jueves, 9 de abril de 2020

Día de la cuarentena. Día 20.

Estas notas torpemente escritas para gente (poca) pero tan querida, han dejado caer varios vaticinios que fueron cumpliéndose.

No es cuestión de andar profetizando a diestra y a siniestra, pero fui objeto de: críticas, burlas, objeciones, observaciones, prevenciones, puteadas y otros etcéteras cuando dije que estaríamos encerrados hasta superados los próximos Carnavales.

Quizá me fui un poquito lejos (ma non troppo), ya que el presi salva-vidas anda barajando que hasta el 27 de abril, asomaremos la ñata lo menos posible.

Y quién dice 27 de abril, sugiere 4 de mayo. Con el feriado del 1ro de Mayo tan a la manito.

Alentado por el ejército de magos de la tribu que andan pegándola poquito pero que profetizan: sin contacto no hay contagio, por lo cual, todes adentre y sin tocarnes.

Esa genialidad equivaldría a que nos, la gentuza que ha dedicado sus días al estudio de la abogacía propusiéramos que el modo más eficaz de combatir los delitos contra la propiedad, es encerrando a a todas las personas en sus casas.

Si todos tuvieran una casa, agregaríamos, tal vez, porque no somos tan necesarios ni buenos como los médicos y a veces nos ponemos bastante hincha pelotas con los términos, demasiado detallistas.

De todos modos: aleluya por tener a los médicos que nos cuidan. Gloria a Dios. Y que no se diga que ando disintiendo, no es hora de disensos, nunca es bueno desafiar el mandato de la comunión de los Santos.

Tan luego hoy, Jueves Santo. Por eso cierro: Ora pro nobis, Presi salva-vidas. Si vos lo decidís, hasta 2058 me quedo en casa.

En fin. No hice mis ejercicios aún. Se nota.

Y me ha dejado muy malhumorado el recuerdo de un tiempo viejo que estaba bien donde estaba que revivió anoche. Que yo me encargué de revivir, tal vez.

No me jodió, para nada, pero me dejó molesto, el resucitar de esos fantasmas. Me dejó con un agrio sabor en la boca (con perdón de la palabra).

Todo comenzó con una propuesta bastante pavota; "comparte una foto de tu adolescencia, de cuando eras joven" o alguna genialidad del estilo. Y yo, aunque le doy poca bola a esa redes, esta vez sucumbí.

Torpe de mí.

A la foto publicada (una grupal, en el patio del Colegio) se sucedieron comentarios y, lo pior, un pedido de contacto de tres personas (los espectros de esa personas, uno muy cálido muy agradable) para conversar vía una plataforma llamada zoom o algo así, que acepté.

Qué pena, che. Qué penita.

Borges, cuando escribió el cuento El Otro, demostró una vez más el tamaño de su lucidez: uno es varios al mismo tiempo, pero especialmente uno es distinto al que fue.

Será por aquello del uno y sus circunstancias u otras sandeces bien dichas acerca de lo que uno que hizo lo que pudo, supo o quiso, hacer.

No tiene remedio el pasado, precisamente, porque pasó.

Seguir dándole vueltas es morderse la cola una y otra vez.

Y yo, con tan banal acto reviví el pasado.

Y así quedé de malhomorado.

Ya mismo arranco mi clase de gimnasia.







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