho. Y hacé el favor de no intervenir más, querido diario.

Continúo.

Escribía, antes de esa molesta interrupción, que Erdosain y el Astrólogo tramaban el secuestro de Barsut, primo de Elsa, la esposa de Erdosain.

En realidad flamante ex-esposa de Erdosain, a quien había abandonado minutos antes.

Llegó el momento de que sepamos algo más del protagonista de Los Siete Locos. Algo escribí pero agrego: además de arrastrar por la vida toda la pena del mundo, era ante todo un inventor fracasado.

Había ideado una rosa metalizada en cobre, con cuya patente pensaba que se haría rico vendiéndola en exclusiva a la tienda "Gath y Chávez". Para ese proyecto había destinado doscientos pesos de los distraídos a la Azucarera, habiéndoselos entregado a unos amigos suyos, muy humildes, los hermanos Spila, que lo acompañaban en ese proyecto. Ya escribiremos sobre ellos.

Como a Erdosain todo le salía mal, su matrimonio con Elsa no fue la excepción. Proveniente de una familia pequeño-burguesa, había acompañado a su esposo como pudo. Justamente el día en el que se descubrió el desfalco que había realizado, lo esperaba en su casa con un capitán del Ejército; para informarle que se iría, que ya no viviría más con él.

Luego de que Erdosain se humillara ante su esposa y su amante, Elsa le dijo que no se preocupase, que regresaría. Que no había dejado de quererlo, pero que odiaba la miseria y quería intentarlo con el capitán. "Te juro que  voy a volver, Remo. Si descubro que todo es como vos decís, vuelvo y nos matamos juntos", le dijo como despedida.

Encontrándose por debajo de lo tolerable, recibió la visita del primo de Elsa, Barsut, a quien le confesó que su esposa se había ido con otro hombre. Indignado, Barsut lo abofeteó, rompiéndole la nariz.

En ese momento, le confesó que había sido él quien lo había denunciado anónimamente a la Azucarera, porque deseaba a su prima, a Elsa. Aunque supiera que lo despreciaba quería verla sufrir ante la caída definitiva de su esposo y tenía la ensoñación de verla a sus pies, suplicándole ayuda.

Una vez que Barsut lo dejara solo, Erdosain intentó conciliar el sueño, sin éxito. Fue entonces cuando decidió que debía asesinar al primo de su esposa. Que él debía ser el destinatario de todo el odio que venía tragándose desde hacía años; constante que había hecho cumbre a lo largo de ese día.

Barsut había sabido hacerse odiar por el marido de su prima. Antes, inclusive, de saber que deseaba a su esposa, Erdosain sentía rechazo por él quien, para colmo, visitaba con irritante regularidad la modesta residencia del matrimonio.

En una de esas visitas, seguramente por sugerencia de Elsa, salieron "a tomar un vermouth. Acompañando la bebida, el mozo trajo un platito de papas en ensalada, con mostaza. Barsut clavó con tal avidez el escarbadientes en un trozo de papa, que volcó la ensalada sobre el mármol ennegrecido por el roce de las manos y la ceniza de los cigarrillos. Erdosain lo observó, irritado. Entonces, Barsut, burlándose recogió pedazo por pedazo y al llegar al último, restregó con éste, la mostaza derramada en el mármol, llevándoselo a la boca con una sonrisa irónica.
- Podrías lamer el mármol -observó Erdosain, asqueado. Barsut le dirigió una mirada extraña, casi provocativa. Luego inclinó la cabeza y su lengua enjugó el mármol.
- ¿Estás contento?
Erdosain empalideció.
- ¿Te has vuelto loco?  
- ¿Qué, te vas a hacer mala sangre?
Y de pronto Barsut, riéndose, amable, disuelta esa especie de frenesí que lo había ofuscado toda la tarde, se levantó diciendo futilezas.
De ese hecho no se olvidó ya más Erdosain: la cabeza rapada, color de bronce, inclinada sobre el mármol y una lengua adherida a la viscosidad de la piedra amarilla" 

Se dirigió, entonces, a Temperley para proponerle al Astrólogo, que fuera él quien matase a Barsut. Lo haría, tentado por el dinero que sabía que éste había cobrado por la venta de una propiedad que había vendido: 20 mil pesos, que tenía depositado en una cuenta corriente.

Para cebarlo con la idea,  le contó el plan de secuestrarlo a Barsut, torturarlo para que entregase el dinero que tenía depositado en el banco y luego, matarlo. El dinero, sería utilizado por el mentor de la organización secreta que lo tenía obsesionado y para la cual ya contaba con el apoyo económico (aunque insuficiente) de las ganancias de los prostíbulos de Haffner.

Erdosain tenía pensado todos los detalles: para que la ausencia de Barsut no despertara sospechas, debía enviarse un telegrama desde Rosario firmado por el secuestrado a la dueña de la pensión en la que vivía, haciéndole saber que por un buen tiempo estaría allí. Que no se liberase la habitación ni se preocupase por el pago de la mensualidad, porque sería inmediatamente ocupada por su primo, Remo Erdosain.

Impresionado por tanta precisión del plan criminal e intrigado por las razones que lo habían decidido a hacerlo, el Astrólogo, luego de la parrafada transcrita al inicio, le consultó a Erdosain acerca de las razones por las que había decidido proponerle la muerte de Barsut.

Le respondió que "le parecerá mentira a usted que yo, yo que he venido a proponerle el asesinato de un hombre, le hable de inocencia y, sin embargo, tenía veinte años y era un chico. ¿Sabe usted qué clase de tristeza es esa que le hace pasar a uno la noche en un asqueroso despacho de bebidas,d perdiendo el tiempo entre conversaciones estúpidas y tragos de caña? ¿Sabe lo que es estar en un prostíbulo y de pronto contenerse para no llorar desesperadamente? Usted me mira asombrado, claro, veía a un hombre raro, quizá, pero no se daba cuenta de que toda esa rareza derivaba de la angustia que yo llevaba escondida en mí. vea, hasta me parece mentira hablar con precisión como lo hago. ¿Quién soy? ¿A dónde voy? No lo sé. Tengo la impresión de que usted es igual a mí, y por eso he venido a proponerle el asesinato de Barsut. Con el dinero fundaremos la logia y quizás podamos remover los cimientos se esta sociedad".   

El Astrólogo, un psicópata de libro, agarra viaje con el entusiasmo que Erdosain no tenía, no podía tener. Se permitió, en medio de esa maquinación un planteo moral, le preguntó a su mentor, a su cómplice si debía preguntarse que debe hacerse.


Y recibió la respuesta que buscaba: "ahí está. Lo que debe hacerse. en otras épocas para nosotros hubiera quedado el refugio de un convento o de un viaje a tierras desconocidas y maravillosas. Hoy usted puede tomar un sorbete a la mañana en la Patagonia y comer bananas a la tarde en el Brasil. ¿Qué es lo que debe hacerse? Yo leo mucho, y créame, en todos los libros europeos encuentro este fondo de amargura y de angustia que me cuenta de su vida usted. Vea Estados Unidos. Las artistas se hacen colocar ovarios de platino y hay asesinos que tratan de batir el récord en crímenes horrorosos. Usted que ha caminado lo sabe. Casas, más casas, rostros distintos y corazones iguales. La humanidad ha perdido sus fiestas y sus alegrías. ¡Tan infelices son los hombres que hasta a Dios lo han perdido! Y un motor de 300 caballos sólo consigue distraerlos cuando lo pilotea un loco que se puede hacer pedazos en una cuneta. El hombre es una bestia triste a quien sólo los prodigios conseguirán emocionar. O las carnicerías. Pues bien, nosotros con nuestra sociedad les daremos prodigios, pestes de cólera asiático, mitos, descubrimientos de yacimientos de oro o minas de diamantes. Yo lo he observado conversando con usted. Sólo se anima cuando lo prodigioso interviene en nuestra conversación, Y así le pasa a todos los hombres, canallas o santos."

Roberto Arlt. La seguiré, querido diario.


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