domingo, 12 de abril de 2020

Diario de la cuarentena. Día 23.

Ayer, día de descanso muscular, volví al cine y terminé de leer un libro. Una "biografía" de Leandro Alem. Ya escribiré sobre lo segundo en este bazar austero.

Reví una película por vez octava o novena: "Tiempo de revancha", de Adolfo Aristarain. 

Estrenada en 1981, es una de las tres joyas de la filmografía de su director que paró en 2004 con "Roma", su despedida, película filmada en el registro de sus últimas producciones más autorreferencial, más íntimo, iniciado con la indigerible e insufrible "Un lugar en el mundo" de 1992.

De la cursilería no se vuelve, parece.

La que vi ayer, que se encuentra disponible en la web, con una altísima calidad de resolución (que no se entere el miserable de Olivera), decía, es la segunda de la troika del cine policial-político de altísimo vuelo que filmó durante la dictadura, precedida por "La Parte del león" (1978) y "Últimos días de la víctima" (1982).

A varios destinatarios de estos disparates, les recomendé ayer que vieran-revieran "Tiempo de revancha" (incluso a una señorita cinéfila que quiero mucho, a quien le hice llegar el enlace). 


Una película perfecta, con todo en su lugar. Una de las mejores que se filmaron en estas pampas.

El elenco suena como una orquesta afinada, dirigida a la perfección por el director, con actuaciones notables de intérpretes también notables:  Enrique Liporace, Rodolfo Ranni, Aldo Barbero, José Jofre Soares, Cayetano Biondo, Marcos Woinsky y, muuuy especialmente, Julio de Grazia, Ulises Dumont, Arturo Maly y Haydeé Padilla.

Hay, claro, una actuación perfecta: la del protagonista excluyente del filme.

Federico Luppi.



Siempre lo quise. Siempre lo admiré.

Tuve la suerte de hacérselo saber. En aquella publicación virtual, para la cual escribí rompí una lanza en su defensa. Su última mujer, la actriz Susana Hornos, me hizo saber (luego de buscarme por la web) que Federico había leído la columna, que le había gustado mucho.


La excusa para defenderlo fue la realización del repaso que compartí de su vastísima trayectoria cinematográfica. 

Desde la publicación de esa columna, a su muerte, tuvo (poco) tiempo para dejar actuaciones notables.

Rodrigo Grande volvió a convocarlo para interpretar a un comisario corrupto en "Al final del túnel", última del director y anteúltima de Luppi, que se despediría en "Nieve negra", de Martín Hodara. Ambas, aconsejables, disponibles en Netflix.

Antes, tuvo un breve papel en "La corporación", de Fabián Forte (una notable película de 2012, que se la ve demasiado poco). En "Puerta de Hierro. El exilio de Perón" de Víctor Laplace, compuso al médico catalán, Dr. Puigvert; a un escritor ciego en el thriller "Inevitable" y al abuelo del protagonista de "El gurí". de Sergio Mazza.

El 2010 compuso a Zanutto, un vecino mayor que habitaba en un consorcio que quedaba en cuarentena ante la pandema declarada por un virus parecido a la gripe, en "Fase 7" de Nicolás Goldbart.

Muy buenas, las actuaciones de Federico, de Daniel Hendler, de Jazmín Stuart, de Carlos Bermejo y Abian Vainstein, de Gonzalo Urtizberea, con un sorprendente (al menos para mí que siempre ando atado a prejuicios) Yayo Guridi.


Disponible en "Cinear Play", no sé si la aconsejaría para estos días. 

Goldbart diez años antes, filmó algo similar a lo que pasaría diez años después.  

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