domingo, 10 de mayo de 2020

Diario de la cuarentena. Día 51.

"Hoy llegó Yrigoyen - Cigarrillos de la mejor calidad- No deje de probar el más moderno de los cigarrillos. Distribuidor: F. F. Dupré (Orán 302, UT 67 Floresta 7149)".

El aviso, publicado en la edición del 12 de octubre de 1928 en el diario "La Prensa", enemigo de Yrigoyen de todas las horas, celebratorio de la asunción del Peludo por segunda vez a la Presidencia de la Nación.


Asumía luego de la paliza electoral de abril de ese año o mejor, de una victoria concluyente de Yrigoyen, en palabras Guillermo Gasió: 839.140 votos, equivalentes al 57,41% de los votos emitidos, imponiéndose en todos los distritos electores, con excepción de San Juan, a una distancia abismal de la fórmula Melo-Gallo de la "Unión Cívica Radical Antipersonalista - Frente Único Antipersonalista", como de la del Partido Socialista, Mario Bravo-Nicolás Repetto y de las dos alternativas comunistas: la que alineada con Moscú (Ghioldi-Contreras) y la criolla (Penelón-Moretti) [en Yrigoyen, el mandato extraordinario, Ediciones del Corregidor, Buenos Aires, 2004].

Esa diferencia tan expresiva de la adhesión mayoritaria a Yrigoyen (habían sufragado más del 80 % de los ciudadanos argentinos varones habilitados) tradujo, en la opinión también mayoritaria de entones, un plebiscito en derredor del futuro presidente.

Precisaba Federico Pinedo, al evocar ese hora (para él) aciaga: "hubo un verdadero plebiscito, no sólo en el sentido que se da en nuestra jerga política a ese vocablo de origen clásico, al aplicarlo en los casos de triunfo muy pronunciado, sino en el de un pronunciamiento de la plebe, de masa popular desheredada que acompañó al caudillo con inequívoca decisión, y que pudo sentirse representada por gran cantidad de los electos radicales. Naturalmente con el triunfo de Irigoyen y de sus partidarios -si así puede llamarse a todos los que entonces lo seguían- apareció resurrecto en toda su pujanza en la Casa de Gobierno y en el país entero el caudillismo típico y la demagogia desenfrenada que caracterizó a la primer presidencia, pero muy agravada" (En tiempos de la República, Tomo I, "Mundo Forense", Buenos Aires, 1946  p. 66/7). 

Y era así nomás don Federico, la plebe estaba contenta ese 12 de octubre de 1928. 

Y fumaba que daba gusto los cigarrillos Yrigoyen, encendidos con fósforos El Hombre ("con retrato de Yrigoyen en la cajita de Cúneo y Atucha, 'Radicalmente buenos y más baratos'"), lucían sus truchas afeitadas al ras con la hoja de cuatro filos Don Hipólito y llevaban calzada la "boina blanca radical" comercializada por la casa "Rinaldi Hnos." de Moreno 1978 "para el gran desfile de boinas blancas organizado el 12 de octubre con motivo de la asunción del mando por el doctor Hipólito Yrigoyen que se efectuará por Avenida de Mayo".

Porque no sólo el pueblo festejaba, ese 12 de octubre de 1928. 

Qué envidia, pienso y hago mal. Podían fumar los muchachos de la plebe aquel 12 de octubre de 1928, vicio del cual me ha alejado a la fuerza un lejano sucesor de Yrigoyen, al que llamo presi salva-vidas, que está convencido que su única misión es cuidar de mi salud. Asesorado para ello por expertos. Al que más quiero, lo apodo "Dr. Gengis Kahn". Otra, es una señora mayor, médica (tan o más experta que mi amado Gengis Kahn) de apellido Bozzo Rosés. 

Me quejo pero tengo suerte, me quejo porque soy necio. No logro ver el tamaño de la bondad de quien cuida de mi salud impidiéndome fumar (desde hace 50 días que no trabajan las tabacaleras y los cigarrillos en los kioscos se hicieron humo). Tengo muchas otras ventajas respecto de los argentinos de 1928: no eran conocidos aún los aforismos del escribano José Narosky.

Volvamos a los festejos por la asunción del mando de Yrigoyen.

Evoca Gasió que a las 14.30 horas, salió el presidente electo de su domicilio de la calle Brasil 1039: "rodeado de gran cantidad de público. La multitud, apenas advirtió la presencia del nuevo mandatario, lo vitoreó calurosamente y pugnó por rodear el cohe, lo qeu debió impedir, no sin esfuerzo, la policía. Desde las casas vecinas se arrojaron gran cantidad de flores. El automóvil -que no siguió el trayecto anunciado- se dirigió por als calles Bernardo de Irigoyen, San Juan, Combate de los Pozos, Alsina y Entre Ríos, llegando al Congreso a las 14.47. A lo largo de toda la Avenida de Mayo se habían dado cita desde el mediodía gran cantidad de simpatizantes. Desde las 13 ni circulaban vehículos., Poco después llegaron tropas del Ejército para reforzar los efectivos policiales."

Ramón Columba, taquígrafo del Congreso Nacional y célebre caricaturista y futuro director de la editorial que llevaba su apellido, destacó que por primera vez en el recinto del Congreso Nacional se instalaron dispositivos fílmicos y sonoros para el registro de la ceremonia de la empresa "Cinematografía Argentina Valle" que exhibiría la película 12 de octubre de 1928, en los cines de la Capital.

Desgraciadamente, al igual que más del 90% del cine filmado durante esos años, ese documento se perdería para siempre. Contó Caloi en un documental sobre el que volveré en esta página, que el celuloide de entonces estaba compuesto por acetato de plata, utilizado también para la elaboración de peines. A raíz de la crisis de abastecimiento que sufriría el país durante la segunda guerra mundial, muchas producciones cinematográficas de aquella época serían recicladas para fabricar peines.

Una lástima por partida doble, dado que ésa había sido una de las excepcionales oportunidades en las cuales Yrigoyen hablaba en público (de hecho, la mayoría de sus contemporáneos desconocían el tono y el timbre de su voz, desde luego que tampoco quienes llegaríamos al mundo después), puesto que aunque (a su estilo) no pronunció discurso alguno en ese recinto: "recitó de memoria la fórmula constitucional del juramente y al pronunciar la palabra fielmente elevó el tono de la voz y acentuó un ademán afirmativo. Tras la expresión de la fórmula constitucional estalló en el recinto 'una estruendosa salva de aplausos entremezclados con vítores estentóreos que eran agradecidos por el señor Irigoyen, quien, visiblemente emocionado, hacía repetidas inclinaciones de cabeza", conforme la crónica del diario "El Mundo" del 13 de octubre, reseñada por Gasió.


De allí, se dirigió a la Casa Rosada, a tomar los atributos del mando de manos de Alvear. Respondiendo el emocionado mensaje de su antecesor, le dijo: "tomo posesión de las insignias del mando que el pueblo me ha conferido y agradezco vivamente sus juicios y augurios; y renovando mis fervorosos sentimientos que siempre tuve para usted, hago votos por su infinita felicidad"

Conmovido, Marcelo abrazó al maestro que había abandonado, retirándose "por las escalinatas de mármol de la casa de gobierno, y por la puerta de Rivadavia, toma un automóvil acompañado por una pequeña comitiva y se dirige hasta la calle Cangallo por la avenida Alem. Al salir por Rivadavia se oyen algunos silbidos que parten especialmente de un grupo estacionado en la ochava que forma el Banco Nación. Sin embargo, Alvear continúa su marcha 'sin inmutarse en lo más mínimo y con gesto decidido'", recuerda Francis Korn en la obra que citamos.

Aunque el registro es parcial, lanimagen es defectuosa y tampoco tiene sonido, comparto estos minutos que reflejan algunas escenas del evento, en especial al final cuando se lo ve al Viejo presidiendo el desfile realizado en su honor, acá: Asunción Yrigoyen 12 de octubre de 1928.

Se pueden ver los rostros de los varones radicales, trajeados y de sombrero que había ido a recibir al presidente Yrigoyen, y así ataviados se trepaban a los árboles para poder verlo mejor al Hombre, quien a sus venerables de 76 años volvía a complicarse con los asuntos de la Presidencia. 

Llegaba en automóvil, detalle destacado entonces como un síntoma del desarrollo que la Argentina había experimentado durante los doce años de mandatos radicales, por el contraste con el medio que había utilizado en 1916 para recibir los atributos del mando de manos de Victorino de la Plaza. Fue entonces, cuando la fervorosa muchedumbre que lo acompañaba había desenganchado los caballos, llevando al presidente a pulso.

Homero Manzi, años más tarde recordaría el evento. Como siempre es bueno, útil y bello volver a él, transcribo su manzinana evocación: "el 12 de octubre de 1916, llevado de la mano de mi madre, mis ojos de ocho años lo vieron, de pie sobre su coche, emergiendo del fondo de la multitud como si saliera, a la manera del Sol, de la línea del horizonte, avanzar como sobre las cabezas del pueblo y escuchar el griterío enronquecido de amor, sin un gesto, como si esas voces hubieran resonado eternamente en su soledad para perderse de mí, dejándome en la retina, impresos con trazos indelebles, su aparición, su gesto y su figura. Mi candidez de niño lo vio allí tan grande como era; tan grande como nunca más alcanzó a verlo mi inteligencia de hombre" (citado por Horacio Salas: Homero Manzi y su tiempo. editorial Vergara, Buenos Aires, 2000).

Todo era una fiesta para octubre de 1928: presidente electo por un aluvión de votos, una democracia consolidada merced al ejercicio por tercera vez de elecciones presidenciales libres, sin proscripciones ni fraudes. Un pueblo, feliz, en las calles vivando al presidente que asumía, fruto del veredicto popular. 

Nada amenazaba el futuro de una gestión iniciada tan auspiciosamente. 

Eso aparentaba. 


2 comentarios:

  1. Casa Rinaldi Hnos hizo unos pines de lata redondos con una escarapela, con la leyenda "Viva el Dr. Hipólito Yrigoyen" y el retrato de dn Hipólito en el centro. Hoy compré un pin desos a un mantero en CBA y buscando datos de la casa comercial... me encontre con su excelente memoria. Fue un disfrute.

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  2. Muchas gracias, Sergio, por su atenta respuesta. Saludos cordiales.
    Horacio Garcete.

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