martes, 14 de abril de 2020

Diario de la cuarentena. Día 25.

Un artista especialmente lúcido, dibujante y humorista, Daniel Paz viene construyendo al igual que este torpe escriba, día a día, un diario de la cuarentena.

Lo hace mediante su registro, el dibujo.

Hoy publicó este por las redes sociales.


Por supuesto que me he sentido aludido, máxime cuando hay gente querida que me lo echa en cara y quizás todes elles (¿terminaremos escribiendo así?) tengan razón.

Insisto, como para oscurecer. queriendo aclarar. 

1.  Esta situación es de una emergencia inusitada. Las medidas que se toman (todas y cada) suponen  y supondrán afectación de derechos. 

2. El reconocimiento de derechos por el ordenamiento normativo no es ilimitado, puesto que, ese mismo ordenamiento (al cual le decimos Derecho) determina de qué manera ese ejercicio es regular. Digamos que se admite la limitación al "ejercicio regular" de ese derecho.

3. En un contexto de emergencia, tal el que se vive, la restricción al ejercicio o goce de esos derechos es aún mayor que en tiempos en los cuales tal emergencia no se manifieste.

4. La limitación que comentaba debe realizarse de acuerdo con determinados parámetros. Entre otros, el de la razonabilidad, criterio amplio, elástico, si los hay.

5. Esta noción fue determinada desde hace muchos años por unas personas que trabajan de jueces del tribunal supremo del país, llamado Corte Suprema de Justicia de la Nación.

6. Llegado el caso, a pedido de quien se considere afectado por una limitación a sus derechos, deberian determinar los jueces (de esa Corte o de cualquier otro tribunal de justicia -en principio, digo y acá me quedo para no seguir oscureciendo) si esa restricción es razonable. Si no lo fuese, esa decisión no tendría validez por contradecir a la Constitución Nacional, con efecto para el caso concreto.

7. Ese hipotético análisis se haría respecto de una norma de alcance general que, a diferencia de las leyes que produce el Congreso Nacional, fue ordenada por la voluntad una sola persona, el Presidente de la Nación, sin que mediase debate público. Ello, en ejercicio de una potestad que la Constitución le reconoce al Presidente dado que la situación que se vive es de emergencia y por tanto admite la necesidad del dictado de una norma de esa naturaleza impropia (a priori) de una República constitucional, 

8. La ausencia de debate ha sido suplida por la opinión de los "expertos", de acuerdo con lo que reiteradamente hizo saber el presi salva-vidas.

9. "Expertos" que dijeron: 

9.1. Que el virus no resistía los 24 grados de temperatura (así lo informó en febrero la indispensable OMS y se lo transmitió el "comandante" Ginés al presi salva-vidas, tal como se escucha en el reportaje que le concedió al japonesito de la Carmela el domingo pasado). Resulta que no era así, dado que el COVID-19 hace estragos en Guayaquil, donde la gente sale a la calle abrigada cuando el termómetro marca 30 grados de temperatura.

9.2. Que no era necesario, que era contraproducente, incluso usar barbijos. Resulta que ahora no sería tan así, porque esos mismos expertos convencieron a presi salva-vidas y a otros ejecutores de políticas que persiguen la preservación de la vida, el uso compulsivo de barbijos y/o tapa-bocas. Y acá me quedo, para no abundar, dijera el maestro David Viñas.

10. Coincido entonces con Daniel Paz. Mientras algunos hacen, otros (que no aplaudimos, porque nunca nos gustaron demasiado las focas ni se nos antoja andar imitándolas) sólo criticamos, cruzados de bracitos, sin saber en realidad un carajo de qué hacer con esta pandemia.

Es cierto.

Aunque, resignados, nos limitamos a  ejercer uno de los pocos derechos que podemos seguir ejerciendo y a preguntarnos acerca de la razonabilidad de las medidas tomadas en este contexto ruin como de la solidez de los "expertos" que las azuzan.

Pero, terminemos con el espíritu en alza (que tanta falta nos hace): aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir.

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