domingo, 19 de abril de 2020

Diario de la cuarentena. Día 30.

Iba a escribir sobre la señora Sáenz Quesada, como lo prometí ayer pero no.

Lo mío no es el cumplimiento cabal de las promesas, por lo visto.

Porque un diálogo de ayer con el más joven de los lectores de este diario, el querido amigo Juan, que tanto apreció el recuerdo sobre David Viñas y sus certezas, me llevó a otro lado, de mucha más actualidad que las manipulaciones de las fuentes históricas perpetradas por la señora Sáenz Quesada, de lo cual, ya me ocuparé.

Una vez que lea su "Revolución Libertadora", que dejará mucha tela para cortar.

Hoy, este bazar humilde vuelve a poner la mirada en un dirigente excepcional, del que se hablará por muchos, muchísimos años: el Pepe Mujica.


Siempre se le tuvo un cariño admirativo intenso a Pepe en esta página.

En 2012, cuando presidía el Uruguay publiqué la siguiente entrada, cuyo contenido ratifico ahora: "Pepe: el lujo es vulgaridad" (ver: http://encuentrotresdejulio.blogspot.com/2012/07/pepe-el-lujo-es-vulgaridad.html)

A propósito de todo lo que andamos viviendo, la edición del domingo 19 de abril de 2020 del diario Página/12, le dedica a el Pirulo de tapa: "Hace más de 25 días que no salgo de la chacra, estoy como refugiado. Este señor coronavirus me agarró con 85 años y con una enfermedad crónica inmunológica, así que no le puedo dar la mínima ventaja".

No es que tenga interés en ahondar en los detalles de la cuarentena de Pepe en Paso de la Arena, en  subrayar alguna declaración provocativa suya de estos días cuando dijo que "el feminismo es una cosa bastante inútil" o en sus reparos y distancia abismal con el estilo, el legado y la ideología de Raúl Alfonsín a cuya memoria no le ahorra críticas (respetables, genuinas y legítimas, reconozco aunque discrepo).

Me interesa, a partir de la charla de anoche con el amigo Juan y de la lectura del Pirulo de tapa que transcribí, recordar el reportaje reciente que Alejandro Bercovich le hizo al Pepe (disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=OIBG9ETOV5w). 

Primero, porque me agrada Bercovich la única voz sensata de ese canal de noticias en el que sobra estridencia e impostura que evito ver porque me genera demasiado desagrado, sino porque es de esas personas que escriben y hablan de economía con un discurso que los aleja de los canallitas de siempre.

El finado Zlotogwiazda, Alfredo Zaiat, Alejandro Bercovih proponen lo opuesto a la vulgata interesada de esis operadores descarados que pululan por otros medios de comunicación: De Pablo, Bermúdez, Cachanosky o la excrecencia ésa que se jacta de no peinarse nunca.

Vamos al reportaje.
Bercovich le pidió a Pepe un mensaje para las millones de personas que estamos encerradas en el mundo, en circunstancias (y situaciones) tanto más ventajosas que él había sufrido durante la sangrienta dictadura uruguaya de 12 años.

Antes de saludar a sus "casi coterráneos" de este lado del charco, Pepe le dio el gusto a Berrcovich por un ratito, pero no abundó (dijera Viñas). 

Nunca fue lo suyo el martirologio auto-referencial. Faena que tanto provecho les viene generando, hace casi medio siglo, a otros uruguayos de una condición social y una ideología abismal que la de Pepe.

Él dijo lo que tenía que decir.

Recomendó: "un poco de introspección. Que mirarse a sí mismo, con la lontananza que dan los años, nos permite adivinar y ver cosas que no habíamos visto".

Observó esa particularidad que tenemos los humanos de depender los unos de los otros desde tiempos inmemoriales. Que había sido: "la cooperación y la dependencia del grupo lo que permitía la supervivencia", y que uno de los peores castigos era el destierro, el ostracismo en tiempos de los griegos.

Anticipó que este desastre que padecemos dejará alguna enseñanza: "alguna cosa vamos a aprender de esta. Va a volver un poco el sentido social,. Porque hay una contradicción. Por una lado somos individuos, pero el individuo aislado no puede vivir. Porque es obvio. Si tengo un ataque cardíaco, tengo muchos compañeros, pero lo que preciso es un cardiólogo y me lo da la sociedad. Y cuando mi rancho está desvencijado y se llueve, preciso un albañil y me lo da la sociedad. Y cuando se rompe el celular, el auto y todo y todo, dependemos del trabajo que hacen otros. Hay una interdependencia. Pero a su vez, cada cual, como se vivió, lucha por afirmar su vida su Yo. Hay una cuota de egoísmo unida a lo biológico, que nos lleva a luchar por lo nuestro. Y creo que en la época moderan estamos desbalanceados, demasiado individualismo y poco nosotros, demasiado yo y nada de nosotros. Y ahora que las papas queman, nos damos cuenta la importancia que tiene el 'nosotros'".

Ante una pregunta provocativa del entrevistador, cuando le recordó una manifestación de Henry Kissinger acerca del resurgimiento de los nacionalismos en el mundo que avizora, Pepe (que es exactamente lo opuesto que el ex Secretario de Estado que propició el dispositivo regional del cual había sido víctima, entre tantos millones en el Cono Sur, el propio Mujica y no sólo por eso), dijo que no era novedosa la idea que Kissinger "andaba siempre con esos fantasmas en la cabeza", pero que el problema que tiene los Estados Unidos es la amenaza dentro de su propio país a manos de los productos del neoliberalismo.

"Por ejemplo, una empresa como Amazón [sic] está en condiciones usando algoritmos de detectar a una señora que está encinta, pero ella no sabe. Pero por la conducta de compras que tiene Amazón [sic] ya sabe y le empieza a hacer la croqueta pa' venderle cosas para el futuro bebé. Hemos llegado a un nivel que somos unos monigotes. Y que no me vengan con el Estado totalitario, estas son grandes empresas que dominan esto. Entonces, me parece que a Kissinger como a otros les pasa lo del aprendiz de brujo. Han contribuido a construir una sociedad y ahora no saben como pararla y cómo dominarla".

Adunó luego, la clave del asunto: "en el fondo de la cuestión. esto está basao' en que ha generao' una cultura subliminal. que está por todas partes, que nos entra por los poros. Que necesita impiadosamente que séamos [sic] compradores compulsivos a lo largo de toda nuestra vida. Y que gastemos el tiempo de nuestra vida para tener los medios para hacer frente a ese sentido de compra compulsiva. Porque es una cultura funcional a la acumulación. Y se necesita que las grandes masas estén dedicadas a comprar y a comprar y que confundan tener con ser. Y hay un machaque subliminal, esto no tiene nada que ver con el dominio de las razones, sino con el dominio de las emociones. Y bueno, el orden liberal, en todo caso, esta amenazado por ese leo'. Está amenazado al revés, por la grosería de la cultura que han planteao'. Todo es mercao'. Hasta la muerte es mercao'. La vida es mercao', los sentimientos son mercao'. Absolutamente todo termina en negocio. Y bueno, no creo que todos ea negocio".

Aunque sé que ninguna de las personas que lee estos disparates es lo suficientemente pavota como para leer que en la literalidad de los giros del discurso de Pepe (que transcribo y escucho con honda admiración), hay un atisbo de sorna o ironía sino que pretendo subrayar la acentuación de su mensaje del modo más literal posible, avanzo.

Ante la pregunta respecto de los ajustes de ciertas economías respecto de los ajustes en el servicio de salud, ponderó las políticas de la agrupación a la que pertenece y gobernó Uruguay durante 15 años y plantear el contraste con las políticas de Donaldo Trump y criticó a su "vecino" Bolsonaro.

Concluyó: "este coronavirus puede ser que nos sirva también para que séamos un poco más humildes, que no créamos que somos Dios, que tenemos todas las cosas dominadas. Y cuídensen muchachos, no se olviden que hay una sola oportunidad, acá está el Cielo y el Infierno, acá".

Seguiría, pero no hace falta editorializar sobre un discurso tan claro.

Una noticia que recibí al calor de la redacción de estas líneas, me dejó abatido.

Otro político uruguayo, frente amplista, también y amigo mío (una amistad reciente pero entrañable) acaba de fallecer.

Estaba internado desde 7 de abril, hospitalizado por un accidente doméstico.

Y este 2020 bisiesto, ruin, impiadoso, deleznable, inmundo se lo llevó.

Descansá en paz, Felipe.


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