jueves, 21 de mayo de 2020

Diario de la cuarentena. Día 62.

"Amainaron guapos junto a tus ochavas,
cuando un cajetilla los calzó de 'cross'.
Y te dieron lustre las patotas bravas 
allá, por el año novecientos dos"
Celedonio Esteban Flores, "Corrientes y Esmeralda".

Qué autor, Celedonio Esteban, el mismo que concibió "Mano a mano", el tangazo que tanto le gusta al querido Medina, a quien también le gusta Angelito Vargas, por lo cual comparto la versión que cantó del clásico con el que inicié esta entrada, acompañado por la orquesta de D'Agostino Corrientes y Esmeralda. Vargas - D'Agostino


Jorge Abelardo Ramos, caracteriza con precisión a los cajetillas de esas patotas bravas: "mataban el tiempo husmeando por los peringundines de mala fama, escuchaban tangos a escondidas o provocaban a las mujeres que paseaban por la calle Florida. El 'Petit Salón' de Esmeralda, entre Corrientes y Cuyo [actual Sarmiento], era escenario habitual de sus hazañas: le arrojaban pan a los músicos, o se golpeaban con los vigilantes de casco con punta que venían a restablecer el orden. Los pelandrunes comentaban luego, orgullosos, sus peleas homéricas, empinando el codo con alguna bebida fuerte. [...] Las 'barras' o 'patotas' se movían también en los cafés importantes: 'El Gato Negro' en la calle Esmeralda; o se desplazaban hasta la periferia, en el célebre Hansen de Palermo, donde cambiaban golpes y puñaladas con los compadritos del bajo fondo. Su ocupación favorita, sin embargo, eran los prostíbulos clandestinos y los bailes con corte. Para distraerse, y después de alguna francachela, lanzaban lechones vivos por las calles céntricas. Los pelandrunes, embriagados y en dudosa compañía, perseguían jubilosamente al despavorido animal. Estas gracias los preparaban sin embargo para responsabilidades más serias" (Jorge Abelardo Ramos, Revolución y contrarrevolución en la Argentina, Editorial Distal, 1999, Tomo I, pp. 369/70).

Escribía lindo el Colorado Ramos, y en homenaje a su pluma (ácida, cruel incluso,  siempre presta a la polémica) la convoco. Ramos nos ayuda a comprender el tiempo (vil y obsceno) que estamos escudriñando, mediante su pluma virtuosa.

Pocos, como Ramos supieron ser más despiadados con dos dirigentes que aprecio mucho: Arturo Illia y Raúl Alfonsín. Expresó hacia ambos algo más que el desprecio que le merecía el radicalismo post Yrigoyen, al cual yo le asigno valores trascendentes. Lo hizo sin medias titntas, muchas veces con apresuramiento, otras con deliberada y artera mala leche.

Dirigente político, también, su carrera fue intensa, (casi siempre) errática y audaz. Audacia parangonable con la de la protagonista de otro tango de Celedonio Esteban la cual "sin tener oído ni para el arroz con leche, se mandaba 'La Morocha' como número atrasión".

Por ejemplo, en septiembre de 1973 su agrupación el "Frente Izquierda Popular" postuló la fórmula "Perón-Perón", la misma que el "Frente Justicialista de Liberación". Propuso "votar a Perón por izquierda", eslogan que, según él, le permitió cosechar novecientos mil votos.

Aunque muchos votantes confesaron haber escogido deliberadamente esa boleta (entre ellos, una jovencita de 20 años, que votó en una escuela de Tolosa, quien con el tiempo, sería dos veces, Presidenta de la Nación), el mundo entero leyó en la jugada del Colorado la ingeniosa trampa electoral de las "listas caza bobos". Por lo evidente: los votos al  "F.I.P." de septiembre multiplicaban geométricamente los 45 mil y pico que el propio Ramos había cosechado como candidato presidencial, en marzo de ese mismo año.

Luego de algún renuncio durante los años que seguirían al fugaz tercer peronismo, sería un enemigo implacable del presidente Alfonsín (dio su aval a los tres intentos de golpe de Estado orquestados durante esos años), moriría en Buenos Aires en 1994, con el cargo de embajador argentino de Carlos Menem en México.

Cada vez más extraviado, Garcete. ¿Qué carajo tiene que ver el Colorado Ramos con 'Los Siete Locos' o con Arlt? ¿Por qué no volvés a las muchachas de Viale, a Gengis Kahn y nos dejás de romper los huevos a nosotros y la espalda a vos mismo?

Una vez más, querido diario, te metés sin que nadie te convoca. Ya te dije que mi escritura que va para donde quiero yo.

De todos modos te contesto. Si me extendí en Ramos y su biografía no sólo lo hice porque se me antoja, sino para subrayar lo que (considero) obvio: no todos los autores que convoco son, precisamente, apreciados por mí.

No adhiero a la opinión de los autores por el solo hecho de convocarlos en tus páginas, querido diario. Sí considero que mediante la evocación de un coro variopinto podría contribuir a una mejor construcción del recuerdo de esos tiempos complejos, atravesados de tantas acechanzas, de tanto riesgo. No olvides que sé para donde llevo el relato, querido diario. Y ya sacaré mis conclusiones. No te apures, carablanca.

A los mistificadores y canallas que deliberadamente han contribuido a la deformación de la memoria los cito para escarnecerlos y lo dejo clarito cada vez que lo hago (acuérdate de Acapulco, de aquellas noches y de Leopoldo Lugones, sujeto al que volveremos, querido diario).

Para que te quede claro, querido diario, destaco lo evidente: considero que la reconstrucción de un tiempo decisivo y complejo, que involucra el proyecto encarnado por un dirigente que venero, exige el rigor que los canallas no tienen. Yo no niego lo hechos, no manipulo fuentes ni pretendo tapar el sol con una mano.  

Esa tarea, encarada con mis tan ostensibles limitaciones la encaro con honestidad y rigor, que exige la compulsa de trabajos de vertientes varias. Si en una entrada cito a Carlos Ibarguren, no es porque me haya convertido al nacionalismo oligárquico; como tampoco me habré hecho izquierdista, si en otra entrada me apoyo en un recuerdo de Osvaldo Bayer.

Seguiré convocando a quienes contribuyen de algún modo a comprender mejor ese tiempo tan difícil, sin anteojeras ni preconceptos ilevantables. Sean nacionalistas (los hermanos Irazusta, José María Rosa, Fermín Chávez, Scalabrini, Ramón Doll, Leonardo Castelani,  Arturo Jauretche, John W. Cooke, entre otros) o internacionalistas (Juan B. Justo, Severino Di Giovanni, David Viñas, Diego Abad de Santillán, Tulio Halperin Donghi, Salvadora Medina Onrubia, entre tantos y tantas).

A gentes de procedencias varias en quieren reconozco rigor y honestidad intelectual, aún cuando esta última aparezca tan menguada como lo evidencia la trayectoria tantas veces muy poco feliz y, menos venerable aún, de Abelardo Ramos. Espero que te haya quedado claro, querido diario.

Decíamos ayer que Vicente Cutolo, en su diccionario historiográfico, detallaba la foja de servicios de Ramón L. Falcón ponderando especialmente la decisión que había adoptado como jefe de la Policía de la Ciudad cuando: "para solucionar el problema de la instrucción del personal de oficiales creó el Cuerpo de Cadetes que se hizo célebre, pues estaba formado por jóvenes provenientes de familias distinguidas".

Los "cajetillas", aludidos por Celedonio Esteban en su tango, los "pelandrunes", de Ramos. Los "niños bien" de ese tiempo, amos, señores y dueños de la Buenos Aires que dejaba de ser la aldea de sus abuelos y padres, configurándose con los rasgos de la megalópolis cosmopolita en la que se estaba transformando.

Eran los años de esplendor de los shushetas, los del reinado de Aarón Anchorena, el que viajaba a Europa con la vaca en la bodega para tener leche frasca durante la travesía.

Recuerda Sebreli que en una de sus estadías en París (cuando sedujo a una de las mujeres más deseadas de ese tiempo, la gitana conocida como "la Bella Otero"): "junto a otro play boy de la época, Marcelo T. de Alvear, realizó vueltas en globo, cuando muy pocos se animaban a ello. Entusiasmado, trajo en 1907 a Buenos Aires el primer globo esférico al que bautizó 'Pampero', En él ascendió con su amigo Jorge Newbery un 25 de diciembre. Ambos fundaron el 13 de enero de 1908 el Aeroclub Argentino, cuya presidencia le fue confiada a Aarón Anchorena. La tragedia del 'Pampero' que costara la vida a Eduardo Newbery no desalentó a Aarón, quien trajo otro globo de Francia, el "Patriota' que piloteó Jorge [...]. En los revolucionarios medios de transporte se unían el culto del progreso y la técnica, con el espíritu de la aventura y peligro. Por otra parte, el deporte y la técnica era una manera de sustituir al pensamiento político en un momento en que a la burguesía defensora del statu quo no le interesaba el debate político. Como dice David Viñas 'el culto a Jorge Newbery era lo mejor que puede proponer la oligarquía, lo único, un héroe sin ideología, un técnico'"  (en: Apogeo y ocaso de los Anchorena, cit., pp. 596/7).    

Buenos Aires, esa ciudad-señorío de esa casta privilegiada era amenazada, como el proyecto político que les garantizaba esa primacía por dos tendencias igualmente abominables.

Una, reconocible, integrada, incluso, por play boys como Marcelito, los radicales de Yrigoyen; la otra, conformada por extranjeros extremistas que aunque habían sido premeditadamente convocados por sus mayores cuando la Organización Nacional, eran los perfectos indeseables, cuya exclusión (lisa y llana) era la condición necesaria para la supervivencia misma de la Patria.

En la próxima entrega, ampliaré, querido diario.

Apenas dejados atrás los homenajes por el martirologio del jefe de Policía de la ciudad, coronel Falcón, se aprestaban a celebrar los fastos del Centenario de la Revolución de Mayo, amenazados por esos dos factores disolventes.

Y si la nacionalidad compartida con los dirigentes radicales admitía que se especulase con el respeto de esa celebración; los otros encerraban riesgos mayores porque, además de enemigos de la Patria eran extranjeros.

Ramos reseña el recuerdo de uno de los partícipes de la gesta en defensa del orden indispensable para la realización de esos festejos patrios, cuando: "hasta los pelandrunes advirtieron que la lluvia de oro que se desperramaba sobre el país, no regaba todos los que vivían en él. Descubrieron los patoteros que existía, además de la Confitería del Águila, de los mucamos gallegos y de las prostitutas francesas y las estancias paternas, un desagradable mundo de harapientos que quería vivir. Surgían del abismo social; y vivían lejos de las parroquias céntricas. Muchos de ellos eran extranjeros, algunos arrojaban bombas de dinamita; casi todos hablaban de repartir las riquezas. Esto último ya era demasiado y los calaveras decidieron defender la patria de aquellos intrusos que deslucían la maravillosa fiesta. Así fue, como los hijos de la oligarquía abandonaron los bares para encontrar la primera ocupación de su existencia".

La seguiremos, querido diario.

No hay comentarios:

Publicar un comentario