lunes, 4 de mayo de 2020

Diario de la cuarentena. Día 45.

Querido diario.

No será un día de Siete Locos ni de nada que suponga algo distinto que usarte para putear un poco, querido diario.

Primero, porque ya son 45 las entradas escritas. No te fallé un sólo día, querido diario. He sido más puntual contigo que con Antonio Pimentel a quien ayer le fallé, porque tuve un día de mierda querido diario.

Presionado por alguien que se le parece demasiado a un psicópata a quien, tal vez mi debilidad constitutiva, no sé decirle que no y trabajé todo el domingo, querido diario.

Así me quedó la espalda, querido diario, de escribir pelotudeces ajenas. 

Que no son distintas a las que dejo caer en tus páginas, querido diario, pero esas no sé si las disfruto, pero nacen de mí, son de mi absoluta propiedad.

Y ceder ante quien avanza sobre uno de los pocos terrenos de libertad que me quedan, cual es la escritura (buena o mala, pero mía, como dijera el tierno de Lerner Alejandro, querido diario) me sulfura contra mí  mismo.

Tanto, que desde las 5.22 horas que estoy despierto, cuando una ráfaga de odio me despertó, querido diario.

Y a propósito de las 45 entradas escritas en tus páginas, querido diario, tuve la gloria ayer, domingo 3 de mayo, una jornada de felicidad inolvidable y completa, de escuchar el mensaje de presi salva-vidas a los cóvenos, dijera la abuela de mi querido amigo Medina.

Guitarra en mano, anteojos en el escote del sweater, en el amplio, ubérrimo, blanco, pulcro espacio de uno de los ambientes de la Quinta de Olivos donde presi salva-vidas padece los rigores de la cuarentena por él ordenada, improvisó unos acordes que, dijo, se correspondían con una canción compuesta por el finado Luis Alberto Spinetta.

Será que tocó, anoche, a la tardecita, presi salva-vidas tres o cuatro acordes de una canción del finado Luis Alberto Spinetta en los rigurosos, sórdidos y asfixiantes espacios desde los cuales sufre tanto o más que nosotres, querido diario, el confinamiento que dispuso para cuidar de nuestra vida, amenazada por el Covid-19.

Que parece, de acuerdo con las noticias que he leído que no era tan grave como el dengue que viene pegando fuerte. Acá nomás, en el barrio de Coghlan en el que resido, querido diario hay cientos de casos de dengue.

Tendría razón el ministro González García, a quien le salieron con los tapones de punta cuando desdeñó al Covid-19 porque le preocupaba el dengue, querido diario.

Pero estaba equivocado de acuerdo con la autorizada opinión de Gengis Kahn, López Rosetti y algún otro hijo de puta (perdón, experto, querido diario) que le sigue calentando las orejas a presi salva-vidas para cuidar de nuestra integridad física.


Y vuelvo a presi salva-vidas y su apelación a la imaginación al piberío, querido diario.

"Es el tiempo de las pantallas", dijo, querido diario, mirando a cámara, con un retrato a sus espaldas de Manuel Belgrano (¿?) que habría hecho las delicias de Manuel Dorrego o de algún otro enemigo  acérrimo de Cotorrita.

Pantallas e imaginación, querido diario, fue el lema del mensaje de presi salva-vidas ayer a les muchahcites que andan con las hormonas por la estratósfera.

Los mandó a hacerse la paja, querido diario.

Con vuelo poético (se comprende: venía de hacer sonar -lo dijo él- unos acordes de Spinetta en su guitarra, querido diario) y eligió esa elipsis elegante.

Qué ejercicio profiláctico e higiénico, querido diario, que habilita (si lo sabré yo) a ejercitar (y cómo) la imaginación. Uno se garcha (o se deja , por sobre gustos) por quien quiera, por cuantos quiera, donde quiera. Qué más se le puede pedir a la vida, a presi salva-vidas, querido diario.

Eso sí, se olvidó de cientos de miles que no tienen acceso a una pantalla y que morirán de inanición en breve, pero sanitos de Covid-19. Un detalle, apenas, querido diario.

Aunque, querido diario, debo decir que su apelación a la imaginación tal vez lo motive a él y a su equipo en miras al 10 de mayo, para que anuncie algo distinto que la prórroga de esta inaguantable cuarentena.

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