sábado, 18 de abril de 2020

Diario de la cuarentena. Día 29.

"Yo quiero decir, en esta ocasión tan ruda, que no me siento en la comunión de los Santos. Quiero decir, que aquí hay una convocatoria a intelectuales. Pero creo que tiene un fuerte adjetivo de tipo corporativo. Lo que nos llevaría a discriminar entre intelectuales e intelectuales. Entre intelectuales sumisos e intelectuales críticos. En mi perspectiva, por lo menos..."


Así empezó, David Viñas su intervención, a fines de 1997, en una legendaria emisión del (ahora apolillado) programa "Los Siete Locos" que hasta donde sé, sigue (¿seguía?) emitiéndose en la Televisión Pública.

En la entonces "ATC", Cristina Mucci, su perenne conductora, interrumpió a Viñas: "pero no creo haber invitado agente sumisa", a lo cual el invitado le contestó. "pero estoy abrumado por la presencia de tantos funcionarios, me siento un tanto abrumado".

Mucci había convocado a la flor y a la nata de la "intelectualidad" de los años '90. Casi todos (todes), apiñados en derredor de la gesta denominada "Alianza para el Trabajo, el Empleo y la Poronga", pergeñada por los líderes de la Unión Cívica Radical y el FrePaSo, cuando había que encontrarle una salida al menemato que no fuese Eduardo Alberto Duhalde.

Ese equívoco que tantas vidas se cobraría (porque el inolvidable y breve mandato de Fernando de la Rúa se cargó a miles de seres humanos desde el primero hasta el último día y más allá también), concitaba el encuentro en ese set de televisión para discutir la labor que se le depararía a la "intelectualidad" nacional en el futuro gobierno que habría de suceder al peronismo gobernante.

Hacía poco que la flamante Alianza aquélla había tenido un triunfo resonante en las elecciones de medio término del segundo mandato de Kalo. Al previsible triunfo en la novísima Ciudad Autónoma de Buenos Aires gobernada desde el año anterior por De la Rúa, el sancoche de radicales y frepasistas había logrado asestarle un golpe durísimo a Duhalde (con la tierna Hilda Chiche Duhalde como candidata, ni más ni menos) en su distrito a manos de Rosa (Graciela) Castagnola (ex Fernández Meijide).

Por ello el programa.

Mucci había invitado a gente cercana a De la Rúa: la escritora Martha Mercader (a quien se le reconocía el prodigio de haber liderado en 1993 la única derrota de la -hasta entonces- invicta UCR en la Capital Federal), Luis Gregorich, Horacio Sanguinetti (ex Rector del Colegio Nacional de Buenos Aires, entonces ministro de Educación de De la Rúa en la C.A.B.A.) y la historiadora María Sáenz Quesada.

Estaban en el set, además de Viñas, claro, el Secretario de Cultura de Menem, Mario Pato Donald y Beatriz Sarlo, cercana entonces a Rosa Castagnola.

David Viñas (que había sido invitado no sólo por su condición de intelectual sino especialmente, por su involucramiento anterior en las lides de la Izquierda Unida de Néstor Vicente y en el Fredejuso -juro que así se denominaba esa agrupación- del ahora revivido Carlos Chacho Álvarez, experiencias ambas que David querría que se olvidasen por siempre) tuvo un paso glorioso por ese programa, como se puede ver en el video que comparto. https://www.youtube.com/watch?v=JeUTBI2iFoY

"Quiero señalar mi discrepancia o por lo menos subrayar mi punto de vista [primera chicana a la Sarlo]. Sobre todo en un lugar que se llama 'Los Siete Locos' . Curiosamente, la escenografía de este lugar que son seis [aludía, Viñas a unas pinturas espantosas que decoraban el set que permitían apreciar medio cuerpo de parejas al estilo Botero], tienen todas las cabezas cortadas. Me parece especialmente significativo. Están decapitados, en un lugar llamado 'Los Siete Locos', que si por algo se caracteriza la locura, es no que es una enfermedad de los pies, sino de la cabeza. Y han sido excluidos, sistemáticamente. Incluso un cierto elemento: que son todas parejas y parejas heterosexuales. Y yo, que participo intensamente de la homosexualidad, me siento excluido".

La buena de Mucci, sin saber adónde meterse ante la incomodidad del resto: el Pato Donald, observándolo a David con pose de psicoanalista; Sáenz Quesada, moviéndose en la silla, Mercader, musitando alguna expresión de asombro incrédulo, Sanguinetti y Gregorich, impertérritos, al igual que  Sarlo dura, como una esfinge, destinataria, por alguna razón, de la confesión de David respecto de su participación intensa en el universo de la homosexualidad (la miró a ella, cuando realizó esa confesión).

La conductora dijo estar apenada ante tantas sensaciones amargas que ese ámbito le generaba a Viñas: "siempre te hemos tenido afecto", suplicó. Pero el invitado equivocado siguió y siguió.

 "Con toda la consideración que me merecen las escenografías, pero creo que es una decisión esta decapitación sistemática de todas estas parejas, insisto, heterosexuales que aparecen leyendo o induciendo en materia educaciones a ese niño que además, está tapado."

El director, a diferencia de Mucci, parecía satisfecho con las toneladas de pimienta que Viñas arrojaba a la olla de ese programa gris, porque al tiempo de la descripción que hacía el invitado, las cámaras tomaban esas figuras horrendas.

"Es una lectura...", terció Mucci, una vez más ante el silencio generalizado, "sí, quiero aprovechar esta oportunidad, en una ocasión tan ruda".

Y, luego de tanta vuelta, David dijo lo que tenía que decir: "este pacto, que fue un punto de partida, entre el FrePaSo y el Radicalismo. me remite ineludiblemente a una especie de ceremonia de reconciliación. El doctor [alude al Pato] sin dudas  que ha participado de los dos sectores del Radicalismo y del menemato, debe ser un especialista en esto. Hablando de ceremonias de reconciliación, recordaba en función de la historia de los Estados Unidos, el encuentro entre viejos oficiales del norte 'los azules' y viejos oficiales del sur 'los grises'. Se reconciliaron después de muchos años del '65 que terminó la Guerra Civil de los Estados Unidos. Significativamente no había ningún negro. La Guerra Civil se había hecho para liberar a los negros y el cálculo que en esa Guerra Civil de los Estados Unidos, murieron 500 mil negros. Tengo que decir que en esta reunión en la que predominan funcionarios y [hace una pausa, y mira a Beatriz Sarlo] ex funcionarios".  

La Sarlo, en ese momento se para y se va.

Luego de una intervención poco feliz de Mucci, agregó David: "No se ha definido qué es ser intelectual y qué es la política. Y para cerrar esto, como decía la maestra de colegio, como broche de oro: para hablar de intelectuales en este país y de intelectuales críticos, tenemos que empezar hablando de Rodolfo Walsh, por lo menos. De John William Cooke, que se pasó del peronismo al Che, por lo menos. De otro intelectual asesinado, para hablar en serio de intelectuales. Porque la definición de intelectual crítico es que a mayor riesgo crítico, mayor riesgo de sanción: Silvio Frondizi, asesinado por la dictadura".

Nueva intervención de Mucci, que observa que David "haya llevado las cosas a ese punto", finalmente concluyó: "Yo confieso que no me reconozco como intelectual con el doctor benemérito ex funcionario entre radical y menemista  [el Pato] y así siguiendo, no me reconozco. Entonces quiero marcar determinados límites. De eso se trata. Es la práctica crítica, las discrepancias como el punto de partida de la negatividad es lo que define al intelectual".

Acá me paro, porque David confronta con Martha Mercader (quien queda muy mal parada y tengo un bello recuerdo de ella, por lo que obviaré todo comentario mortificante a su buena memoria), con el Pato Donald, por supuesto, que sale en defensa del ex presidente Frondizi a quien erige como un constructor de la democracia ante lo cual David recuerda que terminó siendo: "un empleado del reverendo Moon, una joya"; chicanea fulero a Gregorich y se detiene en María Sáenz Quesada.

"¿Me permite señora? Yo leí dos cosas suyas con mucha atención. Me parece un libro excelente su trabajo sobre los estancieros, usted es la autora ¿no es cierto?, digo porque a veces su doble apellido confieso que me intimida bastante. Pero acabo de leer, después de leer ese libro con bastante tiempo entre uno y otro, un prólogo a Crónicas de Viajes de Eduarda Mansilla de García. Así como me pareció excepcional su libro sobre los estancieros y aprovecho la oportunidad para subrayar este saludo, me pareció lamentable el prólogo a Recuerdos de Viaje. Entre otras cosas porque usted elude entre otras minucias las opiniones que tiene Eduarda Mansilla de García sobre los indios norteamericanos y sobre los indios argentinos. Así como se enternece como los indios norteamericanos, cuando habla de los ranqueles explícitamente en 'Pablo' o en "La vida en la Pampa', dice que los ranqueles tenían muy mal olor".

Y toda esta transcripción para introducir el tema sobre el cual quería escribir: la historiadora María Sánez Quesada y su biografía sobre su (pariente) Roque Sáenz Peña a un siglo de la ley que lleva su nombre.

Me dejé llevar por mi admiración a Viñas. La fascinación que me genera. Tuve la suerte de despedirlo en aquel sitio virtual en el que escribía: http://www.estonoesunarevista.com.ar/nro010/miradas.html

Como se hizo larga la reseña, Sáenz Quesada y su biografía serán motivo de las reflexiones cuarentenarias de la entrega de mañana. 

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