miércoles, 29 de abril de 2020

Diario de la cuarentena. Día 40.

El 26 de abril pasado se cumplieron 120 años del nacimiento de Roberto Arlt, aniversario celebrado por Ana Piterbarg y nuestro conocido Fernando Spiner con el estreno cinematográfico (con las particularidades propias de este tiempo canalla) de Erdosain, adaptación del telefilm "Los Siete Locos y Los Lanzallamas" emitido por la Televisión Pública en 2015. Versión a cargo de Ricardo Piglia, de la célebre novela publicada en dos partes, la primera ("Los Siete Locos") en 1929, la segunda ("Los Lanzallamas"), en 1931.

Che, Garcete ¿Te vas a meter con Arlt y con Los Siete Locos?  Sí, querido diario.

¿Estás seguro de hacerlo?  No, querido diario, pero ando con ganas.


Arranquemos por el inicio de esta entrada, por la película estrenada en el Centro Cultural Kirchner el domingo pasado, emitido vía streaming  y disponible acá: Erdosain.

Aconsejo, también, ver la miniserie completa disponible por este tiempo cuarentenario en: Los Siete Locos y Los Lanzallamas

Como escribía antes, cinco años después de la emisión del logradísimo telefilm sus realizadores avanzaron sobre la idea de adaptarla en este largometraje de dos horas de duración. Tarea, que no se limitó a una operación de montaje decidiéndose qué escena quedaba y cuál era descartada contenida en los 30 capítulos de la serie televisiva.


Cuenta Spiner que decidieron encarar el proyecto: "después de haber vivido esa experiencia [la del telefilm] pudimos evaluar la cantidad de elementos de valor que tenía lo que habíamos hecho: en principio, abordar las obras de Roberto Arlt, adaptadas por Ricardo Piglia, con un elenco de geniales actores que se había armado [...] como un acto de amor a las obras de Roberto Arlt y de Ricardo Piglia".

Con los permisos de las autoridades de la Televisión Pública para hacer uso del material, Piterbarg y Spiner organizaron: "un seminario en la Fundación DAC abierto al público al que se presentaron unos 130 directores, escritores, guionistas y fanáticos de Roberto Arlt y de las obras, de los cuales hicimos una selección de 35. Durante dos años realizamos un seminario, donde discutimos las grandes líneas que tenía la serie y cómo hacer la adaptación a película. Lo hicimos de manera práctica porque dividimos en varios grupos. donde había un director y un guionista, y cada uno traía propuestas para cada escena, para las líneas generales. Así que fue una propuesta de construcción colectiva muy linda, muy enriquecedora. ese fue el proceso. Una vez que terminamos con esos dos seminarios, encaramos todo el proceso, encaramos todo el proceso de armado. Así que fue un proceso de unos cuatro años ente el deseo y la concreción"  

De ese proceso creativo encarado con tanta pasión e inteligencia por la directora y el director, nació una decisión que ha de haber sido muy discutida, de circunscribir la historia a su protagonista: Augusto Remo Erdosain.

Es Erdosain, una extraña y preciosa creación, de orfebrería, como lo es la miniserie, en la que todo está en su lugar y se relata con talento, con preciosismo.

El ritmo narrativo y el blanco y negro, el ascetismo subrayado de las locaciones, las actuaciones (todas y cada una) reflejan con una fidelidad inverosímil el alma atormentada del protagonista que no era otra que la del autor de la obra.

La angustia existencial de los personajes es recreada con notable sentido de la realidad, que pretende ser sublimada (aunque los personajes sepan que todo será inútil) con un descenso a las zonas más oscuras del alma humana.

Si el Astrólogo se embarca en ese cometido con la alegría (y el placer) de psicópata perfecto; Erdosain es un infeliz (en el sentido más acabado del término), que desciende siempre un poco más, con toda la tristeza nihilista posible a un abismo sin fondo.

El protagónico de la película lo juega Diego Velázquez. Confieso que no me había convencido del todo cuando vi la miniserie. Terminó de convencerme (y cómo) en el largometraje.

Carlos Belloso teclea alguito con su Astrólogo, no tanto como (¡ay!) Fabio Alberti con su olvidable versión de Ergueta (¡tan luego!) al igual que, como siempre, el siempre inexplicable Martín Slipak.

Se destacan: Belén Blanco (Elsa), Moro Anghileri (Aurora), Leonor Manso (Doña Ignacia) y Magdalena Capobianco (La Bizca). Los talentosos y experimentados Pompeyo Audivert (El Buscador de oro), Marcelo Subiotto (Bromberg) y Claudio Risi (El Mayor), hacen todo bien, al igual que Daniel Hendler en la piel de Fischbein periodista de policiales, personaje inventado por Piglia, como relator de un suicidio que será el colofón de Los Lanzallamas (prudencia la mía, destinada a la gente querida que consulta las cosas que escribo que no hayan leído la novela).

Dos actuaciones son colosales: las de Pablo Cedrón (Gregorio Barsut) y Daniel Fanego (El Rufián Melancólico).

Anticipé que acometeré la osadía de profundizar en la lectura de este trabajo de Arlt que, por lo sublime, por su condición de clásico siempre tiene algo para decir. Sus ecos resuenan invariablemente en cada tiempo, en cada época transcurrida a lo largo del siglo que media entre su escritura y nuestro presente.

Vamos a compartir las alternativas del inicio de la novela y a presentar algunos de sus personajes.

El primer capítulo presenta a Erdosain frente al dueño, al gerente y al contador de la empresa azucarera en la que trabaja como cobrador. Le hacen saber que habían realizado un arqueo sobre las planillas  que había rendido durante los últimos meses verificando el faltante de seiscientos pesos, "con siete centavos", de acuerdo con la salvedad del escrupuloso contador Gualdi.

Conminado a reintegrar la suma, o a aportar los comprobantes correspondientes antes de las tres de la tarde del día siguiente, Erdosain sale a la calle en busca de quien pudiera socorrerlo.


Parafraseo literalmente al texto de la novela.

En la vereda de Avenida de Mayo y Perú, sentado a la mesa de un bar vio a un amigo, el farmacéutico Ergueta, quien luego de contarle que finalmente se había casado con Hipólita (la coja, que había sido prostituta), le confió que "Jesús, por mi mucha inocencia, me ha revelado el secreto de la ruleta" .

Embalado en su delirio, Ergueta, comenzó a explicarle el secreto que le había revelado el Mesías mediante la descripción de una martingala absurda que Erdosain no terminó de comprender. Le confesó, también, haber ganado dos veces consecutivas cinco mil pesos en el casino de Montevideo. "Seré el rey del Mundo", concluyó, eufórico. "¿Te das cuenta? Ganaré en todas la ruletas el dinero que quiera. Iré a Palestina, a Jersualén y reedificaré el gran templo de Salomón."

Convencido de que el farmacéutico estaba totalmente desquiciado, Erdosain empezó cebarlo, manifestándole que Jesús había reparado en él, porque sólo lo haría sobre un alma buena y pura como la suya. Y comenzó a introducir su tema: que una persona agraciada por esa revelación, debía condolerse de los angustiados, de los desesperados, de aquellos que  estaban en problemas.

Ante ello, Ergueta concluye: "¿quién te dice que eso no sea para bien? ¿Quiénes van a hacer la revolución social sino los estafadores, los desdichados, los asesinos, los fraudulentos, toda la canalla que sufre abajo sin tener esperanza alguna?¿O te creés que la revolución la van a hacer los cagatintas y los tenderos?"  

Dejando de lado todos los rodeos, Erdosain va al grano: "yo estoy a un paso de la cárcel, ¿sabés? He robado seiscientos pesos con siete centavos", recibiendo por toda respuesta otra alusión a las Sagradas Escrituras, a lo que Erdosain le suplicó: "Pero decime, ¿vos no podés prestarme esos seiscientos pesos? Te juro que los debo".

Y Ergueta, sacándose la mano de su amigo de encima, por toda respuesta y "chasqueando las yemas de los dedos de dijo:

"Rajá, turrito, rajá".

Me extendí porque me fascina ese momento de la novela. Es perfecto.

Sigo y voy concluyendo.

Luego de ocurrírsele la peregrina idea de ir a pedirle dinero al primo de su esposa, Gregorio Barsut (volveré sobre este punto), echó mano la última oportunidad que le quedaba: el Astrólogo, dirigiéndose a su quinta de Temperley.

Al llegar, encuentra al dueño de casa, conversando con un caballero elegante quien le es presentado como "Arturo Haffner", conocido como "El Rufián Melancólico".
  

Una vez que el Astrólogo concluyese su interminable exposición acerca de las asociaciones secretas en los Estados Unidos, Erdosain le hizo saber la verdadera razón de su visita, implorando por los seiscientos pesos.

Haffner quiso saber porqué había robado ese dinero. "De aburrido, nomás", contestó Erdosain. Y de preguntarle qué destino le había dado a esos seiscientos pesos y porqué andaba con "los botines rotos", habiéndose hecho de esa suma, Haffner lo tranquilizó: "yo le voy a dar esa plata, para eso estamos los hombres". para desenfundar su chequera, extendiéndole un cheque por esa suma.

Ambos, Erdosain y el Rufián, volverían juntos en tren a Buenos Aires, cuando conversaron sobre el Astrólogo y sus planes revolucionarios.

Fue entonces cuando observó el primero que para lograr sus planes evaluase la posibilidad de utilizar explosivos, existiendo armas mucho más eficaces: el cultivo de bacilos del cólera asiático.

"Sería magnífico como medio de combate contra el ejército. Desparramar un cultivo en cada cuartel. ¿Se da cuenta? Simultáneamente, treinta o cuarenta hombres pueden destruir el ejército y dejar que las masas proletarias hagan la revolución".

Creo que es claro porqué escribía acerca de la actualidad de esta monumental novela de Roberto Arlr que me exigirá a lo largo de unas cuantas entradas por venir, querido diario.

No hay comentarios:

Publicar un comentario